Volver al pasado: Rusia, Estados Unidos y la locura de otra carrera nuclear


Las tensiones por la guerra de Ucrania están lejos de calmarse: cada noche llegan noticias de nuevos ataques, como los de esta madrugada y con esa guerra de fondo, el líder ruso Vladimir Putin anunció esta semana que su ejército ya cuenta con el nuevo torpedo Poseidón (un arma capaz de alcanzar blancos a 10.000 Km y con un nivel de desarrollo tan sofisticado que lo hace imposible de interceptar). En rigor parecía una respuesta de Putin al comunicado del Pentágono señalando que «dejaba en manos de Donald Trump» la posibilidad de entregar misiles Tomahawk a Ucrania. Sin embargo, aunque no se había referido a ese tema de más armas a Kiev en público, Trump si reaccionó al anuncio de la nueva arma rusa indicando que dejaba sin efecto la veda desde 1992 y ordenaba la reanudación inmediata de los ensayos estadounidenses con armas nucleares.

La conclusión es tan triste como preocupante: el tratado New START de 2011 parece letra muerta. Al menos por ahora.

La disputa entre Estados Unidos y Rusia parece no medir consecuencias. De hecho, el Kremlin amenazó con que “Rusia actuaría” si Estados Unidos realiza los ensayos mencionados. El cuadro luce similar a lo ocurrido durante la Guerra Fría, y la ONU parece no tener el poder de disuasión suficiente.

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En su red social Truth, Trump menciona que a raíz de los programas nucleares de otros países “ha instruido al Departamento de Guerra para comenzar a probar armas nucleares en las mismas condiciones”.

El mensaje de Trump en su red social ordenando que se reanuden las pruebas nucleares estadounidenses, suspendidas hace 30 años.

Dentro de las Relaciones Internacionales, solo se habla del “dilema de seguridad”. Cuando Rusia realiza sus pruebas nucleares, ellos implica que Estados Unidos se sienta “inseguro” y realice la misma acción. Todo eso alimenta una espiral y refuerza cada postura, de manera simultánea y eterna.

La disputa en torno a Ucrania ha hecho que la tensión entre Rusia y Estados Unidos trepe a niveles de antaño. Las exigencias de Putin por territorio ucraniano parecen haber congelado las negociaciones, en las que Trump se había comprometido. La reunión entre el mandatario ruso y el norteamericano en Budapest (Hungría) para poner fin a esa prolongada guerra fracasó: Putin mediante el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, presentó entre sus exigencias, más concesiones territoriales, reducción de las fuerzas militares en Ucrania y la garantía de que Ucrania nunca será parte de la OTAN. Esto es lo que el presidente de Rusia llamó “las causas profundas” de la guerra.

Trump con su estilo habitual había prometido «terminar esa guerra en 24 horas» si era elegido presidente. Palabras que se llevó el viento. Ahora en su red social menciona que “Estados Unidos posee más armas nucleares que cualquier otro país” y que renovó las armas de su primer mandato. El motivo de preocupación para el líder republicano es que “Rusia ocupa un segundo lugar, y China un distante tercero; pero dentro de cinco años estarán a la par”. Todo apunta a espiralizarse.

Es irónico, pero el 29 de Agosto, desde el 2009, se declaró por la ONU “el día internacional contra los ensayos nucleares”. El secretario de ONU, Antonio Gutiérrez, remarcó que “incluso durante las fases más tensas de la Guerra Fría, las potencias nucleares redujeron significativamente su arsenal nuclear. Había amplio consenso en contra de su utilización y la proliferación de las armas nucleares y los ensayos nucleares”. La resolución es la 64/65 de la ONU, por la cual se declara el 29 de Agosto como “Día Internacional Contra los Ensayos Nucleares”. Sin embargo, las fechas parecen no simbolizar nada. No parecen tenerse en cuenta esos riesgos nucleares.

A diferencia de la Guerra Fría, el mundo se ha vuelto más complejo. Ya no son dos ideologías las que están en pugna. No es “capitalismo o comunismo”. El contexto internacional se ha vuelto mucho más complicado. Por un lado, lideran el armamento nuclear Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia. Pero otro grupo de países, como India, Pakistán o Israel, incluso debe tenerse en cuenta también a Corea del Norte, también tienen arsenales nucleares, lo admitan en público o no.

Si bien no todos los países fueron signatarios del Tratado de No Proliferación nuclear (1968-70), en conjunto con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), éste plantea el desarme, uso pacífico de energía nuclear y la no proliferación, pero paulatinamente ha perdido peso. ¿Sirve un tratado que es “letra muerta”, por lo menos para países que ya tienen armas nucleares?. Es mejor que nada, sin duda. Pero la imaginación obliga a pensar en nuevas soluciones. Lo exige la seguridad mundial, el ecosistema y la vida misma.





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