Vinagre casero en 3 pasos: cómo hacer una fermentación natural, segura y llena de sabor
El vinagre casero es una de las fermentaciones más nobles, seguras y fascinantes que podés hacer en casa. A diferencia de otras bebidas fermentadas, el vinagre no presenta riesgos, ya que las bacterias acéticas que lo producen son completamente beneficiosas. Además, este líquido lleno de vida contiene microorganismos vivos que favorecen la digestión, fortalecen el sistema inmunológico y realzan los sabores en la cocina.
Solo necesitás tres ingredientes naturales -manzanas, agua y azúcar- y un poco de paciencia para dejar que la naturaleza haga su trabajo. La ciencia detrás de este proceso es tan simple como maravillosa: primero, el azúcar se transforma en alcohol mediante una fermentación anaeróbica (sin oxígeno) y, luego, ese alcohol se convierte en vinagre a través de una fermentación aeróbica, cuando las bacterias acéticas entran en acción.

Ingredientes y proporciones
3 litros de agua
2 manzanas maduras (bien lavadas y cortadas en cubos, con cáscara y todo)
150 g de azúcar (si al probarlo el líquido no está dulce, agregá un poco más)
Paso a paso para un vinagre vivo y natural
1. La primera fermentación: el azúcar se transforma en alcohol
Colocá las manzanas y el azúcar dentro de un frasco de vidrio de boca ancha. Agregá el agua y revolvé bien hasta disolver el azúcar. Tapá el frasco y no lo llenes hasta arriba, ya que la mezcla burbujeará y podría rebalsar.
Dejalo reposar durante unos 20 días, en un lugar cálido y oscuro (entre 20 °C y 25 °C). Cada dos o tres días, destapalo y revolvelo con una cuchara de madera para oxigenar la mezcla y favorecer la fermentación.
2. La segunda fermentación: el alcohol se convierte en vinagre
Después de ese tiempo, filtrá el líquido con una gasa o colador fino para retirar los trozos de fruta. Verté el líquido nuevamente en un frasco limpio y tapalo con un lienzo o tela para que pueda “respirar”.
En esta etapa, las bacterias acéticas comienzan a transformar el alcohol en ácido acético. Dejá reposar el vinagre entre 3 y 4 semanas, removiendo de vez en cuando si se forma una ligera capa en la superficie (conocida como “madre del vinagre”).
3. Embotellado y conservación
Una vez que el vinagre tenga el aroma y el sabor deseado, embotellalo hasta el tope (para reducir el oxígeno) y tapalo bien. Podés guardarlo a temperatura ambiente.
El resultado será un vinagre vivo, lleno de aroma, sabor y microorganismos beneficiosos. Cuanto más tiempo repose, más intenso se volverá su gusto.
Una fermentación segura y con beneficios
El vinagre casero no solo es económico y ecológico, sino que también es una forma de reconectarte con los procesos naturales. Es seguro, no requiere refrigeración y tiene una acidez que impide el desarrollo de microorganismos dañinos.
Además, puede usarse para aderezar ensaladas, encurtidos o bebidas, aportando un toque artesanal y saludable. Hacer vinagre es comprender cómo la naturaleza transforma lo simple en algo extraordinario.

