Una patología fantasma: en Argentina 1,2 millones de personas tienen diabetes, pero todavía no lo saben
Esta semana transcurrió un nuevo “Día de concientización sobre la Diabetes”, fecha que, a medida que pasan los años, en lugar de volverse una idea “vieja” y “repetida”, se convierte en algo cada vez más necesario. La razón es que los especialistas consideran que hoy hay en Argentina alrededor de 1.2 millones de personas que tienen diabetes, pero todavía no lo saben ni están diagnosticadas.
Según explica la médica endocrinóloga María Gabriela Rovira, “los datos epidemiológicos más recientes con los que contamos, indican que, en nuestro país, hay alrededor de 4.3 millones de personas con diabetes tipo 2. Esto es uno de cada 10 adultos la padece. Pero el tema es que las estimaciones más serias sugieren que alrededor del 29% del total de diabéticos, o sea 1.2 millones de personas, no tienen ni conocen, todavía, su diagnóstico”.
¿A qué hay que estar atento para consultar al médico antes de que la enfermedad avance y deteriore el metabolismo? “La gente suele creer que si puede seguir con su día, entonces está todo bien. Pero el cuerpo puede compensar durante mucho tiempo una situación no saludable, antes de mostrar en forma clara, con los síntomas avanzados, un daño significativo. Por eso, escuchar estas señales a tiempo es fundamental”, aseguró María Julieta Godoy Asis, médica de familia y diplomada en diabetes que trabaja en la compañía Boreal Salud.
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Según esta experta, los primeros avisos del cuerpo pueden ser sutiles: sed intensa que no se calma, necesidad de orinar muchas veces, visión borrosa temporal, fatiga constante, hambre exagerada o cambios de peso sin explicación. “No se trata de señales ‘menores’: son mecanismos de defensa del cuerpo frente a niveles de glucosa elevados”, explicó.
A esto se suma que los estilos de vida actuales —comidas rápidas, largas horas sentado, estrés sostenido y poco descanso— favorecen la aparición de la enfermedad. La rutina moderna muchas veces deja poco lugar para registrar cómo se siente el cuerpo y qué señales está enviando. Escuchar esos avisos requiere un cambio cultural: poner la salud propia como prioridad antes que la productividad o la inercia diaria.
También es importante desarmar un mito frecuente: la idea de que solo las personas con “sobrepeso” pueden desarrollar diabetes. La diabetes tipo 2 puede aparecer en personas con distintos tipos de cuerpo, y la diabetes tipo 1 no está relacionada con la alimentación o los hábitos. Por eso, reducir el tema únicamente al peso corporal no solo es impreciso, sino que puede retrasar el diagnóstico.
Tips para estar mejor
Claramente, el tratamiento de la diabetes debe ir relacionado con una dieta apropiada y el manejo del peso, además de la medicación indicada.
“La dieta del diabético debe ser variada, reducida en azúcares, evitando los alimentos procesados y embutidos, y evitando el consumo alto en grasa de origen animal”, enumeró la nutricionista Bárbara D’Angelis. También hay que dejar de lado, en lo posible, los alimentos con azúcares añadidos, grasas saturadas y exceso de sodio. La profesional sumó reducir las harinas blancas, cereales azucarados y jugos de frutas artificiales”.

En cambio, según esta profesora de la Universidad de Morón, “se recomienda el consumo de alimentos naturales, fibra y grasas de origen vegetal: salvado, alimentos integrales, avena, frutas con cáscara y vegetales frescos. También grasas saludables a base de aceites vegetales, palta y aceitunas al natural. Finalmente, consumir semillas, frutos secos y pescados de origen marino, que mejoran la absorción de la glucosa en sangre”.
“Pero hay otros factores que también influyen en la salud de los diabéticos, y que son menos considerados”, recordó Osvaldo Ponzo, profesional del Servicio de Endocrinología en el Hospital Alemán de Buenos Aires. “Se trata del sueño, del estrés y de la buena salud intestinal”.
Según este experto, tanto la falta de horas de sueño como su mala calidad, se asocian a un fenómeno de mayor resistencia a la insulina. “Por otra parte, el estrés crónico eleva el cortisol y modifica el metabolismo; y la composición del microbioma intestinal parece influir en la inflamación y el metabolismo de la glucosa. Por todo eso, estrategias tan prácticas como priorizar el sueño y el descanso, y aprender a usar herramientas que nos sirvan para manejar el estrés —como la respiración, la terapia cognitiva, el mindfulness y otras prácticas similares— ayudan mucho. Por último, elegir una dieta rica en fibra, consumir fermentados y otros alimentos que nutran la microbiota (yogures) pueden complementar y potenciar los beneficios de la dieta y el ejercicio tradicionales”.
Los altos costos económicos de no tratarla a tiempo
Maria Gabriela Rovira, que es actualmente vicepresidente de la Sociedad Argentina de Diabetes, llamó la atención sobre otro punto relacionado con la falta de control y prevención en tiempo y forma de la diabetes. Según esta experta, este tema no solo tiene fuertes implicancias sobre la buena salud pública, sino también sobre los presupuestos dedicados al sector. “Es que los costos relacionados con el tratamiento y el control de las complicaciones de la diabetes sugieren que los costos relacionados con esta patología implican entre el 5 y el 20 % del gasto total que se hace en temas de salud en diversos países de América Latina”, detallan los expertos.

En este punto, aporta su granito de arena al debate un estudio argentino, publicado este año en la revista científica «Medicina de Buenos Aires”, que midió el costo directo de tratar la diabetes en 2021 y este ascendió a -en promedio- entre US$ 1774 y US$ 1808 por persona por año. También se encontró que la complicación más costosa de la diabetes es el accidente cerebrovascular. ¿En qué se “van” estas sumas? Entre los costos directos se consideran las consultas profesionales, los estudios de laboratorio y de diagnóstico por imágenes, medicamentos, hospitalización, rehabilitación y otras intervenciones asociadas.
Avance argentino que abre la puerta a futuros nuevos tratamientos
En el marco del Día Mundial de la Diabetes que se recordó ayer, un equipo de científicos que trabaja en el Instituto de Investigaciones en Medicina Traslacional, dependiente del Conicet y la Universidad Austral, aportó una pista inesperada para proteger a las células que producen insulina. El grupo —liderado por el investigador Marcelo Perone— comprobó que las células beta del páncreas pueden “aprender” a resistir daños moleculares tras ser expuestas a dosis muy bajas y transitorias, de una frecuente molécula asociada a la inflamación: la interleuquina-1 beta. El hallazgo —que originó un artículo que se publicó en la revista científica “Cell Death & Disease”— sugiere que un estímulo molecular que, en altas concentraciones, destruye a estas células podría, si se usa en niveles mínimos, activar mecanismos de defensa capaces de mejorar su supervivencia. El fenómeno, conocido como hormesis, abre la puerta futura al desarrollo de estrategias y fármacos que fortalezcan la resiliencia de las células beta y ayuden al organismo a conservar su capacidad natural de producir insulina y mejorar la prevención, retrasando la progresión de la enfermedad.
El último Atlas (2025), elaborado por la Federación Internacional de Diabetes, dio cuenta de que el 11,1% —o sea, 1 de cada 9 personas— de la población adulta global (de 20 a 79 años) padece diabetes. Y más de 4 de cada 10 no saben que la padecen.
