Trump y Xi Jinping se reunirán en medio de señales de acercamiento comercial y tensión por Taiwán
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se encontrará con su homólogo chino Xi Jinping el próximo jueves en Corea del Sur, en su primer encuentro cara a cara desde 2019. La cita marca un nuevo intento por acercar posiciones en torno a un acuerdo comercial entre las dos mayores economías del mundo, en medio de un escenario de creciente incertidumbre no solo por la «guerra arancelaria» sino por el estatus de Taiwán, considerada una «línea roja» por Beijing.
Durante años, en Estados Unidos, un país aquejado por una creciente polarización política, pocos temas generaron tanta unanimidad como China: el gran adversario que Washington está destinado a confrontar en el siglo XXI. Pero, como en tantos otros frentes, Trump desafió esas viejas certezas con un inusual elogio a Xi Jinping. En una entrevista con Fox News, pese a mantener una retórica dura hacia Beijing, Trump calificó a Xi como «un tipo brillante». «Gobierna a 1.400 millones de personas con puño de hierro: inteligente, brillante, todo perfecto. No hay nadie en Hollywood como este tipo«, afirmó.
El presidente estadounidense, que suele destacar su habilidad para negociar y su carácter de «pacificador mundial», elogió públicamente su relación con el mandatario chino en términos similares a los que utilizó para referirse al ruso Vladimir Putin, con quien intentó —sin éxito— lograr avances en torno a la guerra en Ucrania.
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Detalles de la cumbre entre Xi Jinping y Trump en Corea del Sur
En los días previos a la cumbre, pautada para el próximo jueves 30 de octubre, Trump destacó la fortaleza de su vínculo personal con Xi y sostuvo que, gracias a esa relación, dudaba que China decidiera tomar por la fuerza el control político de Taiwán, la isla autogobernada bajo un esquema liberal-occidental que Beijing reclama como parte de su territorio.
Más allá de la disputa geopolítica, las negociaciones por un acuerdo comercial serán uno de los ejes centrales de la agenda bilateral. En los meses anteriores, el presidente alternó entre aumentar y reducir las amenazas de nuevos aranceles a los productos chinos, en el marco de los anuncios del Liberation Day de abril pasado que derivaron en aranceles recíprocos por parte de Beijing.
En ese contexto, el pasado fin de semana delegaciones de ambas partes aseguraron que las conversaciones arancelarias «avanzaron» tras los encuentros en Kuala Lumpur, Malasia, sede de la cumbre de la ASEAN 2025. Asimismo, se espera que discutan otras áreas relevantes para la relación bilateral: el comercio de tierras raras, el futuro de TikTok, el comercio de fentanilo, el tráfico marítimo y las exportaciones de soja, entre otros.
Taiwán, eje de tensión
Mientras tanto, el jefe de la cancillería estadounidense, Marco Rubio, —un firme defensor de la autonomía de Taiwán durante su etapa como legislador en la Cámara alta— aseguró el sábado que Estados Unidos «no estaba considerando abandonar Taiwán» a cambio de un acuerdo comercial con Beijing. Ante el revuelo de sus declaraciones, el gobierno chino volvió a reiterar la premisa fundamental de su diplomacia: «Taiwán es parte inalienable del territorio chino».
Así lo afirmó este martes 28 de octubre el portavoz de la Cancillería china, Guo Jiakun. En su habitual rueda de prensa, el representante del gobierno chino no dejó margen de dudas respecto a la «línea roja» de la diplomacia china: «La mayor amenaza para la paz y la estabilidad en el Estrecho de Taiwán actualmente son las actividades separatistas de las fuerzas que promueven la independencia de Taiwán y la connivencia y el apoyo externos que reciben. China se opone firmemente a cualquier interacción oficial entre Estados Unidos y la región china de Taiwán, sea cual sea su forma».
Henrietta Levin, exfuncionaria del Departamento de Estado y hoy investigadora del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), advirtió que existía incertidumbre sobre la postura que adoptaría Trump frente a Taiwán. «Antes, las posiciones de ambos países eran predecibles: cada parte exponía su postura sobre Taiwán y luego pasaban a otro tema. Ahora había dudas sobre cómo respondería Trump cuando Xi inevitablemente le planteara sus demandas sobre la isla», explicó a AFP. Levin remarcó que el presidente «se sentía cómodo, a diferencia de sus predecesores, en vincular temas estratégicos con cuestiones económicas tácticas y con la posibilidad de cooperar con China en distintos ámbitos».

China, por su parte, rechazó durante décadas las ventas de armas estadounidenses a Taiwán y buscó que Trump declarara explícitamente que Estados Unidos se oponía a la independencia de la isla, más allá de la actual posición oficial, según la cual Washington simplemente «no la apoya».
Trump y Xi Jinping: un vínculo transaccional
Durante su primer mandato, Trump ya había celebrado en 2019 un «acuerdo histórico» con China que preveía compras adicionales por 200 mil millones de dólares en exportaciones estadounidenses. Sin embargo, el entendimiento se frustró, al menos en parte, por la pandemia de Covid-19. Hacia el final de su primer mandato (2017-2021), el presidente atacó con dureza a Beijing por el «virus chino», expresión que marcó su discurso durante la crisis sanitaria mundial.
Su sucesor, Joe Biden, mantuvo e incluso profundizó la presión sobre China: impuso nuevas restricciones a la importación de tecnología sensible, aunque también buscó acuerdos puntuales en temas específicos.
Para Yun Sun, investigadora del Centro Stimson, China no aspiraba necesariamente a una relación cordial con Trump, pero compartía con él un enfoque pragmático y transaccional. «A los chinos no les gustaba su estilo, pero lo veían como alguien con quien podían trabajar», sostuvo.
Según Sun, en Beijing reconocían que el republicano había sido más cooperativo —o al menos más flexible— en cuestiones donde la administración Biden se mostró inflexible. Como ejemplo, citó la negativa del gobierno de Trump a permitir que el presidente taiwanés Lai Ching-te hiciera escala en Nueva York durante un viaje a América Latina, una práctica antes habitual pese a las protestas chinas.
Por su parte, Ryan Hass, exasesor principal de Barack Obama para asuntos de China, señaló que existe una desconexión entre el Trump que busca acuerdos y una burocracia estadounidense todavía enfocada en contrarrestar la influencia de Beijing. Además, puso en duda que el gobierno chino tuviera interés en un entendimiento profundo con el republicano.
«China buscaba ubicarse en el centro y empujar a Estados Unidos hacia la periferia, no compartir ese centro con Washington”, explicó Hass, actualmente investigador senior del Instituto Brookings, reportó AFP. Según su visión, un eventual pacto con Trump podría haber sido solo una maniobra temporal. «No veo que el interés de China se vea favorecido al desbloquear un gran acuerdo económico con Estados Unidos», agregó.
CD/MU
