Thiago Medina brindará por sus hijas gemelas -Laia y Aimé-, por la reconciliación con Daniela Celis, a quien conoció en el paso de ambos por Gran Hermano. Levantará la copa por extender los buenos deseos a su familia, a sus amigos. Pero sobre todo, brindará por su vida. Porque a casi cuatro meses de su brutal accidente en moto, Thiago sigue en pie. Y nada más importa.

En rigor, la última es una frase hecha. Porque el choque dejó sus secuelas, que si bien no son lo más trascedente -por encima de todo, la vida-, allí están. Por caso, Thiago ha contado que en los días de humedad le duele «todo el cuerpo». Todavía continúa en tratamiento. «Y me dijeron que al sacarme el bazo soy más propenso a enfermarme”, contó, semanas atras. Durante su internación perdió 22 kilos. Y su cuadro fue tan delicado que podría haber necesitado de una sillas de ruedas para siempre.

Pero además, están las marcas visibles. Las cicatrices. Y esas todavía le cuestan.

THIAGO MEDINA MOSTRÓ LAS CICATRICES DE SU ACCIDENTE

«Les voy a contar algo que me está pasando», escribió Thiago sobre el margen de una selfie que se tomó frente a un espejo, y que posteó en su Instagram. En la imagen se lo observa con el torso desnudo: «Me da vergüenza andar en cuero -agregó-. Ahora, ni adelante de Dani puedo estar sin remera«.

Medina se refiere a una extensa cicatriz que atraviesa su abdomen, de arriba a abajo, y que queda visible en su posteo a corazón abierto. Y si bien cualquier podría decirle que eso no es lo que importa, en este caso las únicas emociones que valen son las suyas, y las de nadie más.

«Lo que es saber que gracias a estas cicatrices estoy vivo, es algo que me va a marcar para toda la vida -se sinceró-. También saber que todo lo que pasé fue por algo. Gracias a Dios, y a todos ustedes que oraron por mí, estoy acá».

Hoy, en Año Nuevo, Thiago brindará por los suyos. Pero también por él. Por lo pasado y por todo lo que le queda por disfrutar. Por las marcas que deja la vida. Aunque cuesten.