“Tenemos que unir todas las luchas”: la voz de una jubilada que marcha cada miércoles frente al Congreso
Como cada miércoles, un grupo de jubilados y pensionados volvió esta tarde a las puertas del Congreso de la Nación. Con bombos, carteles y bastones, avanzaron por la avenida Rivadavia entre cánticos y bocinazos, mientras un cordón policial rodeaba el edificio legislativo. Reclaman lo mismo desde hace meses: la recuperación del poder adquisitivo perdido y una respuesta del Gobierno de Javier Milei ante lo que describen como “una situación insostenible”.
Entre las banderas de los Jubilados Clasistas, sobresalía Carmen Guiñez, de voz firme y mirada cansada. “Ya vinimos más de mil cuatrocientas veces al Congreso”, contaba, dejando claro que lleva años marchando. “Antes dábamos la vuelta completa alrededor del Congreso, pero ahora nos vallan y no nos dejan manifestarnos. Nosotros solo pedimos que nos aumenten, porque cada día estamos peor”.
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Carmen no hablaba solo de jubilaciones: su discurso reflejaba un malestar más amplio. “Tendríamos que unirnos todos los trabajadores —jubilados, estudiantes, docentes— porque esto se está profundizando. Milei va a vender todo nuestro país a Estados Unidos. Agachamos la cabeza para seguir acá y cada día estamos peor. Se llevaron el oro, el petróleo… y nadie sabe qué pasó con eso. Y encima cierran escuelas, fábricas, y los hospitales ya no tienen frazadas ni sábanas. Es muy triste todo esto”, lamentaba.
En su relato se mezclaban bronca, nostalgia y claridad. “El otro día a una amiga la operaron y tuvimos que llevarle una frazada porque tenía frío. Nunca vi algo así. Quieren ponerle precio a los hospitales públicos, a las escuelas. Y los alquileres están imposibles: doscientos, trescientos, quinientos mil pesos… nosotros no ganamos eso. No damos más”, expresaba, con la sencillez de quien habla de lo cotidiano y lo urgente a la vez.
Carmen trabajó toda su vida en el Gobierno de la Ciudad y también fue docente. “En la época de Alfonsín tuve que dejar uno de los dos trabajos porque no se podía tener ambos dentro del mismo sistema. Me quedé con renta y ahí me jubilé. Pero no alcanza. Cocino con lo poco que tengo, trato de hacer maravillas, pero hay remedios que no puedo comprar. Entre los servicios, las expensas y la comida… no sé cómo hacemos. Así vivimos todos los jubilados”, relataba sin dramatismo, pero con una dignidad que se sentía en el aire.
Sobre la represión policial, aseguraba no tener miedo: “Estuve muchas veces en medio de la represión. Miedo no tengo, pero me da bronca. Sigo ahí, firme, tratando de dar el ejemplo a la juventud. Eso es lo más importante: que sigan luchando, que estudien. Siempre les digo: estudien, porque con estudios ya te llevan de las narices; sin estudio, peor”.
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Con los bombos aún resonando frente al Congreso, Carmen se alejó despacio, con la convicción intacta: “Tenemos que unir todas las luchas y salir para una huelga general. Hasta que nos den lo que nos corresponde”.
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