Se viene la temporada de asados: el truco simple para que tu parrilla quede como nueva
Con la llegada del calor y las ganas de compartir más tiempo en casa, la parrilla vuelve a convertirse en la gran protagonista de las reuniones. Ya sea un asado improvisado, verduras grilladas o una simple merienda al aire libre, tenerla limpia y en condiciones es casi un ritual previo. Pero entre la grasa pegada, el hollín y los restos de la última cocción, muchas veces la limpieza se transforma en una tarea que postergamos una y otra vez. La buena noticia es que existe un truco casero, simple y efectivo que devuelve el brillo sin esfuerzo ni productos agresivos.
Todo empieza incluso antes de que la parrilla se enfríe por completo. Aprovechar el calor residual es la clave que muchos pasan por alto. Cuando las brasas ya están apagadas pero la superficie aún conserva temperatura, la suciedad comienza a desprenderse con mucha más facilidad. Es en ese momento cuando conviene pasar un cepillo metálico o incluso una bola de papel de diario para remover la grasa acumulada y los restos de comida que quedaron adheridos.
El verdadero secreto, sin embargo, está en un ingrediente que seguro tenés en tu cocina: el limón. Cortado a la mitad y pasado directamente sobre los fierros tibios, actúa como un potente desengrasante natural. La acidez se encarga de despegar la suciedad más rebelde, mientras deja un aroma fresco que elimina el olor penetrante del humo viejo. Si lo combinás con un poco de agua caliente y unas gotas de detergente, el efecto se potencia y en pocos minutos la parrilla empieza a recuperar su aspecto limpio.
Una vez que la superficie está libre de restos visibles, alcanza con pasar un trapo húmedo para retirar cualquier exceso. Si querés darle un toque final y proteger los fierros para el próximo uso, un papel de cocina apenas humedecido en aceite ayudará a formar una película fina que evita la oxidación y deja todo listo para tu próxima juntada.
Este pequeño ritual, que lleva menos de diez minutos, no solo mantiene tu parrilla impecable, sino que también mejora el sabor de lo que cocinás, evitando que se mezclen restos antiguos con los nuevos alimentos. Así, cada encuentro en casa empieza con el pie derecho y sin esa sensación de “deuda pendiente” que genera una parrilla sucia.
Con un mínimo de dedicación y este truco simple, la parrilla vuelve a ser una aliada infalible de las tardes largas, las risas compartidas y, claro, los mejores asados del verano.
