Santiago O’Donnell presentó «Filtraciones», una mirada sobre el poder y la verdad en tiempos de desinformación


Entre estantes de madera, plantas y grandes ventanales en la intersección de Charlone y 14 de Julio, la librería y cafetería Naesqui, en el corazón de Villa Ortúzar, fue el escenario de la presentación de Filtraciones, el nuevo libro de Santiago O’Donnell, publicado por Sudamericana. La conversación estuvo moderada por María O’Donnell y Hugo Alconada Mon, compañeros de ruta y de debates profesionales que compartieron con el autor una tarde cálida y reflexiva.

Entre el público se encontraban periodistas, familiares, y los abogados Damián Loreti y Cristian del Rosario, quienes representaron a O’Donnell en la causa judicial iniciada por Mariano Macri, protagonista de su libro “Hermano”. Aquella batalla legal —que llegó a la Corte Suprema y terminó con un fallo favorable al periodista— marcó un precedente clave en defensa de la confidencialidad de las fuentes y la libertad de prensa.

En Filtraciones. Periodismo, política y servicios, Santiago O’Donnell revisa los grandes hitos del periodismo de filtraciones: desde los Papeles del Pentágono hasta los Panama Papers, pasando por los cables diplomáticos de WikiLeaks, los documentos de Edward Snowden, los archivos vaticanos y los audios del “coimagate” argentino, para plantear una tesis central: en una era dominada por la propaganda y la desinformación, las filtraciones se convirtieron en el último refugio de la verdad.

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El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

Santiago O’Donnell presentó Filtraciones, su nuevo libro.
María y Santiago O’Donnell

Para O’Donnell, las filtraciones no son un acto de espionaje ni una violación del secreto, sino una forma legítima de democratizar la información. “La información no se roba, se accede —explica—. Cuando se trata de hechos de interés público, divulgarla no es un delito, es un deber. Una vez que comprobamos que la información es verdadera, es nuestra obligación revelarla«.

En su visión, la opacidad es una forma de poder: “Cuanto más secreto tenés, más poder tenés”, explicó. Por eso considera que las filtraciones son la grieta por la que vuelve a circular la información que el poder busca retener. Frente al ruido de la propaganda y las fake news, recuperan el valor documental del periodismo y reponen el vínculo original entre verdad, ética y acceso ciudadano a los datos.

Desde el sitio Filtraleaks, que dirige y donde sigue casos de filtraciones locales e internacionales, O’Donnell defiende la naturaleza probatoria de este tipo de periodismo. “Las fake news se derrumban porque no resisten la verificación. Las filtraciones, en cambio, se sostienen en pruebas: documentos, audios, videos. Esa materialidad las vuelve imposible de reemplazar por narrativas o discursos».

Los límites de la profesión

Durante la presentación, María O’Donnell abrió el debate planteando las preguntas éticas del periodismo contemporáneo: “La noticia no puede ser cualquier cosa. Tiene que respetar ciertos procedimientos. El modo en que se obtiene la información también es una pregunta ética”, dijo, retomando la tensión entre moral personal, legalidad e interés público.

Esa reflexión dio pie a una respuesta de Santiago O’Donnell, que retomó un ejemplo del debate internacional sobre filtraciones y campañas políticas. “En el caso de Hillary Clinton se acusó a los medios de interferir en la elección por publicar filtraciones. Pero es imposible hacer periodismo de campaña sin interferir en la campaña —respondió—. Todo periodismo interfiere».

Santiago O’Donnell presentó Filtraciones, su nuevo libro.
María y Santiago O’Donnell, junto a Hugo Alconada Mon, compartieron anécdotas en una presentación íntima y distendida

Por su parte, Hugo Alconada Mon llevó el diálogo al terreno práctico, recordando su experiencia en casos complejos de corrupción y espionaje digital. “No toda filtración es reactiva. Nosotros golpeamos puertas, hablamos con fuentes, generamos confianza. A veces cruzás una línea, pero porque el interés público está por encima”, señaló.

Uno de los ejemplos que mencionó fue el caso de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), que investigó en el marco de presuntas maniobras de sobornos. En septiembre de 2025, Alconada Mon reveló que Fernando Cerimedo —exasesor del presidente Javier Milei— había ratificado ante la Justicia los dichos de Diego Spagnuolo, exfuncionario del organismo, sobre un circuito de coimas y contrataciones irregulares. El periodista relató cómo trabajó durante días para verificar la autenticidad de los audios y rastrear a las fuentes implicadas, en un clima de tensión interna dentro de La Libertad Avanza.

“Cuando todo está volando por los aires y nadie sabe si algo es cierto o no, uno de los roles del periodista es ir un poco más allá, tomarse el tiempo de chequear”, explicó. “Conclusión: si es verdad, luz verde, muchachos».

Entre risas, los tres periodistas compartieron anécdotas de sus años de trabajo con materiales sensibles y recordaron que, incluso en tiempos de vértigo informativo, el periodismo sigue requiriendo paciencia, método y chequeo.

Filtraciones, de Santiago O’Donnell

En otro tramo de la presentación, Santiago O’Donnell desarrolló una de las ideas centrales del libro: “El que controla la información controla el poder. Más que quien controla las armas o el dinero. Cuanto más opaco y más secreto, más poder. Por eso, cuando la información no circula, las democracias mueren«.

El periodista también cuestionó la criminalización de las filtraciones y la confusión deliberada entre espionaje y periodismo. “No se puede robar información. Se puede acceder o no. Publicar datos de interés público no es espiar: es cumplir un deber democrático”, sostuvo.

En ese punto, O’Donnell recordó la persecución judicial contra Julian Assange, fundador de WikiLeaks, con quien trabajó durante la difusión de los cables diplomáticos. Aseguró que su encarcelamiento fue consecuencia directa de esa confusión entre revelar y espiar. “Assange no hizo espionaje —dijo—; hizo periodismo. Y fue castigado por exponer la verdad«.

Para el autor, ese caso marcó un punto de inflexión en la relación entre prensa, Estado y secreto: mostró hasta qué punto los gobiernos están dispuestos a usar la ley para silenciar a quien publica información incómoda.

También destacó el surgimiento de nuevas figuras, como los alertadores mexicanos que revelaron las Televisa Leaks: “En América Latina recién estamos empezando a tener whistleblowers públicos. No son espías ni traidores: son ciudadanos que deciden romper la opacidad».

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Cerca del cierre, Santiago se permitió un momento personal. “Invité a Hugo porque es el mejor periodista de investigación del país. Y con María comparto más de treinta años de colaboración periodística: todos los sábados nos juntamos en su casa a hablar de periodismo. Este libro también es de ellos”, dijo, visiblemente emocionado.

El encuentro terminó con aplausos y con un tono de camaradería entre los tres periodistas, que coincidieron en que Filtraciones no es un alegato aislado, sino una conversación urgente sobre el futuro del oficio.

O’Donnell advirtió que, ante el avance de la tecnología y las nuevas formas de vigilancia, los límites entre lo público y lo privado son cada vez más difusos y que las leyes deben ser revisadas y actualizadas para proteger tanto la intimidad, como el derecho ciudadano a la información. En ese equilibrio —sostuvo— se juega el próximo desafío del periodismo: seguir revelando lo que el poder busca ocultar sin dejar de defender los principios democráticos que lo hacen posible.

Santiago O’Donnell presentó Filtraciones, su nuevo libro.
Con Filtraciones, Santiago O’Donnell completa una trilogía iniciada con ArgenLeaks y PolitiLeaks

Una trilogía sobre el poder y la información

Con Filtraciones, Santiago O’Donnell completa una trilogía iniciada con ArgenLeaks y PolitiLeaks, consolidada luego con ArgenPapers. Más que una sucesión de grandes investigaciones, el libro propone una mirada sobre cómo cambió el periodismo en un ecosistema mediático atravesado por intereses económicos, políticos y tecnológicos.

“Estamos en una época en la que todos somos periodistas: cualquiera cuenta historias, cualquiera publica. Ya no tenemos el monopolio de la noticia ni del relato. La única función que nos queda es revelar secretos”, resume O’Donnell.

ML





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