Salen a la luz cartas de W. H. Auden a Hugo Kurka, su amante rufián vienés



“Un golpe de suerte excepcional para los estudios literarios: en 2023, gracias a un reportaje televisivo de la emisora pública ORF Niederösterreich, se descubrió una colección de correspondencia desconocida del poeta británico-estadounidense Wystan Hugh Auden (1907-1973). Este extraordinario hallazgo ofrece nuevas perspectivas sobre la vida, la obra y las relaciones personales de uno de los escritores angloparlantes más influyentes del siglo XX.”

De esta manera anunciaba la Academia de Ciencias de Austria el proyecto Auden in Austria Digital donde se publicaron, hasta ahora, 84 piezas (postales y cartas), enviadas por Auden a su “amante, amigo y confidente” Hugo Kurka entre 1960 y 1970, esto incluye tarjetas mortuorias alusivas enviadas por familiares y el compañero “de vida” del poeta, el también poeta y traductor norteamericano Chester Kallman.

Si bien los estudiosos vieneses muestran entusiasmo, incluso destacando que este material abre una investigación sobre cuestiones de género en el país, el texto mismo de las cartas, su brevedad y consistencia, muestran más formalidad y familiaridad (refiriendo a la esposa de Hugo con suma confianza y complicidad), sugiriendo que la relación de “amante y confidente” puede ser desplazada por “amigo y protegido”. Hugo no era rico y Auden nunca fue pobre. En esas cartas puede leerse: 18-08-1964: “Estimado Hugo: Ya estamos de vuelta en casa, pero en este momento tenemos invitados. Iré a Viena lo antes posible y te avisaré. Atentamente. Wystan”. 04-05-1966: “Estimado Hugo: No. Te dije que te daría un cheque en dólares. Entrega mi cheque al concesionario y espera a que se abone. Doce días no es mucho. Tu amigo. Wystan”. 29-01-1969: “Querido Hugo: ¡Dios mío! Todos estamos como hechizados. Lamento muchísimo tu caída. Sobre Mi lucha, creo, es… imposible. Es fácil comprar un ejemplar aquí. Solo sería muy valioso si fuera una primera edición; y no sé nada del mundo de los bibliófilos: Siempre tu amigo, Wystan”. Y en la postdata de la carta del 27-03-1970: “¿Estás contento de que los Rojos hayan ganado?”.

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Que W. H. Auden era homosexual carece de novedad, ya en un libro publicado en 1984 –Auden in Love, de Dorothy J. Farnan, Faber and Faber– se reproduce una carta para la Navidad de 1941 dirigida a Chester Kallman (1921-1975): “Porque eres tú, de Brooklyn, quien me has enseñado, desde Oxford, cómo el joven más liberal puede asumir que su dinero y su educación deberían poder comprar el amor; Como esta mañana pienso en el establo de la posada, pienso en ti… Porque la relación necesariamente seria de un hijo con sus padres es símbolo, modelo y advertencia de cualquier amor serio que posteriormente pueda depender de su elección, porque para mí eres emocionalmente una madre, físicamente un padre e intelectualmente un hijo; Como esta mañana pienso en la Sagrada Familia, pienso en ti…”

Una reseña biográfica del poeta excede en varias páginas a esta nota, por ello es necesario fijar la atención en ciertos detalles relevantes. Su primer libro de poemas lo publica en 1930 a instancias de T. S. Eliot en Faber and Faber, de ahí en más su casa editora. Viajó a Berlín a fines de 1928, frecuentando el ambiente gay de la época durante nueve meses, lo hizo junto al novelista y amigo de la infancia Christopher Isherwood. El rumor es que llevó un diario de esa experiencia y que, por el contenido explícito, resulta tan obsceno como impublicable.

Otros viajes: España durante la Guerra Civil del bando Republicano, apenas unas semanas; China, durante la invasión japonesa; y Estados Unidos en 1939, escapando de la moral victoriana inglesa (Oscar Wilde y su destino resultaba ejemplar), separándose de Isherwood y entablando relación con Kallman. Con este último ingresa al círculo de la alta cultura musical norteamericana trabajando en libretos de óperas para, entre otros, Igor Stravinsky y Hans Werner Henze. Pero de lo que escapaba, también, era de su aparente mácula como poeta de izquierda: nunca abandonó la aristocrática posición estética de Oxford, retornando al anglicanismo familiar. De hecho, la sombra de sospecha es que Auden siempre fue un “intelectual-espía” de Occidente en plena Guerra Fría. Y el nombre clave para esto: Nicolas Nabokov, el primo de Vladimir, músico y pleno agente de propaganda cultural de la naciente CIA.

A instancias de este, Auden trabajó en la Alemania de postguerra, tarea que derivó en privilegios académicos, becas y premios. Así, con el dinero del Premio Fetrinelli (1947), compró una casa de verano en Austria, en Kirchstetten, a 70 km. de Viena, donde también recibió la protección de su traductora al alemán, Stella Musulin (1915-96), escritora e historiadora –nacida en la nobleza de Pembrokeshire como Stella Lloyd-Philipps, miembro la inteligencia británica durante la Segunda Guerra Mundial–, aristócrata austriaca por matrimonio, conocida como la baronesa Musulin von Gomirje.

Auden pasaba los veranos allí, escapando de Nueva York, siempre en compañía de Kallman, que ya no era su amante. De sus recorridos por Viena tomó contacto con Hugo Kurka, que parece ser no era el obrero o autóctono habitante sin recursos que estima la Academia de Ciencias de Viena. Según el escritor y crítico británico Oliver Soden, “Hugerl” (o Hugo) cumplió una condena por robo a domicilio. Y no solo eso, era el amante rufián de Auden. Destaca la anécdota de cuando el poeta sugirió a Musulin que bajara al patio a ver su Volkswagen. Había un agujero de bala en la carrocería del auto, que él señaló con orgullo. El mismo se produjo cuando el coche fue prestado a “Hugerl”, el amante vienés, quien huía a toda velocidad de un robo.





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