“Qué poca información”: la respuesta de La Casita Trans y su convocatoria a debatir



La Casita Trans ratificó fecha, sede y formato del segundo Congreso de Niñeces y Juventudes Trans en Córdoba: el lunes 17 de noviembre, de 9 a 16, en el Aula Mayor de la Universidad Provincial de Córdoba, habrá ponencias, talleres y mesas temáticas. Será una actividad autogestiva y abierta a familias, juventudes y equipos de salud y educación.

En diálogo con After Office (90.7), Santiago Merlo, presidente de la asociación, defendió la realización y rechazó el clima de presión. “Qué poca información, qué ignorancia las de ellos y qué intencionalidad detrás de esto”, dijo, y remarcó: “Una cosa es opinar libremente y otra es instigar a la persecución, al hostigamiento, como está sucediendo, e incluso cometer violencia de género, como lo ha caratulado la jueza”.

Entre el repudio y los apoyos

Las objeciones llegaron con fuerza desde sectores conservadores. El Legislador Hernández Maqueda presentó un proyecto de repudio y calificó al encuentro como una “aberración”. En paralelo, facultades de la UNC —como Filosofía y Humanidades y Sociales—, sindicatos y organizaciones adhirieron al congreso y repudiaron el hostigamiento. La organización invoca, además, un antecedente judicial de octubre en Córdoba que reconoció violencia simbólica y dispuso medidas formativas.

La voz de La Casita Trans

Merlo describe a la entidad como autogestiva e independiente, con casi 10 años de trabajo y el acompañamiento de más de 100 familias en la provincia. “Cuando una persona llega a La Casita Trans, por lo general es un padre, una madre, un abuelo, un docente, un médico, alguien del Estado”, explicó, sobre consultas que atraviesan escuela, salud y espacios comunitarios.

También pidió despejar confusiones frecuentes: “Esto no se contagia, no se educa, no se aprende. Yo soy quien soy desde que tengo uso de razón; soy un hombre trans, tengo casi 50 años”. Y precisó diferencias: “Identidad de género es quiénes somos y cómo nos sentimos; orientación sexoafectiva es con quiénes quiero vincularme; expresión de género es cómo me presento. Son cosas distintas. No puedo imponerle a otra persona una identidad o un nombre que no siente”.

Lo que se discute

Ante los planteos de “esperar” o de que “se les va a pasar”, Merlo fue enfático: “Sí saben: cada cual sabe quién es. Yo, a los cuatro años, ya sabía quién era. Si me nombraban con otro nombre no me daba vuelta porque no sentía que esa persona era yo”. Y desmontó mitos: “Como si yo saliera con un rayo transexualizador… o un kit con un bisturí. Es una locura. Primero, los cuerpos no se tocan en la niñez”.

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Marco legal y enfoque de cuidado

Merlo subrayó el punto de inflexión normativo: “La Ley de Identidad de Género (2012) brindó luz al mundo sobre cómo pensar las crianzas y las construcciones identitarias en términos de igualdad”. Recordó que, antes, los recorridos eran medicalizados y “patologizantes durante años”. Y señaló reconocimientos locales -como la conmemoración del 17 de mayo en Córdoba- dentro de un marco normativo más amplio.

Invitación al debate informado

Merlo ubicó responsabilidades en un entramado político y religioso y dejó una convocatoria abierta: “Hay grupos internacionales que bajan líneas y acá se materializa en iglesias evangélicas, legisladores y funcionarios. A ellos los invitamos: vengan al congreso el lunes 17, hablemos, debatamos”. Añadió que existen medidas cautelares y denuncias por violencia de género contra quienes hostigan.





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