¿Por qué seguir estudiando ciencia?
“El verdadero conocimiento es conocer el alcance de la propia ignorancia” Confucio
La muy tempranamente desaparecida Melina Furman, nos legó muy precisas respuestas a este interrogante: “…Como una apasionada por la educación en ciencias y su poder para generar una ciudadanía … más curiosa y al mismo tiempo más racional, sostengo que el pensamiento científico nos ayuda a pensar nuestros propios problemas, a generar innovación y a transformarnos en el país que queremos ser…Por eso es tan importante una buena enseñanza de la Ciencia para todos –también para los que no van a ser científicos- para que parte de su modo de ver el mundo incluya la curiosidad, la mirada crítica y el escepticismo, que son valores íntimamente asociados a la Ciencia como aventura intelectual”.
En la retórica clásica de Aristóteles, el dominio de Ciencia o conocimiento verdadero (episteme) era conceptualmente opuesto a doxa, (creencias, ilusiones u opiniones). A pesar de ello los dogmas – vertiente aplicada de lo segundo- han continuado diseñando los pensamientos y acciones de nuestras sociedades, haciendo para ello un velado o aún abierto culto de todo lo agnotológico, como forma intencional y deliberada de la ignorancia.
Epistemología
Es la rama de Filosofía que abarca el estudio formal de la Ciencia y que debe responder a preguntas fundamentales tales como:
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-¿Cuál es el objetivo de la Ciencia?
-¿Cuáles son las condiciones necesarias y suficientes del conocimiento científico?
-¿Cuáles son los objetivos y valores de la Ciencia
-¿Qué es cognoscible ante diferentes situaciones dadas?
-¿Cuán confiable puede ser este conocimiento?
Aunque existen como decía Ricardo Gómez, diferentes refutaciones a su “concepción del sentido común”, Aristóteles fue el que primero y mejor planteó los interrogantes respecto al ¿qué, por qué y para qué?, sus respuestas aún vigentes fueron describir, explicar y predecir.
El neopositivismo o empirismo lógico, Popper, Fleck, Kuhn, Lakatos, Feyerabend y muchos otros, intentaron -con algunas coincidencias, pero también profundas contradicciones- delinear diferentes abordajes y respuestas más o menos plausibles a todos estos interrogantes.
Lo que resulta indiscutible es que, sin Epistemología no puede plantearse ningún concepto como científico. No obstante ello, durante muchos años de docencia hemos observado que los conceptos, la validez de las teorías, los instrumentos y las concepciones epistemológicas en el contexto científico y metodológico han recibido escasa o nula atención formal en la educación curricular de grado y aun posgrados en importantes campos de indispensable aplicación y práctica profesional.
En el campo biomédico por ejemplo, resulta evidente que una mejor comprensión epistemológica, debe centrarse entre otros aspectos, en definir o aun refutar conocimientos relevantes para determinar la validez o no, de múltiples decisiones clínicas.
Aunque se argumente contra el objetivo de búsqueda de la verdad, el conocimiento científico es esencial a todas las decisiones médicas, siendo crucial no solo para aquellos que deben brindar prestaciones asistenciales, sino también para todos los que esperamos recibir los eventuales beneficios de éstas.
Claramente, todas las actividades asociadas con la producción y uso de conocimiento científico, también el biomédico, deben entonces considerarse como prácticas epistémicas. Cochrane (1972), Ashcroft (2004) y muchos otros plantearon la necesidad de reevaluar epistemológicamente las teorías de evidencia e inferencia, causalidad y correlación, los juicios clínicos y el conocimiento colectivo, la estructura de la teoría médica y la naturaleza de la efectividad clínica.
La “ignorancia erudita”
Para evaluar estas circunstancias, es menester potenciar individualmente y en todo lugar, las capacidades y actitudes de análisis y debate crítico, sometiendo a reconsideración constante, los diversos postulados o supuestos científicos que dan lugar a nuestras diferentes conjeturas.
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Actitudinalmente se debe subrayar también la importancia de una adecuada demarcación científica, elemento indispensable para identificar y discernir los procesos de imposición de preferencias sociales, detectando intereses subyacentes e interferencias, y profundizando sobre sesgos y mecanismos de estructuración de estas prioridades en diferentes campos.
Eric Arthur Blair más conocido por su seudónimo George Orwell, desarrolló figurativamente ejemplos extremos de “ignorancia elaborada” en su famosa novela 1984. “La ignorancia es la fuerza y esta depende del proceso del ‘doblepensar’, facilitando dictar la realidad, controlar el pasado y el futuro, convirtiendo así el desconocimiento… en un elemento crucial de su poder”.
En su posterior ensayo Ignorancia erudita, criticó formalmente la manipulación social y política del conocimiento que ejercen diferentes individuos desinformados, afirmó: “es espantoso que personas tan ignorantes tengan tanta influencia”.
¿Habrá oído Orwell nuestro histórico y autóctono: “… alpargatas sí libros no” surgido en el año 1944, en un enfrentamiento callejero entre obreros y estudiantes universitarios opuestos al control sindical de las universidades?
Sin caer en el extremismo Orwelliano, debemos seguir sí planteando la necesidad de incorporar sólidos conocimientos de una Epistemología crítica en toda formación curricular, también en formaciones de grado que deben integrar profesionales capaces de evaluar, revisar críticamente, aplicar, refutar o corregir, conjeturas científicas más o menos formuladas.
Con el humor sarcástico que lo caracterizaba Benjamín Franklin afirmó: “Todos nacemos estúpidos. Pero hay que trabajar muy duro para permanecer ignorante”. Asumamos juntos el pedido de Melina, promoviendo una buena enseñanza de la Ciencia para todos –también para los que no van a ser científicos-.