Parra: «La macro se acomoda, pero la micro sigue a la buena de Dios»


Sebastián Parra lleva tres meses al frente de la Cámara de Comercio de Córdoba, en un año particularmente difícil para el consumo. También dirige Familia Parra, la histórica concesionaria automotriz, lo que le da una doble mirada: la institucional, desde la representación gremial, y la empresarial, desde la trinchera del día a día.

El diagnóstico que plantea es claro: la estabilización de algunas variables (inflación más controlada, cierto orden en el tipo de cambio, normalización de importaciones) no alcanza todavía para motorizar la actividad diaria. El consumo interno sigue en baja y los comercios, dice, sienten el impacto de costos crecientes frente a ventas estancadas o descendentes.

El termómetro que utiliza Parra es el de la calle: las ventas cayeron en casi todos los sectores. La combinación de salarios reales deprimidos y falta de crédito accesible es letal para la demanda.

—Cumplís tres meses al frente de la Cámara de Comercio en un año complejo para el consumo. ¿Qué diagnóstico hacés?

—Hoy tenemos una dicotomía muy clara: la macroeconomía muestra señales de normalización, pero la micro está a la buena de Dios. Venimos de un comercio acostumbrado a sobrevivir con inflación y escasez de productos, cuidando el stock como herramienta de subsistencia. Ahora, con inflación más controlada, el desafío es otro: reinventarnos, mejorar procesos, bajar costos y competir en un mercado mucho más abierto y exigente.

—¿Cómo está impactando en el consumo esa transición entre la macro más ordenada y la micro debilitada?

—Las ventas están en baja en casi todos los rubros. El problema central es que no se ha recompuesto el poder adquisitivo de las familias. Mientras el salario real siga deprimido, la demanda no despega. Y al comercio le cuesta mucho sostener su estructura con costos crecientes: alquileres, insumos, impuestos, servicios. Hoy lo que vemos es un consumidor que compra lo justo, que piensa dos veces antes de gastar.

—En ese contexto, ¿qué rol juega el crédito?

—Es fundamental, y hoy está prácticamente paralizado. Las tasas de interés son altísimas y los clientes no las convalidan. Vender bienes durables sin financiación es imposible. Necesitamos que se normalicen las tasas y que los bancos acompañen con propuestas más razonables. Parte del esfuerzo lo podemos hacer los privados, pero otra parte depende del sector público. Sin crédito accesible, el consumo no arranca.

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—¿Cómo se posiciona el comercio frente a la apertura de importaciones y la irrupción de plataformas como Temu o Shein?

—Lo que pedimos es simple: igualdad de condiciones. No puede ser que entren productos del exterior que no pagan impuestos ni cumplen normas de calidad, mientras nosotros soportamos una carga impositiva enorme. Eso afecta a textiles, indumentaria, electrodomésticos, perfumería. La apertura se hizo sin diálogo, no tuvimos la oportunidad de plantear nuestra posición ante Nación. Con Provincia y Municipio tenemos canales de trabajo, pero a nivel nacional sentimos que no nos escuchan.

—Uno de los reclamos más fuertes que mencionás es la reforma impositiva. ¿Creés que es posible en esta gestión?

—No nos queda otra. Sea quien sea el que gobierne, la reforma impositiva es imprescindible. En el sector automotor, por ejemplo, el 54% del precio de un vehículo son impuestos, de los cuales 44 puntos son nacionales. Es insostenible. Tenemos que trabajar en simplificar y bajar la carga, y lograr ganancias no por monto sino por cantidad: cómo hacer para que el volumen de ventas genere más recaudación, en lugar de ahogar con impuestos cada operación.

—En septiembre las ventas de autos cayeron un 20% respecto de agosto. ¿Fue estacional o la suba del dólar frenó operaciones?

—Tradicionalmente, cuando subía el dólar, se aceleraban las ventas. Este año fue al revés: la suba dejó a la gente expectante, esperando a ver qué pasaba. Eso muestra que el mercado automotor está un poco menos volátil, pero también más cauteloso. Si no hay crédito ni poder adquisitivo, la gente espera.

—¿Qué expectativas tenés hacia adelante?

—Soy moderadamente optimista. Si logramos recomponer el ingreso de las familias y contar con financiamiento razonable, vamos a salir adelante. Desde el sector privado tenemos que seguir mejorando procesos e innovando en propuestas, y desde el Estado se necesita acompañamiento: crédito, simplificación burocrática y una reforma tributaria profunda. Nadie puede hacerlo solo, es un trabajo conjunto.

—¿Qué expectativas tenés hacia las próximas elecciones y el panorama político?

—El gran desafío es que el proceso electoral no desestabilice aún más la economía. Necesitamos un resultado razonable que valide políticas y dé previsibilidad. Hay tensiones en Buenos Aires que generan mucho ruido y repercuten en la economía real. Lo que pedimos es que se priorice al sector productivo y se lo defienda, gane quien gane.

Según su visión, el comercio necesita que el consumidor pueda destinar algo más de su ingreso a bienes y servicios más allá de lo básico. Pero eso, advierte, llevará tiempo. Mientras tanto, la estrategia pasa por ofrecer valor agregado, promociones y servicios diferenciales que seduzcan a un comprador cada vez más selectivo.

“No hay soluciones mágicas —resume Parra—. La competitividad se construye con procesos más eficientes y con reducción de costos que no agregan valor. Desde trámites burocráticos hasta alquileres, pasando por insumos e impuestos, todo pesa en la ecuación”.

Los autos chinos pisan fuerte

Aunque el foco de Parra está en la macroeconomía y el consumo, su rol como empresario automotriz le da una perspectiva privilegiada sobre otro fenómeno: la llegada de los autos chinos al mercado local.

La gran novedad es el desembarco de BYD (Build Your Dreams), gigante mundial de la electromovilidad. La marca ya alcanzó las mil preventas en menos de un mes a nivel nacional, con modelos eléctricos e híbridos que sorprenden por diseño, conectividad y prestaciones. En Córdoba, los dos concesionarios oficiales (Autocity y Parra) sumarían cerca de 200 reservas solo de la marca BYD, incluso sin que los clientes hayan podido probar todavía los vehículos. “Estamos entusiasmados: la electromovilidad va a despegar en Córdoba con estas nuevas opciones”, asegura Parra.

El Dolphin Mini, con 380 km de autonomía, es uno de los más demandados, junto al SUV Song Pro y el Yuan. La expectativa es que la llegada de estos modelos dinamice el mercado y marque el inicio de una nueva etapa para la industria automotriz local.





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