Pablo Semán: «El Gobierno templa las fuerzas de seguridad frente a un 2026 que se espera más conflictivo socialmente»

El sociólogo y antropólogo Pablo Semán sostuvo que “el Gobierno templa las fuerzas de seguridad frente a un 2026 que se espera más conflictivo socialmente”. En diálogo con Modo Fontevecchia Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190), advirtió que se busca desmovilizar a la población y que el miedo se ha convertido en un factor central del escenario político.
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Pablo Semán es un reconocido sociólogo, antropólogo y escritor argentino. Sus investigaciones se han centrado en las experiencias religiosas, musicales, literarias y políticas de los sectores más populares del país. Es investigador del CONICET y también profesor del Instituto de Altos Estudios de la Universidad Nacional de San Martín.
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Conecto la tapa de tu libro «Está entre nosotros», que tiene una serpiente, con la idea del regreso a los años 20 y 30 del siglo pasado, donde estaba el huevo de la serpiente en el surgimiento de la extrema derecha. ¿Llegaste a ver la serie de Mussolini?
Vi la primera temporada y estaba leyendo el libro. A mí me gustó muchísimo. Es muy diferente del libro, porque hay una presentación estética muy interesante.
Comparto. ¿Te generó reminiscencias con algo de la Argentina o con algo de Estados Unidos, con Trump?
En parte sí, en parte no. Las analogías para mí son como el inicio del pensamiento, porque a partir del contraste uno empieza a pensar, pero después tiene que resolver la especificidad de su tiempo. Tanto que el huevo de la serpiente, que era la figura que usaba (Ingmar) Bergman también en el cine para poder pensar el nazismo, en este caso es otra serpiente, porque los libertarios no se identifican negativamente, sino positivamente con la serpiente. Esa víborita es la víborita de Gadsden, que es un símbolo libertario que dice “No me pises”. Y es en referencia al Estado. Y en la representación del antifascismo y el antinazismo, el nazismo y el fascismo eran la víbora. Pero claro, hay reminiscencias, puntos de contacto y también unas cuantas diferencias.
La serie me hizo pensar en los contrastes y en la especificidad de nuestro tiempo. Por ejemplo, el ascenso del fascismo es por medio de un tipo de violencia que en este momento no está ocurriendo. No es la violencia física de la época del fascismo. También eran otras condiciones, con tropas desmovilizadas y partidos obreros con una presencia callejera que no tienen hoy los partidos obreros. Este Gobierno, que es muy autoritario, no se ha visto ni obligado ni permitido a hacer ese tipo de uso de la violencia. Y hay resistencias que se manifestaban al fascismo que no se manifiestan actualmente, porque este Gobierno tiene una especie de consenso más o menos pasivo, más o menos activo, que es muy diferente del que produjo el fascismo en su ascenso. Más allá de eso, también hay que ver cómo es el consenso del Gobierno.
Uno de los aspectos del ascenso del fascismo es la violencia que hoy no se da. ¿No encontrás que cuando los libertarios en las redes sociales dicen “somos el brazo armado” con sus celulares o “la guardia pretoriana de Milei”, se ve que lo que era la violencia física en aquel momento a una violencia simbólica en las redes, que puede generar la misma intimidación y lograr el mismo efecto de miedo?
Creo que hay un efecto de intimidación, y eso es muy importante. En el caso argentino, y en el caso de las emergencias de las extremas derechas en América Latina, es una intimidación que va de la mano de la descomposición de las organizaciones populares que están en el periodo previo. Entonces, hay una economía de la violencia que es muy diferente.
Es demasiado comparar los Fasci di Combattimento o la SS con los trolls libertarios, entre otras cosas porque la intimidación que producen vía redes sociales no es la mayor intimidación que causa el mundo libertario. Trabajo mucho en territorios, hago entrevistas y voy a la casa de la gente, y eso no tiene ninguna incidencia. Lo que tiene incidencia es otra cosa: es que el Gobierno descapitalizó a las organizaciones populares, y a través de sus operadores las condiciona. Entonces, esas organizaciones, que eran una existencia política pero también social, se ven muy disminuidas.
Entiendo que a veces uno tiende a creer que la sociedad de las pantallas es como un proxy muy fuerte de lo que ocurre en la vida real, o en la vida offline, porque la vida online también es vida real. Y me parece que hay que integrar mejor los datos de ambas cosas. Una de las cosas que yo estoy viendo con gente que hace consultoría y análisis políticos es que hay que empezar a integrar mediciones de todo tipo, porque no me parece que sea un capo de un Auschwitz un troll libertario. Sí coincido en que eso produce efectos de intimidación junto a otras cosas que producen intimidación.
El modelo represivo del Gobierno probablemente sea una de las cosas que más disuade a alguna gente que podría salir a la calle de hacerlo. Yo voy a manifestaciones, y me encuentro con gente que ya iba a manifestaciones, pero no sé qué pasa con los que no fueron. Y creo que muchos de los que no van tienen miedo de los hechos de violencia que desencadena la Policía, por ejemplo, en ese modelo agresivo que es un poco aleatorio a propósito. Casi nunca la Policía enfrenta a los manifestantes exclusivamente en el lugar donde ocurre la manifestación, aunque a veces también. Pero otra cosa que hacen es agarrarlos a la salida, cuando están aislados, cuando ya no pasa nada, y cuando probablemente esa persona que se llevan ni siquiera es un manifestante.
Entonces, esa capacidad de intimidación que está, o que vino desarrollando el Gobierno, la localizo en varios lugares, no en uno solo. Ahora, insisto en que tiene el objetivo de desmovilizar a la población por la falta de referencias y por la falta de futuro, las dos cosas.
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En la columna con la que hoy abríamos el programa nos preguntábamos si Mamdani era un fenómeno barrial o un anticipo mundial. Eso mismo se había dicho de Milei en 2021. ¿Mamdani es un caso particular de una persona con características únicas o una ciudad con particularidades intrasladables, o implica el comienzo del fin de 50 años, iniciado con Thatcher y con Reagan, y que llega con Trump al paroxismo? ¿Qué significante es Mamdani?
No conozco mucho la política de los Estados Unidos, conozco lo que conoce cualquier lector de diarios más o menos avezado. Una de las cuestiones que es muy interesante en el caso de Mamdani es que él logró mostrar que la teoría fatalista del uso de las redes sociales, según la cual estarían solamente inclinadas a la derecha, no funciona. Él hizo muy buen uso de las redes sociales. Es muy interesante el uso de esas redes sociales, que a veces se ven como un plano inclinado a favor de la extrema derecha.
La segunda cosa que me parece importante de Mamdani es que él hizo una campaña además de online, una offline. Fueron millones de timbreos y propuestas de reunirse físicamente entre quienes movían su campaña, no solamente a los fines de la operatividad electoral, sino para promover encuentro social. Ese me pareció un dispositivo interesantísimo en esas características offline y en su combinación con lo online.
No sé si eso es algo que se va a replicar en todos los demás casos o si se puede replicar independientemente de otras características, pero me parece que hay ahí algo para pensar que desafía todas nuestras creencias previas sobre el crecimiento de las extremas derechas.
Me parece que va a haber un debate sobre si es replicable o no, si es un punto de inflexión o no. Me parece bien que pasen estas cosas en este momento, más que eso no puedo decir. No me voy a subir a una interpretación y decir que es el nuevo fetiche de la izquierda. Y tampoco puedo saber si esto es un punto de inflexión. El punto de inflexión depende de lo que se haga en distintos lugares y de que se advierta cuál es la novedad de Mamdani. Su significación histórica va a estar dada, en parte, por cómo se lo reciba en distintos ámbitos y qué se entienda de lo que plantea tanto su propuesta política como su modo organizativo.
En cuanto a la propuesta política, me parece muy interesante porque son propuestas de sentido común. En muchas otras épocas hubieran sido un programa totalmente de centro. Son propuestas que tienen en cuenta las reivindicaciones reales y expresadas por la gente. No representa intereses por jurisprudencia, sino por contacto con la vida social. Se nota que Mamdani conoce a la gente con la que trabaja y la gente que quiere que lo vote. No hizo un programa a pesar de que sea profesor de Columbia o hijo de profesores de Columbia. Es un programa democrático popular.
En eso sí se parece, en parte, a las reacciones que hubo en los años 30 contra los fascismos en Europa. Y eso me parece también que es un procedimiento muy interesante, porque uno se pregunta cómo se constituye una mayoría. No se constituye por un decreto algebraico, sino por puntos de encuentro reales que tienen los políticos con la sociedad.
Mamdani surge de un proceso de renovación del Partido Demócrata, proceso muy conflictivo al interior del espacio demócrata, porque tampoco es un demócrata estilo clásico. Hubo demócratas que se opusieron y se presentaron contra él. Pero hay una renovación de los espacios políticos en Estados Unidos, quizás un poco en espejo con la renovación que hubo también en el mundo republicano. Me parece también un dato interesante para pensar, porque conexión concreta con la gente, campaña híbrida y renovación política no creo que sean claves que no tengan nada que ver con lo que pasa con la oposición en Argentina.
A lo largo de las distintas épocas, desde el panóptico hasta la inteligencia artificial que usa el gobierno chino, el miedo es utilizado en la política. Vale recordar aquello de Maquiavelo que le decía al príncipe que era mejor ser odiado que amado, porque el amor era fluctuante, mientras que ser temido era algo permanente. En el caso de las camisas negras directamente era trompada, rompiendo dientes de una manera un poco más primitiva.
Y con muchísimos asesinatos…
Pero la mayoría de los estudios demuestran que el voto a favor de Milei fue el miedo a que la economía se descarrile, al regreso de un pasado de inestabilidad económica, a perder el esfuerzo ya realizado durante estos dos años y a que Estados Unidos o Donald Trump digan que se van del apoyo a la Argentina. ¿No es el miedo lo que dominó y sigue dominando el escenario político?
Es interesantísima la pregunta, porque obliga a debatir algo que yo creo que es necesario debatir en este momento, que es que el voto a favor del Gobierno es escaso. Si uno ve cien personas de la población en edad de votar, treinta y dos no fueron a votar, treinta y tres votaron a La Libertad Avanza y veintitrés votaron al peronismo. Después hay otras fuerzas. Me parece que el consenso que tiene el Gobierno es muy limitado.
La segunda cuestión, que trabajé en su momento con votantes blandos de Milei, es que envolvieron una serie muy amplia y muy intensa de quejas contra Milei en una decisión que era, sobre todo, contra el pasado. Entiendo lo que se dice sobre el miedo a la crisis, a que estalle todo por el aire y a perder el esfuerzo ya hecho, sobre todo como una decisión entre pasado y futuro, o entre pasado y presente. Tampoco creo que sea estrictamente un voto antiperonista, en el sentido de un voto de aviadores de 1955 con los planeadores bombardeando la Plaza de Mayo. Es un voto de gente que se opone al kirchnerismo.
El voto al Gobierno es un voto relativamente estrecho. Treinta y tres de cada cien personas en edad de votar es un voto bastante fragmentado, condicionado, trabado. No abusaría, o no haría una interpretación abusiva en cuanto al consenso del Gobierno.
El elemento del miedo está presente. También, pos sorpresa de la elección del 26 de octubre, este motivo se afianzó en el llamado círculo rojo. Lo vengo discutiendo con varias personas que dicen lo mismo. Nosotros veníamos viendo antes otra cosa, que eran quejas contra Milei y, al mismo tiempo, disposición a votarlo in extremis. Ahí por ahí hay algo de este motivo del miedo. No importa si es igual o no al fascismo, pero hay un miedo que se inocula. El modelo represivo e intimidatorio del Gobierno es inoculación de miedo.
Lo que pasa es que se encuentra con una oposición tan poco eficaz, con tan pocas perspectivas y tan dispuesta a negociarlo todo, que finalmente casi no tiene necesidad de ser más imperativo que promover. Hasta ahora, en los procesos de negociación de todas las reformas todos los actores parecen estar convencidos de que lo único que se puede hacer es lo que diga Milei. Entonces, todo lo demás le sobraría.
A mí eso me llama mucho la atención, y por eso te subrayaba en primer término si no estaremos exagerando al darle a la victoria electoral del Gobierno una contundencia que realmente no tuvo. En esa ecuación pongo el quantum de violencia. Yo no tengo la más mínima duda de que este es un gobierno compuesto por gente que es capaz de cualquier cosa, pero la situación no los ha puesto en eso.
Pienso, por ejemplo, en Patricia Bullrich cambiando el nombre de la escuela de Policía y reivindicando una trayectoria histórica más que discutible. Escuché muchas veces a funcionarios de otros gobiernos decir que las fuerzas de seguridad no están preparadas para este tipo de represión, pero que las estaban templando. Entonces me pregunto si no habrá un operativo de estar templando la fuerza de seguridad en previsión de que este sea un año más conflictivo, como vienen diciendo muchos analistas. El Gobierno templa las fuerzas de seguridad frente a un 2026 que se espera más conflicto socialmente. Ahí veo las dos cosas: la violencia y la inoculación de miedo.
TV/MU
