Operativo marítimo de EE.UU. impulsa el rally de los bonos de Venezuela
Mientras el presidente estadounidense Donald Trump apunta los cañones navales hacia la costa venezolana, crecen los rumores de un cambio de régimen en Caracas —y en Wall Street, donde los especuladores están elevando los precios de los bonos en default del país.
La apuesta es que la salida del líder socialista Nicolás Maduro abriría paso a un gobierno favorable a los inversionistas, que rápidamente cerraría un acuerdo para pagar parte de los US$60.000 millones de deuda como parte de un esfuerzo por reincorporar a Venezuela —nación rica en petróleo— a la economía global. Los precios de los bonos en mora más negociados han superado los 30 centavos por dólar, su nivel más alto desde 2019 y muy por encima de los 16 centavos registrados en enero.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Mayor presión sobre el régimen
Es una apuesta que ha quemado a los inversionistas en dificultades una y otra vez, cuando Maduro —para sorpresa de muchos— lograba resistir repetidos intentos por sacarlo del poder. Sin embargo, ahora creen que la situación es distinta. Con Trump rodeando a la nación sudamericana con algunos de los buques de guerra más avanzados de Estados Unidos y ofreciendo una recompensa de US$50 millones por la captura de Maduro, la presión sobre el régimen es mayor que nunca.
“Venezuela vuelve a estar en juego”, dijo Edward Cowen, director ejecutivo de Winterbrook Capital, una gestora londinense especializada que asesora y administra más de US$130 millones en activos venezolanos. “No veo a Trump retrocediendo en este punto”.
Venezuela, que cuenta con las mayores reservas de petróleo del mundo, había empezado una tenue recuperación tras una década de colapso económico que provocó pobreza generalizada y la peor crisis de refugiados en la historia del hemisferio occidental. Pero a medida que Trump redobla su estrategia de presión, las restricciones a las exportaciones de crudo se han endurecido, estrangulando las frágiles finanzas del país y avivando una inflación que supera el 100%. El gobierno ha dejado de publicar de forma regular datos económicos.
Un cambio de liderazgo, según este argumento, ayudaría a desbloquear la riqueza petrolera, estabilizando la economía del país y preparando el terreno para negociar una reestructuración de deuda.
Los bonos venezolanos ya han generado grandes ganancias para quienes los compraron por debajo de 10 centavos por dólar durante la prohibición de operar en el mercado secundario impuesta por EE.UU. durante cuatro años. Cuando la administración Biden levantó las restricciones a fines de 2023, los precios se duplicaron, ya que grandes bancos y fondos de cobertura comenzaron a sumar la deuda, que luego volvió a los índices de mercados emergentes.
Pero la operación también ha decepcionado. El año pasado, los títulos repuntaron antes de las elecciones presidenciales, consideradas una gran prueba para el impopular régimen socialista. Pese a las pruebas de que la oposición —liderada por la ganadora del Nobel de la Paz María Corina Machado— ganó la votación, Maduro retuvo el poder, haciendo desplomar los bonos al desatar una violenta represión contra los disidentes.
La volatilidad se apoderó de los bonos por un tiempo en medio de una serie de cambios de política de Trump hacia Venezuela. En los últimos meses, sin embargo, ha mostrado mayor claridad al abandonar los esfuerzos diplomáticos y respaldar la línea dura del secretario de Estado Marco Rubio contra Maduro.

Trump ha intensificado la presión militar contra Venezuela durante semanas, desplegando fuerzas frente a la costa del país, ejecutando ataques letales contra supuestas embarcaciones narcotraficantes e incluso amenazando con incursiones terrestres. Maduro —en el poder desde la muerte de su mentor Hugo Chávez en 2013— ha respondido movilizando tropas y reforzando la seguridad fronteriza e infraestructura vulnerable.
“El despliegue militar, ¿es un farol o es real?”, se preguntó Lee Robinson, director de inversiones del fondo londinense Altana Wealth, que posee deuda venezolana. Robinson reconsiderará su posición si no ve avances antes de las elecciones legislativas de EE.UU. del próximo año. “Es ahora o nunca”, advirtió.
Recientemente, EE.UU. envió a la región un grupo de ataque encabezado por el portaaviones USS Gerald R. Ford y ha acusado a Maduro de liderar un cártel de drogas que el Departamento de Estado planea designar como organización terrorista extranjera, lo que daría base legal para una acción militar más amplia. Trump dijo el lunes que estaría dispuesto a hablar directamente con Maduro, aunque no descartó enviar tropas a Venezuela.
“No está claro si un eventual diálogo entre Trump y Maduro marcaría el inicio de negociaciones o un último intento para que Maduro renuncie”, escribió el economista Alejandro Arreaza, de Barclays Plc, en una nota a clientes. “Ambas opciones podrían conducir a una transición política y a una reestructuración de deuda, aunque con distintos grados de incertidumbre”.
El drama naval evoca un episodio internacional ocurrido hace más de un siglo en las mismas aguas, también por deuda venezolana. Entonces, Alemania y Gran Bretaña encabezaron un bloqueo naval para forzar el pago de deudas externas. La acción llamó la atención del presidente estadounidense Theodore Roosevelt, quien envió buques a la zona para disuadir una intervención militar.
La llamada crisis venezolana de 1902 se resolvió cuando Alemania y Gran Bretaña aceptaron un arbitraje liderado por EE.UU. Esta vez, los inversionistas esperan que la amenaza de acción estadounidense conduzca a una resolución similar.
“Varios inversionistas estaban subexpuestos o sin exposición a Venezuela desde hace años por las sanciones y el veto de negociación”, dijo Aaron Gifford, jefe de investigación soberana global de T. Rowe Price. “Ahora muchos intentan recuperar terreno para no quedarse atrás”.
Las recientes alzas en los bonos venezolanos se dan en medio de un repunte general de la deuda de mercados emergentes en los últimos años, impulsado por países con calificación “basura” que han aplicado reformas o salido del default. Un caso reciente es Líbano, cuya deuda se ha recuperado gracias a avances políticos y económicos. En cambio, Venezuela, en default desde 2017, había sido una excepción hasta ahora.
Algunos ya anticipan escenarios de recuperación para la nación caribeña. La semana pasada, Citi estimó un paquete con una quita de “al menos” 50% y un bono a 20 años que amortizaría parte del capital antes del vencimiento, lo que aún ofrecería más valor que los precios actuales. Según los estrategas, los bonos aún tienen potencial de alza.
“Todos creen que las recuperaciones serán altísimas”, afirmó Maciej Woznica, gestor de renta fija en Coeli Frontier Markets. “Es un país increíble con la peor gestión posible”.
Woznica comenzó a sumar deuda venezolana a sus tenencias este año tras recibir autorización interna. Considera a Venezuela “la situación más interesante del momento”, con posibilidad de valores de recuperación superiores a 50 centavos por dólar en una reestructuración.
Pero reconoce el riesgo que ha frustrado tantos repuntes anteriores. Primero con Chávez y ahora con Maduro, el régimen ha estado en el poder casi tres décadas.
“La pregunta siempre ha sido cuándo”, concluyó. “No se trata de cuánto, sino de cuándo”.
