Olvidate del técnico: así podés limpiar tu ventilador de techo fácil, rápido y sin peligro
Con el uso constante durante el verano y el descanso en los meses fríos, los ventiladores de techo acumulan una fina capa de polvo que afecta tanto su funcionamiento como la calidad del aire del ambiente. Por eso, limpiarlos correctamente no solo mejora su eficiencia, sino que también previene alergias y prolonga su vida útil.
Antes de empezar, es fundamental desconectar el ventilador de techo de la corriente eléctrica y esperar unos minutos para asegurarte de que las aspas estén completamente quietas. Este paso, aunque parezca obvio, es el más importante para garantizar una limpieza segura.
Una vez desconectado, colocá una sábana o toalla vieja sobre el piso o los muebles que estén debajo del ventilador. Así evitarás que el polvo caiga sobre todo el ambiente. Si el ventilador está muy alto, usá una escalera firme o, si es posible, un mango extensible con paño de microfibra.
Con un trapo ligeramente húmedo, pasá por cada aspa con movimientos suaves, desde el centro hacia afuera, retirando la suciedad acumulada. Para la parte superior —donde suele concentrarse más polvo— podés ayudarte con una funda de almohada vieja: la colocás sobre el ala y, al retirarla, el polvo queda adentro sin volar por el aire.
Si hay manchas de grasa o residuos más difíciles, prepará una mezcla casera con agua tibia, vinagre blanco y unas gotas de detergente neutro. Humedecé el paño en esa solución y pasalo nuevamente por las aspas. Recordá no rociar directamente los productos de limpieza sobre el motor ni sobre las piezas eléctricas de tu ventilador de techo.
Por último, limpiá también la base del ventilador de techo y la tulipa del foco si la tuviera. Una vez que todo esté seco, podés volver a conectarlo y encenderlo unos minutos en velocidad baja para verificar que las aspas estén bien equilibradas.

Limpiar tu ventilador de techo no solo mejora la circulación del aire y evita que el polvo se disperse por el ambiente, sino que también ayuda a que el motor trabaje menos y consuma menos energía.
Con unos minutos de dedicación y las herramientas adecuadas, podés mantenerlo impecable y en perfecto estado sin necesidad de recurrir a un técnico.
