No tires el arroz que te sobró y hacete estos tacos que quedan increíbles para una cena rica y rápida
Si sos de las personas a las que siempre les sobra arroz y ya no saben qué hacer con él, esta idea te va a encantar. En lugar de recalentarlo o transformarlo siempre en el mismo salteado, se puede convertir en unas tortillas de arroz caseras y flexibles que funcionan perfecto como base para tacos. Son finitas, riquísimas y sorprende lo bien que se sostienen con cualquier relleno.
En esta versión, haremos un relleno con pollo apenas picante con cebolla y ajo, pero lo genial es que se adaptan a lo que tengas en la heladera: verduras salteadas, queso, porotos, carne, huevo revuelto o lo que más te guste. Esta receta de tacos de arroz ideal para reducir desperdicios, súper práctica y lista en pocos minutos.

Ingredientes
Para la tortilla:
Arroz cocido (el que sobró)
Un chorrito de agua
Sal
Aceite de oliva
Para el relleno
1 cebolla
2 pechugas de pollo
2 dientes de ajo
Ketchup
Sriracha o el picante que prefieras
Queso en hebras
Para hacer los tacos de arroz, simplemente colocá el arroz cocido en una procesadora junto con un chorrito de agua, un poco de sal y un toque de aceite de oliva. Procesá hasta obtener una pasta espesa y homogénea.
Calentá una sartén antiadherente y colocá una porción de la mezcla, extendiéndola con una espátula para darle forma circular. Cociná unos minutos de cada lado hasta que esté firme y apenas dorada. Reservalas apiladas y cubiertas con un repasador para que se mantengan flexibles.
Para el relleno de estos tacos de arroz, salteá la cebolla picada con un poco de aceite y sumá el pollo en cubitos. Cuando esté dorado, agregá el ajo, un chorro de ketchup y sriracha a gusto. Cociná un par de minutos más hasta integrar bien los sabores y apagá el fuego. Terminá con queso en hebras para que se funda con el calor.
Después, solo queda armar los tacos de arroz: rellenalos con la mezcla bien caliente y disfrutá al instante.
Esta receta es una manera distinta, creativa y consciente de cocinar. Demuestra que, con un poco de ingenio, lo que parecía un simple sobrante puede convertirse en un plato con onda y sabor. Comer rico no tiene por qué ser complicado, y muchas veces la magia está en aprovechar lo que ya tenemos.
