No las arranques: las plantas que crecen solas y pueden ser un regalo para tu salud
En muchos jardines y terrenos baldíos crecen plantas que suelen ser arrancadas sin pensarlo dos veces. Se las llama “malezas”, pero detrás de esa etiqueta se esconden verdaderos tesoros naturales que pueden aportar bienestar, nutrición y hasta propiedades medicinales. Tres de ellas —el huevito de gallo, la quinoa blanca y la carne gorda— son ejemplos perfectos de cómo la naturaleza ofrece remedios y alimentos al alcance de todos.
Huevito de gallo: una planta pequeña con gran poder
De hojas verdes y flores diminutas, el huevito de gallo suele crecer entre el pasto o en rincones donde la tierra se mantiene húmeda. Su aspecto simple hace que muchos la confundan con una hierba común, pero esta plantas tiene un alto valor medicinal: se la utiliza tradicionalmente como antiinflamatorio natural, para aliviar molestias digestivas y como apoyo en procesos de desintoxicación.
Además, sus hojas pueden prepararse en infusión o aplicarse de forma externa en cataplasmas para calmar dolores musculares.
Quinoa blanca: un alimento ancestral que brota solo
Aunque hoy la quinoa es reconocida en todo el mundo como un “superalimento”, en muchas regiones de Argentina y Sudamérica la quinoa blanca silvestre crece espontáneamente y se la confunde con una simple maleza.
Sus hojas jóvenes pueden comerse frescas, como verdura de estación, y sus granos —una vez recolectados y cocidos— son una fuente extraordinaria de proteínas, hierro y fibra. Además, esta planta se adapta a distintos tipos de suelo y no requiere demasiados cuidados, lo que la convierte en una aliada sustentable para pequeños huertos familiares.
Carne gorda: la planta que hidrata y cicatriza
Con sus hojas carnosas y de un verde brillante, la carne gorda (también conocida como verdolaga) crece fácilmente en patios y bordes de caminos. Es una de las plantas comestible con alto contenido de omega 3, vitamina C y antioxidantes, ideales para fortalecer el sistema inmunológico y mejorar la salud de la piel.
También se la usa en medicina natural como cicatrizante y antiinflamatoria, y por su efecto refrescante, es excelente para aliviar irritaciones o pequeñas quemaduras. En la cocina, puede aprovecharse en ensaladas, tortillas o salteados, aportando una textura suave y un sabor ligeramente ácido.
Lejos de ser malezas sin valor, estas plantas son un recordatorio de que la naturaleza sabe equilibrar y sanar. Aprender a reconocerlas, cuidarlas y aprovechar sus propiedades no solo es una forma de mejorar la salud, sino también de reconectarse con los saberes ancestrales y la tierra.
Así, lo que antes se arrancaba sin pensar, hoy puede convertirse en un recurso saludable, sustentable y lleno de vida.
