Ni lógico ni previsible: esto es fútbol

Después de años, años y años, recién esta semana entendí una frase muy habitual en el fútbol, uno de esos lugares comunes, bien remanidos, gastados y desgastados una y otra vez, usada sobre todo por jugadores y entrenadores, pero muchas veces también por periodistas y hasta por dirigentes. La frase en cuestión es: “Esto es fútbol”. Cada vez que la escucho, pienso: “¿Y qué va a ser? ¡Beisbol!”. Sin embargo, la entendí después de ver la eliminación de River en la Copa Argentina frente a Independiente Rivadavia, en un partido parejo, en el que no se sacaron ventaja, y terminó perdiendo por penales.
“Esto es fútbol” quiere decir que las cosas, en el fútbol, muchas veces no tienen lógica. Le conté mi descubrimiento a un amigo, que me miró con cara de “¿estás hablando en serio? ¿No te habías dado cuenta?”. No, no me había dado cuenta. Sabía, sí, que a diferencia de otros deportes, donde siempre gana el favorito (salvo que se lesione o pase un accidente rarísimo) en el fútbol (y más en el fútbol argentino) un equipo chico, un equipo menor, puede ganarle a un equipo grande y, de hecho, sucede bastante seguido. Pero en este caso no se trata la frase “esto es fútbol” aplicada a un caso particular, a un partido puntual (por ejemplo, un partido en el que un equipo va ganando uno a cero hasta el minuto 89, y en dos minutos le hacen dos goles y termina perdiendo), sino a algo general, a algo que ya fue dicho (en este espacio por mí muchas veces, y en otros medios, por otros, también muchas veces): River es la expresión permanente del “esto es fútbol”. Si no, si no fuera porque en el fútbol no gobierna la lógica sino lo inesperado, no hay razón para comprender qué le pasa a River. Cómo el equipo que tiene el mejor plantel del fútbol argentino, una dirigencia que vende jugadores (como Mastantuono) por decenas de millones de dólares, un muy buen director técnico, unos campos de entrenamiento impecables, un estadio con un campo de juego envidiable (el mejor de la Argentina) y que, sin embargo, pierde, pierde y pierde. Y no juega a nada, nada, nada. La única explicación es que “esto es fútbol” (a la inversa, donde “esto no es fútbol”, es en la cobertura mediática que tiene River. Si Boca tuviera esos resultados con ese plantel, ya se estaría hablando de la renuncia de Riquelme y de caos total. Mientras que del escándalo de los resultados de River apenas si se habla, y a desgano).
Hablando de hablar, valga la redundancia y aprovechando para cambiar de tema en las pocas líneas que me quedan, el otro día vi un partido (se jugaba en Chile) con el estadio vacío porque el público tenía prohibido concurrir por incidentes. Y me hizo acordar a una de las pocas, poquísimas cosas que me gustaban de la pandemia. Jugando a estadio vacío se escuchaban los gritos de los jugadores. Y recordé: el fútbol es un deporte que se juega hablando. Con el sonido de gente (que es hermoso, obviamente) y el griterío de los relatores, no escuchamos y hasta olvidados que el habla dentro de la cancha, entre los jugadores, es clave. Ni siquiera vi el partido completo, pero ese ratito hablado me encantó.
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