Navidad sin pantallas: el listado de juegos de mesa y libros para recuperar vínculos familiares


En tiempos donde las familias comparten el mismo espacio físico pero permanecen aisladas en sus pantallas, una propuesta desafiante emerge para estas Fiestas: una «Navidad Desconectada» que priorice la presencia real sobre la virtual.

El fenómeno del «phubbing» -desairar a alguien por usar el teléfono- se ha normalizado hasta volverse invisible en las reuniones familiares. Esta tendencia se traduce en problemas de atención, ansiedad y un vacío emocional que afecta particularmente a niños, niñas y adolescentes.

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«¿Cuándo fue la última vez que estuvimos verdaderamente presentes con quienes amamos?», plantea la psicopedagoga Mariana Savid Saravia, experta en Ciudadanía Digital y Neuroeducación (M.P. P: 13-5610). La especialista advierte que el uso desmedido de la tecnología generó «una desconexión humana profunda, especialmente preocupante en el desarrollo de niños, niñas y adolescentes».

Un «reseteo digital» como competencia del siglo XXI

La propuesta no implica un rechazo total a la tecnología, sino lo que Savid denomina un «ejercicio consciente de recuperación del territorio humano». «El Reseteo Digital es la competencia esencial del siglo XXI: la capacidad de desenchufarnos para reconectarnos con lo tangible, lo inmediato, lo profundamente real», sostiene.

Para lograrlo, la especialista recomienda sustituir los regalos tecnológicos por opciones que promuevan la interacción cara a cara, especialmente juegos de mesa que desarrollan habilidades cognitivas y emocionales que las pantallas no pueden replicar.

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Juegos de mesa para cada edad

Entre las recomendaciones para niños de 4 a 8 años, Savid destaca Fonoloco, un set de seis juegos en uno diseñado para ejercitar habilidades fonológicas y semánticas de manera lúdica.

Para edades de 7 a 12 años, sugiere 1001 Historias, con dos niveles diferenciados que promueven el desarrollo del lenguaje y la escritura creativa.

A partir de los 7 años, la psicopedagoga recomienda opciones como Tetris Tower, ideal para trabajar coordinación y pensamiento lógico; Flash, que ejercita la flexibilidad y velocidad de procesamiento; Change de Face, para memoria espacial y percepción visual; Esquinados, perfecto para estimular la atención mientras la familia disfruta de competencias amistosas; y Triplets, un juego dinámico de observación y velocidad.

Para adolescentes y adultos desde los 12 años, propone SoulTalk, diseñado para fomentar la empatía y las conversaciones profundas; Carcassonne, que trabaja la toma de decisiones y planificación a diferentes plazos; y Cities, un juego familiar de desarrollo urbano con mecánicas accesibles y componentes táctiles inmersivos.

Literatura para compartir

Además de los juegos, Savid recomienda libros que abordan temáticas relevantes para distintas edades. Para niños, sugiere títulos de Magela Demarco como «Palabras semilla», «Sola en el bosque», «Un papá intermitente» y «Acá estoy», que tratan prevención de abuso, duelos y empatía, además de «Inti y el Celular», específicamente sobre el uso consciente de tecnología.

Para adultos, propone «El club de los súper válidos» de Mariana Santini, «Antes de que seas olvido» de Rosario Alfaro y «El silencio del niño» de Alejandro Calderón, que abordan resiliencia, perdón y superación del trauma.

Un pacto familiar de desconexión

La especialista plantea como desafío concreto «un pacto familiar: dos horas diarias de desconexión digital voluntaria«. Según explica, el resultado no es inmediato, pero sí profundo: «Reaprender el aburrimiento creativo, recuperar la conversación espontánea, reencontrarse en el silencio compartido».

«En un mundo que celebra lo digital como sinónimo de progreso, elegir lo analógico se convierte en un acto de discernimiento», reflexiona Savid. Para la psicopedagoga, no se trata de nostalgia sino de «consciencia evolutiva: somos cuerpos que necesitan contacto, cerebros que se desarrollan en diálogo, almas que se reconocen en historias compartidas».

La profesional concluye con una invitación: «Apaguemos las pantallas para encender la mirada. Suspender las notificaciones para dar espacio al relato. Cambiar el scroll por el abrazo». Su mensaje final es contundente: «Que estas fiestas nos encuentren no más conectados a Internet, sino más conectados entre nosotros».





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