Momi Giardina y su lucha contra la depresión: el renacer tras la separación
La actriz y humorista Momi Giardina sorprendió al abrir su corazón en una entrevista reciente, donde reveló el difícil proceso que atravesó tras separarse de su pareja de 15 años. Con una sinceridad conmovedora, compartió cómo la depresión la afectó profundamente, hasta el punto de sentir que no tenía ganas de levantarse de la cama.
Sin embargo, con el apoyo de su hija Juli Castro, su familia y la terapia, logró salir adelante y reencontrarse con su esencia. La ruptura con su pareja marcó un antes y un después en la vida de Momi Giardina. Aunque en el escenario seguía recibiendo aplausos y reconocimiento, en su interior se sentía vacía y extremadamente deprimida.

“Yo separada, Juli recién se había mudado sola, la gente en el teatro me re aplaudía, pero yo me quería morir. Estaba vacía, extremadamente deprimida”, confesó la actriz. El dolor emocional se reflejaba en su rutina diaria. Lloraba constantemente, le costaba levantarse y enfrentarse a sus compromisos laborales.
Aunque intentaba mantener una imagen de normalidad, quienes la seguían en el programa «Nadie Dice Nada» notaban que algo no estaba bien. En medio de su crisis emocional, Juli Castro, su hija, fue quien le hizo ver la gravedad de su estado.

“No le encontraba sentido a la vida hasta que Juli me dijo: ‘mamá, esta no sos vos’”, relató Momi. Ese llamado de atención fue el punto de inflexión que la llevó a buscar ayuda profesional y comenzar un proceso de recuperación.
La relación entre madre e hija se fortaleció aún más en este período. Juli no solo fue un apoyo emocional, sino que también la motivó a reconectar con su alegría y su esencia. Gracias a su intervención, Momi pudo dar el primer paso hacia la sanación.
El camino hacia la recuperación
Tras reconocer su estado, Momi Giardina decidió iniciar terapia psicológica y tratamiento psiquiátrico. Durante dos años, siguió un proceso de sanación que le permitió dejar la medicación y recuperar su bienestar emocional.
El proceso no fue fácil, pero poco a poco comenzó a notar cambios. “Un día volví a verme reír, a poner música en mi casa y bailar. Volvió el buen humor y la cosa alegre que siempre estuvo en mí”, expresó con emoción. La terapia le permitió reconstruirse desde cero, aceptando que la separación fue necesaria para su crecimiento personal.
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