Miguel Ángel Russo, el último adiós a un constructor sin estridencias
El fútbol argentino despidió entre lágrimas, respeto y una profunda admiración a Miguel Ángel Russo, uno de los entrenadores más queridos y trascendentes de las últimas décadas. El histórico técnico, símbolo de serenidad, trabajo y valores, falleció el miércoles 8 de octubre de 2025 a los 69 años, luego de una larga lucha contra el cáncer, y su adiós reunió a miles de hinchas de todos los colores en la Bombonera.
El velatorio se realizó el jueves en el hall central de Brandsen 805, la casa de Boca, club que estaba dirigiendo, con el que conquistó la Libertadores 2007 y al que regresó dos veces como entrenador en los últimos años.
Desde las 10 de la mañana hasta las 22, una multitud se acercó con camisetas, flores y banderas para despedirlo. El ingreso fue ordenado, sin cámaras ni celulares, en un operativo que buscó preservar la intimidad familiar y mantener el respeto que siempre caracterizó a quien estaba siendo homenajeado.
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Durante las primeras horas de ayer, el estadio permaneció cerrado para que familiares y allegados pudieran despedirse. Allí estuvieron su esposa, sus hijos y varios exfutbolistas dirigidos por él. Entre ellos, Juan Román Riquelme, actual presidente de Boca, quien caminó junto al cortejo y no ocultó la emoción: “Nos enseñó a todos a ser mejores personas antes que futbolistas”, dijo, conmovido.
El féretro, cubierto con una bandera azul y oro y una camiseta de Rosario Central, fue escoltado entre aplausos y cánticos mientras abandonaba la Bombonera. El cortejo avanzó por las calles de La Boca ante el reconocimiento de hinchas de todos los clubes. River envió una corona de flores con los colores de su eterno rival, gesto simbólico que reflejó el respeto general hacia un hombre que trascendió camisetas. También se vieron los colores de Central, Estudiantes, Vélez y Lanús, clubes donde dejó huella como entrenador.
Russo había expresado su deseo de ser cremado y que sus cenizas fueran esparcidas en el Gigante de Arroyito, el estadio que lo vio ascender en 2013 y donde en 2023 volvió a hacer historia al conquistar la Copa de la Liga Profesional. “Cumpliremos su voluntad. Rosario es su casa”, aseguró el presidente canalla, Gonzalo Belloso, quien relató cómo fueron los últimos instantes de vida de Miguelo junto a su familia, amigos y un sacerdote: “Rezamos el Padre Nuestro, con su señora de la mano. Tiene un piso alto en Palermo. Y en ese mismo momento, cuando falleció, bajó el sol, fue como mágico; dijo: ‘Hasta acá llegué’. Fue una escena muy fuerte y muy serena al mismo tiempo”.
Su hijo Ignacio, delantero de Tigre, participó del velatorio y luego viajó a Rosario para jugar el encuentro ante Newell’s, como un modo de honrar la pasión que su padre le transmitió. “Voy a jugar por él”, dijo entre lágrimas antes de subir al micro del plantel.
Miguelo fue, ante todo, un constructor. Dirigió a lo largo de cuatro décadas en Argentina y en el exterior –Chile, Colombia, Paraguay, Perú, Arabia Saudita–, y dejó en cada lugar una huella de trabajo y decencia.
Fue tan buen entrenador, que esta condición eclipsó el maravilloso futbolista que supo ser: vistió solo la camiseta de Estudiantes, donde jugó más de 400 partidos y ganó dos títulos.
Ya en el banco, su carrera sumó más de mil partidos dirigidos y siempre fue reconocido por su calma, su mirada humana y su enorme capacidad de liderazgo sin estridencias.