Mariquita Sánchez: más allá de la mujer que cantó el Himno por primera vez


María Josepha Petrona de Todos los Santos Sánchez de Velasco y Trillo —más conocida como Mariquita Sánchez de Thompson— nació en Buenos Aires el 1 de noviembre de 1786, en una de las familias más influyentes del Virreinato. Sin embargo, su vida no siguió el guion previsto para una joven aristócrata. A los 14 años desafió las normas de su tiempo al negarse a un matrimonio impuesto y reclamar el derecho a elegir por amor. Ese gesto marcó el inicio de una vida que, entre la política, la cultura y las tertulias, rompió moldes en un mundo pensado por y para los hombres.

La historia argentina nos fue enseñada como una sucesión de gestas masculinas, pero, como advierte a PERFIL la historiadora Florencia “Pupina” Plomer, “no basta con sumar mujeres al relato. Hay que preguntar por qué no estaban ahí”. En ese sentido, explica, Mariquita fue una excepción: una mujer rica, instruida y con capital social, en un tiempo en que la mayoría de las mujeres ni siquiera sabía leer.

Como sintetiza Plomer: “Las mujeres sostuvieron el mundo incluso cuando el mundo no las reconocía como sujetas políticas”.

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Florencia Plomer
“Ella no solo se negó al matrimonio arreglado, sino que involucró al virrey Sobremonte. Sabía de leyes. Eso solo lo podía hacer alguien que la tenía muy clara». Florencia Plomer, historiadora

El historiador Felipe Pigna también ha resaltado la dimensión rupturista de su figura. En una de sus charlas, señaló que “Mariquita fue la primera mujer en el Río de la Plata que logró casarse con quien ella quería. En ese momento, eso era una revolución total”.

Su resistencia derivó en una causa judicial inédita ante el virrey Rafael de Sobremonte: elevó peticiones formales, sostuvo una estrategia epistolar y argumentó ante la máxima autoridad civil su derecho a decidir.

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Para Plomer, no fue un impulso romántico, sino una acción política y legal consciente: “Ella no solo se negó, sino que hizo algo muy importante que fue involucrar al Virrey Sobremonte. Hay un intercambio de cartas que demuestra el conocimiento que Mariquita tenía no solamente de las estructuras de poder, sino de las leyes. Sabía con quién tenía que hablar para impedir un matrimonio arreglado y eso solo lo podía hacer alguien que la tenía muy clara”, argumentó.

Tras cuatro años de reclusión en una casa de ejercicios espirituales —castigo habitual para las mujeres consideradas “rebeldes”—, Sobremonte falló a su favor y en 1805 autorizó su casamiento con Martín Jacobo Thompson, su primo. El episodio se convirtió en un precedente jurídico y político en una sociedad donde el matrimonio era una herramienta de control familiar, económico y social.

Con los años, Mariquita se transformó en una figura política y social clave de la primera mitad del siglo XIX. Desde su casa en Buenos Aires y luego en Montevideo, organizó tertulias que fueron verdaderas usinas de pensamiento político y cultural, donde se discutían proyectos de nación y se tejían alianzas.

“La figura de Mariquita está romantizada como ‘la dueña de la casa’, o quien cantó el Himno Nacional Argentino por primera vez, pero fue mucho más que eso –dice Plomer-. Las tertulias eran espacios de rosca política donde las mujeres, desde el ámbito doméstico, accedían a la vida pública. No podían ir al Cabildo, pero en sus casas se hablaba de política todos los días”.

Mariquita Sánchez de Thompson
“El ensayo del Himno Nacional en la sala de la casa de María Sánchez de Thompson”. Óleo sobre tela de Pedro de Subercaseaux, Santiago de Chile (1909). Colección Museo Histórico Nacional

Mariquita no solo abrió su casa: abrió una escena posible para la sociabilidad política femenina en un tiempo que reservaba lo público para los varones. Desde ese salón —tan doméstico como estratégico— circuló información, se tejieron alianzas y se discutieron proyectos de país. Su correspondencia con Domingo F. Sarmiento, su lugar en la Sociedad de Beneficencia y su decisión de tomar distancia del gobierno de Juan Manuel de Rosas dan cuenta de una mujer que intervino, opinó y actuó en la vida pública aun cuando el lenguaje político no la nombraba como sujeto.

Lo personal es político

Su vida puede leerse como un precedente temprano de las disputas por la autonomía femenina. Fue un caso excepcional, marcado por su origen y su entorno, pero su experiencia permite entender que las mujeres estaban ahí: participaban, sostenían redes y desafiaban límites, aunque la historia oficial las haya invisibilizado.

Con Thompson, tuvo cinco hijos, Clementina, Juan, Magdalena, Florencia y Albina. Martín Jacobo Thompson fue un protagonista activo de los primeros gobiernos patrios: se desempeñó como capitán del puerto de Buenos Aires, colaboró con la escuadra de Guillermo Brown y participó en misiones diplomáticas. Su carrera, sin embargo, tuvo un final trágico. Enviado a Estados Unidos en 1816, sufrió una crisis de salud y episodios de desequilibrio mental; murió tres años después, a bordo de una embarcación, y su cuerpo fue arrojado al mar.

Daguerrotipo de Mariquita Sánchez de Thompson
Mariquita Sánchez posó sola para uno de los primeros daguerrotipos del Río de la Plata (1854)

Años después, Mariquita se casó con el diplomático francés Jean Baptiste Washington de Mendeville, con quien estrechó vínculos con círculos políticos y culturales europeos. Su casa volvió a funcionar como un espacio de encuentro e intercambio intelectual en un contexto de crecientes tensiones políticas en el Río de la Plata. Las diferencias con el gobierno de Rosas —y la posición de varios miembros de su familia y de su entorno cercano— derivaron en su salida del país. Instalados en Montevideo, tanto Sánchez como Mendeville mantuvieron una intensa actividad social y política: recibieron a exiliados, colaboraron con opositores, sostuvieron redes epistolares y participaron de tertulias que reunían a figuras destacadas de la vida pública rioplatense. Allí permaneció hasta que el contexto político regional se reconfiguró.

Una mirada histórica necesaria

La vida de Mariquita Sánchez abre una puerta para pensar la historia de las mujeres de la Patria. “El control del cuerpo de las mujeres ha sido esencial para el desarrollo del capitalismo”, escribió la filósofa Silvia Federici. Dos siglos antes, Mariquita Sánchez hizo algo extraordinario para su época: desobedeció mandatos y convirtió una decisión íntima en una disputa pública, jurídica y política.

Murió en Buenos Aires el 23 de octubre de 1868, el mismo día del aniversario del fallecimiento de su primer marido, Martín Jacobo Thompson. En su lápida del Cementerio de la Recoleta se lee una frase en latín: Amaba la caridad. Su tumba fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1946.

Mariquita Sánchez de Thompson
En latín: Amó la Caridad. 1784-1868. Descanse en paz

Hoy, a 239 años de su nacimiento, Mariquita Sánchez vuelve a ser revisitada. Ya no únicamente como la “anfitriona” del Himno Nacional, sino como una mujer con ideas, voz propia y capacidad de decisión política. Una mujer que desafió los mandatos de su tiempo. En una carta a su hija dejó una frase que resume esa mirada: “Las mujeres también son gente”.

DCQ





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