Lucas Romero: «El Gobierno llega a las legislativas con la necesidad de construir gobernabilidad»



A horas de las elecciones legislativas que definirán hoy la nueva composición del Congreso, el analista político Lucas Romero, director de Synopsis Consultores, trazó un exhaustivo panorama de los escenarios postelectorales y de las tensiones que atraviesan al oficialismo de Javier Milei. En un webinar organizado por Cohen Inversiones, Romero sostuvo que el Gobierno “llega a este turno electoral con un déficit político estructural” y con la necesidad urgente de mejorar su “gestión, praxis y estrategia política” para sostener la gobernabilidad durante la segunda mitad del mandato.

“El gran rasgo distintivo de este ciclo político es la condición de minoría del Ejecutivo”, remarcó Romero. Esa debilidad, explicó, marcó desde el inicio la forma en que el Gobierno debió administrar poder, negociar apoyos y tomar decisiones. “Milei llegó sin partido, sin estructura ni equipos profesionales, y eso se tradujo en tres déficits: una pobre gestión política de la acción de gobierno, una praxis política errática y una estrategia que priorizó construir un partido propio antes que una mayoría”, describió.

El analista diferenció tres planos sobre los cuales el Presidente debería concentrar esfuerzos después de las elecciones. El primero, dijo, es la gestión política de la acción de gobierno, es decir, la relación con actores internos y externos. “El Gobierno tiene conflictos incluso dentro de su propio equipo, y eso refleja la falta de una coordinación política eficaz”, advirtió. El segundo plano es la praxis política: “La forma en que se actúa en la escena pública. Milei basó su legitimidad inicial en la incorrección política, pero ese estilo se volvió inconveniente para gobernar”. El tercero es la estrategia: “El oficialismo eligió polarizar y no seducir; prefirió confrontar antes que ampliar”.

Romero definió la táctica del Presidente como una estrategia de “centrifugación”: en lugar de buscar acuerdos amplios con actores afines, optó por empujar hacia los márgenes a quienes podrían haber sido aliados naturales. “Milei no se corrió al centro; se alejó y polarizó con el peronismo para construir un liderazgo propio. Ganó en la Ciudad de Buenos Aires, creyó que podía imponer su color violeta como único sello y terminó chocando con los límites de esa estrategia en la provincia de Buenos Aires”, evaluó.

Para Romero, esa decisión tuvo un costo electoral visible. En las elecciones provinciales, La Libertad Avanza mostró un desempeño “modesto, incluso pobre”, al no poder capitalizar la ola que llevó a Milei a la presidencia en 2023. “La fragmentación del voto no peronista permitió que el peronismo volviera a imponerse en varios distritos clave”, señaló. Y añadió que la suspensión de las PASO agravó el problema: “Sin primarias, se multiplicó la oferta de listas y el voto se dispersó. Hoy hay en promedio nueve listas por provincia, la mayoría de espacios no peronistas que le compiten a Milei por el mismo electorado”.

Otro factor que incidirá, según el analista, es el ausentismo, especialmente en los sectores de menores ingresos. “Los datos muestran que los barrios populares fueron los de menor participación. Es el electorado más desafectado y golpeado por la situación económica. El problema es que ese descontento no necesariamente se traduce en apoyo al Gobierno”, explicó.

La gran tarea que tendrá Milei a partir del 10 de diciembre será “definir si opta por una vía coalicional, integrando a otros sectores no peronistas en un espacio común, o por una vía transaccional, negociando caso por caso con gobernadores y bloques provinciales. Probablemente termine combinando ambas”, evaluó el consultor.

Romero también advirtió que el resultado de las elecciones puede disparar dos dinámicas contrapuestas: una virtuosa, si el Gobierno obtiene un buen desempeño y refuerza su liderazgo, o una viciosa, si los números son malos y la oposición interpreta el resultado como un castigo político. “Un mal resultado puede alimentar la resistencia, acortar la paciencia social y complicar la gobernabilidad. Uno bueno puede mejorar los incentivos para los acuerdos. Pero un triunfo demasiado grande también podría reavivar la soberbia y el estilo confrontativo de la primera etapa”, reflexionó.

En cuanto a las señales a observar en el corto plazo, el director de Synopsis mencionó tres: una mayor profesionalización del gabinete, una reformulación del liderazgo parlamentario y una mejor gestión de los vínculos con otros sectores políticos y económicos. “El Gobierno debería dejar atrás la lógica del insulto y del maltrato. Se necesita una praxis política más profesional y una narrativa menos grandilocuente”, dijo.

Consultado sobre el papel de Estados Unidos en este nuevo escenario, Romero consideró que la asistencia económica y política de Washington es “inédita”. “Nunca hubo un apoyo tan explícito. Pero esa ayuda no es gratuita: implica sostener un rumbo político estable. No se puede garantizar un blindaje económico si hay default político”, advirtió. En ese sentido, sostuvo que el desafío central de Milei será demostrar gobernabilidad ante el Fondo Monetario, el Tesoro norteamericano y los mercados.

De cara a la segunda mitad del mandato, el analista sostuvo que el oficialismo deberá “volver a foja cero”. “Aun ganando, Milei enfrentará el mismo dilema que tuvo el 10 de diciembre de 2023: cómo construir mayorías. El Presidente tiene que entender que no alcanza con evitar que le metan goles; necesita empezar a meterlos. Es decir, transformar su capital político en capacidad de decisión y en reformas concretas”.

Por eso, Romero recomendó que el Gobierno abandone los megaproyectos legislativos y opte por reformas graduales, que sumen consensos y eviten concentrar resistencias. “La ley Bases se aprobó más por la legitimidad de origen que por una negociación efectiva. Esta vez no hay 55% de votos que presionen a favor. Si el Gobierno quiere avanzar, deberá hacerlo con paciencia, diálogo y técnica legislativa”, concluyó.





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