Los mandriles siguen ahí (y ahora los maneja Milei)



Se terminó la etapa del espectáculo. Tras el triunfo legislativo, Javier Milei ya no puede refugiarse en la excusa del poder ajeno ni en el victimismo contra “la casta”. Con más diputados propios, presencia territorial y una oposición desbordada por sus fragmentacion, comienza el tiempo de la responsabilidad real. La Argentina votó para darle músculo político. Ahora deberá demostrar que sabe usarlo.

Durante un año entero, el Presidente alimentó su personaje antisistema: la motosierra como épica y la grieta convertida en zoológico donde él era el domador frente a una jauría de mandriles. Pero gobernar no es un acto de magia ni un grito en cadena nacional. La economía no se estabiliza con Xs , ni los empleos aparecen por decreto, ni la inversión llega porque Trump lo abrace y Scott Bessent le guiñe un ojo desde Wall Street. El apoyo externo puede calmar ansiedades de los mercados, pero sin gobernabilidad interna no hay milagro que dure.

Lo que viene no es poesía libertaria: son reformas con costos. Ordenar la coparticipación y la caja de las provincias, modernizar reglas laborales que aún responden al mundo industrial, abrir sectores estratégicos a la competencia real y idear una política educativa que apueste a la empleabilidad y no al adoctrinamiento. Cada una de esas decisiones lastima intereses y genera enemigos. Y los enemigos, en Argentina, siempre están mejor organizados que las esperanzas.

Esto no les gusta a los autoritarios

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La impunidad con la que Milei se maneja después del triunfo

Por eso, Milei deberá hacer algo que detesta: negociar cuerpo a cuerpo con gobernadores y legisladores a los que hasta ayer ridiculizaba. La motosierra no entra en el recinto. La única herramienta válida es el acuerdo político. La prueba es sencilla: si los libertarios no consiguen una media sanción rápida de un paquete potente, la inercia volverá a devorarlo todo. No habrá shock que valga si el Congreso se transforma en un pantano.

El reloj también juega: inflación núcleo, salarios reales, riesgo país, reservas. Nadie come expectativas ni se educa con diagnósticos. Si la recuperación no llega al bolsillo en un año, el humor social girará y volverán las dudas. La antipolítica no perdona a quien se vuelve política y no entrega resultados.

Pasar de influencer a estadista; de los enemigos ficticios ,del trending topic al dato duro. La motosierra fue útil para ganar elecciones, ahora hace falta ingeniería institucional fina para gobernar sin derrumbar el puente que se está cruzando.

Milei evitó el colapso que muchos auguraban. Lo que está en juego es si podrá convertir su furia moral en arquitectura de poder con capacidad de disciplinar a su propio zoológico. Porque los mandriles no desaparecieron: solo que ahora tienen un nuevo jefe.

El poder real no se delega: se ejerce. Hasta ahora, su círculo de decisión es pequeño, hermético, casi místico. Karina Milei, Santiago Caputo y un puñado de CEOs que orbitan la Casa Rosada son los únicos que entran en la cocina. Ese esquema sirvió para la campaña y para sobrevivir al primer año. Pero la gloria no se construye en soledad.

Yo soy el Rey o el León y el Viejo Sistema

Cuando la historia pone a prueba a un líder, lo que define su destino no es la pureza de sus convicciones, sino su capacidad de sumar, contener y persuadir. Ningún presidente argentino transformó el país sin una coalición amplia detrás: ni Alfonsín con la democracia, ni Menem con el giro económico, ni Kirchner con la reconstrucción post-2001. Para cambiar estructuras hace falta acompañamiento social sostenido, músculo político en el Congreso y gobernadores que no estén esperando su caída.

La Argentina está frente a una rara ventana de oportunidad. Milei no deberia desperdiciar con peleas inútiles y dogmatismos infantiles. Avanzar en reformas profundas con apoyo social suficiente, puede torcer una historia que parece condenada a repetirse.

Ahora veremos si el “milagro electoral” puede transformarse en realida, que beneficie y no desaliente a quienes creyeron en él.

«Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible» – Albert Einstein

LT





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