Las cerealeras no votan | Perfil



Ni la mano invisible del mercado ni el equilibrio fiscal como condición suficiente, aunque necesaria. Los que rescataron a Javier Milei del naufragio fueron una mano con mala circulación, la de Donald Trump, y el cheque del Tesoro de los Estados Unidos —al que aún no se le puso cifra— para fortalecer las reservas. Esta última cuestión le han venido reclamando al Presidente, al menos desde la apertura parcial del cepo, desde los economistas “mandriles” y el staff técnico del Fondo Monetario Internacional, hasta el propio Gobierno norteamericano.

Si a Milei le interesara, tiene varias lecciones para aprender de su septiembre negro, una crisis incubada en la propia inconsistencia del programa económico y en su arrogancia política y que se desató tras la derrota del domingo 7 en la provincia de Buenos Aires. Una lección no menor podría ser la que involucra a los productores del agro, un sector que sufrió los primeros daños colaterales del salvaje norteamericano.

El post con que el secretario del Tesoro de EE.UU. Scott Bessent anunció el miércoles en X el rescate financiero incluyó la decisión de “poner fin” a la exención al pago de derechos de exportación para sus productos. Un día antes, mediante un decreto publicado en el Boletín Oficial, el Gobierno había decidido eliminar hasta finales de octubre o hasta alcanzar un cupo de 7 mil millones de dólares de exportaciones las retenciones a la soja, que está gravada con un 26%, a los granos y a la carne. La medida apuntó a promover una mayor oferta de dólares en el mercado para desinflar el tipo de cambio.

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Entre el martes y el jueves, un grupo de multinacionales cerealeras —que compran a los productores en pesos y lo venden al exterior— presentaron liquidaciones de exportación hasta alcanzar esa cifra (se afirma que incluso sin haber comprado todavía la producción). Se convirtieron así en las principales beneficiarias de la medida. Para tener una idea, mientras en todo el mes de abril, cuando regía una reducción temporaria de las retenciones, las empresas del complejo agroexportador liquidaron divisas por un US$2500 millones; en apenas tres días, liquidaron los US$7000 millones. Y el Gobierno cerró la ventana de oportunidad.

El resultado fue el esperado: un profundo malestar e indignación en un sector amigo del Gobierno, al que le han cambiado las reglas de juego en no menos de cuatro oportunidades en lo que va del año. Llovieron críticas desde todas las entidades que integran la Mesa de Enlace: la Sociedad Rural, Confederaciones Rurales, Federación Agraria y Coninagro. En declaraciones a La Nación, Pablo Ginestet, titular de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap), dijo que la medida tenía un desenlace anunciado. “Iba a terminar siendo un negocio para unos pocos más que un beneficio fiscal para los productores, como se trató de ‘vender’. Generó un cuello de botella y hará que el precio que recibe el productor sea menor de lo que debería ser”.

El tuit que subió Scott Bessent para que vuelvan las retenciones revela una urgencia de la Casa Blanca: dar respuesta al reclamo de los farmers de los estados del llamado corn belt —Iowa, Illinois y Missouri, un sector subsidiado y clave en la base electoral de Trump— para que la Casa Blanca normalice la relación con China, donde no han podido colocar ni un solo embarque en todo el año a raíz de la guerra de los aranceles cruzados. La presión escaló este jueves: la Asociación de Soja Estadounidense cuestionó el rescate financiero a la Argentina y advirtió que, por los beneficios de las retenciones cero, Beijing compró 20 barcos cargados con soja argentina en las últimas 48 horas.

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Milei ya había depositado la política exterior argentina en manos de Washington. Ahora le transfirió su política económica, no sabemos a qué precio. Por empezar, el Tesoro norteamericano aún no le giró un dólar a su par local y decidió que, lejos de la promesa libertaria de Milei de levantarlas, las retenciones a las exportaciones del campo continuarán.

Entre las derrotas que sufrió en Buenos Aires (seis de las ocho secciones electorales de la provincia), los candidatos de Milei perdieron en la Cuarta sección electoral, que combina agro e industria, y en la Séptima, el corazón del complejo agroindustrial y ganadero bonaerense. Los libertarios tuvieron un pobre desempeño en las elecciones constituyentes de abril y municipales de junio en Santa Fe, cuyo región sur integra la llamada Zona Núcleo de alto valor agropecuario. Hubo en ambos casos triunfos del oficialismo provincial en un marco de baja participación, apenas encima del 50%.

A un mes de las elecciones nacionales, será interesante observar cómo sigue la relación entre Milei y un sector que se define básicamente por su condición de no peronista y acompaña en buena medida el ideario del Presidente. Pero de algo no hay duda: las cerealeras no votan.

ML





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