La transparencia del mal | Perfil

La transparencia del mal (1990) es un famoso libro de Jean Baudrillard que la dirigencia política debería tomarlo reflexivamente, como tantos otros textos de políticas públicas específicos o especializados con el tema que aquí se desarrolla, para darle seriedad al tratamiento de los recientes hechos conmocionantes y extremos relacionados con el narcotráfico y el crimen organizado.
Desde los 90 el narcotráfico es un tema de importancia para la Argentina. Para muchos era extraño, lejano y de Colombia a México, a lo sumo periférico y relativo a problemas de provincias en nuestras fronteras y algún caso en villas de la provincia de Buenos Aires.
Eso pronto cambió, hechos de delincuencia organizada comenzaron a demostrar a fines de los 90 que no éramos un país de paso sino de producción de material de consumo y de coordinación de grupos que comenzaban a combatir por sus zonas de control discutiendo las normas vigentes.
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La transparencia del mal
La crisis del 2001 fue una expansión del fenómeno que evidenció algo más complejo detrás del fenómeno. Ya no sólo la política se relacionaba sino que la dirigencia de otros sectores sociales también lo hacía. La connivencia no permitía tener en claro de qué lado estaban y están muchos.
Para 2026 el Gobierno redujo el presupuesto destinado a la lucha contra el narcotráfico
Y lo peor, la extendida crisis del Estado, nos mostró que incluso comenzaban a prestar servicios públicos en muchas provincias en donde los NHT, asentamientos y villas crecían y necesitaban de asistencia básica: de un medicamento a luz, pasando por abastecimiento de comida y protección contra otras modalidades de delincuencia dentro de sectores en donde el gobierno había dejado de estar presente. Como casos relevantes: La Villa 31, 31 Bis, la 21-24, 1-11-14, la 20, sectores de Rosario, Concordia, entre otros.
Hoy, el escenario nos muestra que ya no podemos zonificar. El AMBA, el gran Rosario, las provincias de frontera con ríos que permiten fácilmente pasos a otro país o vuelos bajos de avionetas que cruzan provincias y bajan en campos, por doquier, que son retratados por los diarios locales provinciales nos muestran que la Argentina se mantiene pintada del riesgo más temido: de blanco.
Y por si fuera poco, en el último mes de septiembre nos sorprende la triple muerte de adolescentes por un presunto ajuste de cuentas y robo de droga o demostración de poder en Florencio Varela, lo cual vuelve a poner en la agenda pública la temática. Pocos días después, surgen varios casos de presunta relación de candidatos electorales con relación con narcotraficantes. Los casos se suman y con escándalos públicos.
No hay un estallido social porque el narcotráfico generó un negocio alternativo
Finalmente, los hechos de esta semana ocurridos en Brasil, en Río de Janeiro, que no son focales o determinadas a Nova Cidade, Alemao, Rocinha, entre otras, sino que se extienden a otras zonas de San Pablo, Salvador, hasta Brasilia, con potencialidad de alta criminalidad organizada nos muestran como advertencia más dramática el título de la presente columna: La Transparencia del Mal.
A la transparencia del mal la vemos en las imágenes brutales que se transmiten por televisión, streaming y redes sociales como un espectáculo de la crueldad y el desprecio total por la vida y destino de implicados directos e indirectos. Pareciera una fórmula macabra en donde a más espectáculo criminal mejor consumo en el amplio sentido de la palabra ocurre.
Esta transparencia del mal es la que no queremos que llegue a instalarse en ciudades y regiones metropolitanas en Argentina dado que supondría desde ya que la opacidad que hoy las pueda encubrir con colaboración de fuerzas y sectores de la sociedad no nos está dejando lugar ni posibilidad de atacar un riesgo alto al que no podremos repeler como comunidad y menos desde la administración de seguridad y justicia dejando zonas con Estado francamente fallido.
Este hecho social y político es, desde lo simbólico y lo sistémico, lo que no queremos que se desarrolle cada día como noticia y terminemos por adoptarla mansamente por usos y costumbres como parte de la actualidad y futuro de nuestras vidas en donde se han diluido los valores y los límites: No a las mentes macabras ni a la banalidad del mal.
Son estas las noticias del futuro que apelamos a la dirigencia no nos dejen de legado ni herencia.
