La ONU y la Cruz Roja acusan a los grupos rebeldes de cometer atrocidades en Sudán

La Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Cruz Roja acusaron al ejército paramilitar autodenominado las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), enfrentado al gobierno, de cometer ejecuciones masivas, violaciones colectivas y secuestros de familias completas.
Los hechos denunciados se conocieron tras la ocupación de El Fasher por parte de los rebeldes. La ciudad es el último gran centro urbano de Darfur, en el oeste del país. La ONU, pidió la apertura de corredores humanitarios.
Desde 2023, Sudán es escenario de un enfrentamiento entre dos líderes militares: Abdel Fatah al Burhan, comandante del ejército regular y líder de facto desde el golpe de 2021, y Mohamed Hamdan Dagalo, jefe de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).
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La Oficina de Derechos Humanos de la ONU denunció el brutal accionar de la fuerza paramilitar FAR en Darfur. Su portavoz, Seif Magango, mencionó ejecuciones sumarias, asesinatos en masa, violaciones, ataques a trabajadores humanitarios, saqueos, secuestros y desplazamientos forzados.
Atrocidades. La ONU estimó que el número de víctimas podría ascender a cientos y condenó los informes de violencia sexual en El Fasher, donde al menos 25 mujeres fueron violadas en grupo cuando las FAR entraron a un refugio para personas desplazadas.
La Organización Mundial de la Salud confirmó que al menos 460 personas, entre pacientes y personal, murieron el martes en los ataques al Hospital Materno saudita, el último centro parcialmente operativo en El Fasher.
La presidenta del Comité Internacional de la Cruz Roja, denunció que las instalaciones “que antes se dedicaban a salvar vidas se han convertido en escenarios de muerte y destrucción”.
Etnias en conflicto. En la región de Darfur conviven importantes comunidades africanas, como los fur, los zaghawa y los masalit. Muchos de estos grupos se oponen a las políticas del gobierno sudanés, por considerarlas discriminatorias hacia las poblaciones no árabes.
En 2003, las tensiones étnicas en Darfur estallaron en una campaña violenta del gobierno contra las comunidades africanas, marcando el inicio de un conflicto que aún persiste.
La Corte Penal Internacional imputó a los líderes sudaneses y a la milicia árabe janjaweed –respaldada por el gobierno– por limpieza étnica, tortura y crímenes de guerra, entre otros.
En 2013, los janjaweed se reorganizaron bajo el nombre de Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), y desde entonces buscan consolidar su control sobre todo Darfur.
Riqueza minera. Los recursos auríferos de Darfur son el motor del conflicto en Sudán. En la región también hay yacimientos de petróleo, uranio y reservas de agua subterránea.
Controlar Darfur del Norte, especialmente desde El Fasher, permite que el oro salga del país y que entren armas, conectando con vecinos como Libia y Chad y alimentando así la guerra.
El general Daglo, líder de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), controla una mina de oro lucrativa en Darfur. En enero, el Departamento de Estado de EE.UU. lo acusó de genocidio y le impuso sanciones, destacando su papel central en el conflicto.
En marzo, Sudán llevó a los Emiratos Árabes Unidos ante la Corte Internacional de Justicia, acusándolos de ser “cómplices del genocidio” por su apoyo militar y financiero a las FAR.
Estados Unidos rechazó las acusaciones, aunque expertos de la ONU calificaron como creíbles los informes sobre el contrabando de armas desde ese país del Golfo Pérsico a través de Chad.
