La llegada de la serie de ocho episodios de Netflix titulada Reclutas está moviendo el tablero: apenas se estrenó, ya se convirtió en tema obligado de conversación entre maratones y sobremesas.

Lo que hace que “Reclutas” se destaque no es solo su duración compacta, ocho capítulos que se devoran en una tarde, sino el pulso narrativo que combina dramatismo con humor ácido, un combo poco habitual.

Basada en la experiencia real de Greg Cope White, exmiembro de los Marines de Estados Unidos que, en plena década de los 80, desafió prejuicios y barreras por su orientación sexual, la trama de Netflix no se conforma con contar hechos: los dramatiza, los revisita, los destila.

Desde el primer episodio, la tensión se sostiene sin tropiezos: el protagonista navega obediencia militar, autodescubrimiento y el choque cultural de una época donde “ser uno mismo” era una condena silenciosa. Y la serie lo hace sin solemnidad excesiva: fluyen escenas que arrancan risas, excitan el nudo de la trama o cortan el aliento con un giro inesperado.

LA MINSIERIE DE NETFLIX QUE NADIE QUIERE PERDERSE

El elenco acompaña con solvencia; la ambientación ochentosa consigue que uno respire el rigor del cuartel, la tensión de los subordinados y el murmullo de los pasillos cargados de presiones que ofrece Netflix. 

Todo eso mientras “Reclutas” mantiene un ritmo que empuja al televidente a querer el siguiente capítulo antes siquiera de cerrar el anterior. En tiempos donde el “bingewatch” es lo habitual, esta propuesta de ocho entregas aparece como una alternativa perfecta: completa, dinámica y sin relleno. 

Es, en palabras simples, la maratón que podés dar en uno o dos días. Para los fans del drama con fondo histórico, del humor que no subestima, y del storytelling que no se dispersa: “Reclutas” es el nuevo “no me lo pierdo”. Así que sí, ya tiene un lugar reservado en la lista de favoritos de muchos.