La finalista de Las Voz que rompió el silencio y armó un enorme revuelo: «Me dijeron que no iba a…»
“Desde muy chica escuché tango por mis bisabuelos”, cuenta Milagros Amud, finalista de La Voz Argentina. Su elección no es casual: en su casa, el tango era parte del aire cotidiano.
“Desde los cinco años ya sabía jugar al truco y pasaba los días en esa casa con la radio siempre encendida. Mi mamá trabajaba mucho, así que me crié con mis bisabuelos: escuchando música, conversando, cantando”. El tango, para ella, no es una simple elección artística, sino una herencia afectiva.
“Recuerdo la radio de mi bisabuelo, levantarme temprano, tomar mate o la leche y siempre la música de fondo”, recuerda con ternura. Ese lazo con sus raíces se volvió su motor. Sin embargo, apostar por el 2×4 siendo tan joven no fue fácil.
“Con 13 años me decían: ‘Vos dedicate a otra cosa, porque con el tango no vas a llegar a nada’. Para mí era romperme, era una ilusión, un sueño grande y escuchar eso dolía”, confiesa. Pero lejos de rendirse, esas críticas reforzaron su propósito.
“Me han llegado a decir que es un nicho muy muerto. Yo no creo que el tango sea un nicho muerto. Si todavía hay gente a la que le gusta y que se siente reflejada, no puede estar muerto”. Milagros encontró en el tango una forma de resistencia, pero también de amor y homenaje.
Su bisabuela fue su principal sostén y su amuleto: “Ella siempre me apoyó mucho en todo lo que hice. Me decía: ‘Quiero seguir viviendo hasta verte triunfar’. Todo lo que hago, aunque lo hago por mí, también lo hago en recuerdo de ella”. Hoy lleva su anillo como un talismán.
Esa conexión emocional también se transformó en creación. “Algunas canciones me hacían recordar mucho, pero también fue tanto el sentimiento que me llevó a componer. No encontraba una canción que me alivie, así que de ahí salió escribir la mía propia”, revela.
Su paso por La Voz Argentina la acercó a una nueva etapa. “Recién este año me animé a hacer el casting y tuve la suerte de entrar. Fue algo que esperé mucho tiempo”, cuenta. Cuando La Sole la eligió, supo que era el comienzo de algo importante.
“Elegí a la Sole porque la considero una referente de la música nacional. Para mí es una grosa en lo que hace y me inspira mucho”. Milagros no busca quedarse en la nostalgia: quiere tender puentes.
“Aprendí que todo el mundo tiene su historia y que hay que animarse a mostrarse tal cual uno es. Yo defiendo el tango porque es lo que me tocó el alma, pero también me abro a otros géneros para aprender”.
Su meta es clara: “Ojalá pueda compartir el tango desde el lugar que lo entiendo y trasladarlo a otras miradas, para que más personas se sumen y lo disfruten”. Con esa frescura y determinación, Milagros Amud encarna el futuro del tango: uno que respeta su raíz, pero no teme reinventarse.