Juana Repetto y el drama de su primera noche en la casa nueva
Después de meses de espera, planificación y esfuerzo, Juana Repetto finalmente se mudó a su nueva casa junto a sus hijos, Toribio y Belisario. Lo que prometía ser una jornada de celebración y emoción se transformó en una experiencia caótica y desafiante.
Juana Repetto, fiel a su estilo transparente y espontáneo, compartió con sus seguidores en Instagram los problemas que enfrentó durante la primera noche en su flamante hogar, dejando en claro que “no todo es color de rosas”.

La casa, que Juana comenzó a construir hace más de un año, representa un sueño cumplido. Tras su separación de Sebastián Graviotto, con quien había iniciado el proyecto, decidió continuar sola con la obra, enfrentando obstáculos técnicos, demoras y decisiones difíciles. Finalmente, llegó el día de instalarse, aunque la vivienda aún no está completamente terminada.
En sus historias, Juana relató que la mudanza fue intensa: “Comimos sin mesa, sin sillón, las bombitas colgando y el living vacío, cuartos con cajas, valijas, placares sin puertas…”. A pesar del desorden, expresó su felicidad por estar finalmente en ese espacio que tanto anheló: “El corazón explotado de orgullo y felicidad. Aún no lo creo”.

Pero la emoción inicial se vio empañada por una serie de inconvenientes domésticos que Juana no dudó en compartir con sus seguidores. “No se estaría yendo el agua de la ducha. Se puso negra la pastina también. Y el baño de los chicos pierde agua”, escribió, visiblemente frustrada.
Estos problemas, típicos de una casa recién construida, generaron incomodidad y preocupación, especialmente al tratarse de espacios clave para la rutina familiar. La influencer aclaró que ya se había comunicado con los especialistas para resolver los desperfectos, y que confía en que todo se solucionará pronto. “Podría seguir jaja, pero estamos bien”, agregó, intentando mantener el humor frente a la adversidad.
Los chicos, entre la emoción y la adaptación
Además de los problemas técnicos, Juana también compartió cómo sus hijos vivieron el cambio. “Los chicos están raros, un poco asimilando que esto es un proceso y la casa la vamos a ir armando de a poco”, explicó. La mudanza implicó un cambio de rutina, de espacios y de dinámicas familiares, lo que generó una mezcla de excitación y confusión en los más pequeños.
A pesar de todo, Juana destacó que lograron compartir una cena casera, dormir juntos y comenzar a construir nuevas memorias en el hogar. “Estamos los tres apapachados, durmiendo calentitos, juntos y empezando a vivir este sueño que está cada vez más cerca de ser y sentirse nuestro hogar”, escribió con ternura.
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