Juan Matías Díaz, el karateca sordo que vendió golosinas en colectivos y ahora busca retirarse en Tokio


La historia de Juan Matías Díaz es la de una voluntad inquebrantable. A los siete años, una caída de la cama le provocó un golpe en la cabeza que le causó sordera total. A los 12, salía a vender golosinas en los colectivos interurbanos de Córdoba para ayudar a su familia. A los 17, encontró en el karate no solo un deporte, sino una filosofía de vida. Ahora, a los 46 años, se prepara para cumplir su último sueño deportivo: retirarse en las Sordolimpiadas de Tokio 2025.

«Su historia es muy impresionante«, contó emocionado Eduardo Novak, su entrenador desde hace casi tres décadas.

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El karateca cordobés será el único representante argentino de su disciplina en la competencia que reunirá cerca de 8.000 deportistas de todo el mundo en noviembre próximo. Tras 28 años de una carrera plagada de logros internacionales, Díaz busca cerrar su etapa competitiva en el lugar más emblemático para las artes marciales.

Pero Juan necesita ayuda porque el aporte del Estado cordobés no alcanza para cubrir los costos para cumplir su último gran sueño deportivo.

Resultados a base de sacrificio

La carrera deportiva de Juan Matías está repleta de medallas y reconocimientos. En 2008 consiguió el oro en el Preolímpico de Taipei. Cuatro años después, alcanzó el cuarto puesto en el Mundial de Isla Margarita, Venezuela. En 2013 llegó la medalla de plata en las Sordolimpiadas de Sofía, Bulgaria, una de las dos únicas preseas que Argentina trajo de esa competencia.

En 2016 sumó un bronce en el Mundial de Samsun, Turquía. Sus últimas participaciones en Sordolimpiadas fueron en 2017 en Turquía y en 2021 en Brasil, donde finalizó en el quinto lugar en ambas ocasiones.

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Del colectivo al Kempes

En 2012, cuando Juan preparaba su participación en el Mundial de Venezuela, su realidad era radicalmente distinta. Trabajaba vendiendo alfajores en los colectivos de Córdoba, ahorraba peso por peso y llegaba a sacrificar comidas para juntar el dinero necesario. Para entrenar con Novak, debía tomar dos colectivos de ida y dos de vuelta.

«A partir de los 12 años salió a vender golosinas en los ómnibus interurbanos para poder defenderse y ayudar a su familia», recordó el entrenador. «A partir de los 17 empezó a practicar karate con nosotros».

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El punto de inflexión llegó en 2012. «Como se le logró dar mucha difusión a esa participación, la Agencia Córdoba Deportes lo contrató porque reconoció que él necesitaba tener tiempo para seguir entrenando», explicó Novak.

Hoy, Juan trabaja como instructor contratado por la Agencia Córdoba Deportes, enseña en el estadio Kempes y en un predio de Villa Allende. También da clases en el IVIS, una institución bilingüe para personas sordas. Su jornada laboral le permite compartir su experiencia con chicos con discapacidad y también con quienes él llama «convencionales».

El desafío del financiamiento

A pesar de su trayectoria y del reconocimiento institucional, Juan enfrenta el mismo problema que lo persiguió durante toda su carrera: la falta de recursos económicos suficientes para competir.

El viaje a Tokio, que incluye pasajes, estadía e inscripción, tiene un costo aproximado de entre 3.500 y 4.000 dólares. Los aportes confirmados hasta el momento provienen de la Agencia Córdoba Deportes y del Ministerio de Desarrollo Humano de la provincia, pero apenas alcanzan los 2.000 dólares.

Una eternidad con forma de abrazo

A nivel nacional, la situación no es mejor. La Confederación Argentina de Deportes de Sordos (CADES) recibió un aporte de la Secretaría de Deportes de la Nación, pero lo distribuyó únicamente entre quienes obtuvieron medallas olímpicas en los juegos anteriores. Juan, que quedó quinto en Brasil 2021, no clasificó para ese beneficio.

La consecuencia de esta falta de financiamiento es que Juan deberá viajar solo a Japón, sin su acompañante técnico, replicando la situación que vivió en 2012 cuando partió hacia Venezuela como su propia delegación.

Un legado para las futuras generaciones

Más allá de la competencia, el objetivo de Juan es retirarse «a lo grande» y dedicarse de lleno a la docencia. «Tiene la posibilidad de participar como único representante de Argentina en el karate, en esta Sordolimpiadas y ahí retirarse para luego bajar toda esta experiencia a través de la docencia a generaciones futuras», destacó Novak.

Para quienes deseen colaborar con el sueño de Juan Matías Díaz, pueden realizar aportes a través del alias: KarateDiaz2022 (Nombre: Díaz Juan Matías – CUIT/CUIL: 23281180029).

La historia del karateca sordo que vendía alfajores en los colectivos de Córdoba está a punto de cerrar un ciclo. Solo falta el apoyo para que ese cierre sea en el escenario que merece: Tokio, la cuna del karate, en una competencia que celebra un siglo de historia. Como escribió él mismo hace 13 años, cuando enfrentaba el mismo desafío: «Siempre pude sobreponerme en las malas«.





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