Hubo un tiempo que fue hermoso… y se llamaba Tiempo Argentino


El diario Tiempo Argentino fue innovador en todos los sentidos. Con muchos suplementos y columnistas fue dirigido por Raúl Horacio Burzaco; Ricardo Cámara estuvo a cargo de la subdirección y Oscar Muiño era el jefe de redacción. Hilda Mouro y Beatriz Álvarez eran las secretarias. María Luisa Cedrés, la telefonista. Tenía un plantel enorme y una extensa lista de colaboradores, que ya enumeraré.

En septiembre de 1983 recibí un mensaje en el trabajo que me cambió la vida: “Llamá al 28-0808 y preguntá por Fernando Mendoza que es el jefe de la Corrección de Tiempo Argentino para ir a dar un examen. Precisan cubrir las primeras vacaciones, si lo aprobás, empezás en noviembre”.

Por entonces, yo pasaba informes a máquina en un laboratorio en la zona de la Facultad de Medicina, en CABA. Cuando fui al edificio de Lafayette 1910 quedé deslumbrada porque venía de trabajar en un diario en el interior, El Popular –el matutino de Olavarría–, pero esto era otro mundo y parecía inalcanzable, lejano. En el lugar había funcionado La Opinión, de Jacobo Timerman.

Esto no les gusta a los autoritarios

El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

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Ernesto Schoo y Miguel Briante, colaboradores de lujo en Tiempo Argentino.

A la entrada había un quiosco y un bar. La redacción era gigante, con mucha gente, escritorios, teléfonos, máquinas de escribir Olivetti y peceras con fotos y carteles en los vidrios.

A 50 años del nacimiento de ‘La Opinión’, hablan los protagonistas de esa epopeya

Ese día que era un sábado muy lluvioso conocí a Alejandro Malofiejj; hacía mapas con tinta china y eran espectaculares, también estaba Carlos Garaycoechea dibujando las historietas; los dos en unos tableros enormes. Era la hora de la merienda y la traían en un carrito como en las confiterías, en unas tazas blancas muy lindas con el logo en letras negras y el mozo tenía saco y moño. Me invitaron a compartirla.

El examen era muy complicado; varios tramos de algún libro de psicología para ordenar los párrafos y distinguir si “donde” y “de donde” llevaban acento o no. Lo aprobé y los primeros días de noviembre empecé a Trabajar en Tiempo Argentino.

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Historietas. Por Tiempo Argentino también pasaron los dibujantes Carlos Garaycoechea y Maitena.

En la sección había veintitrés personas en total, contando al jefe y dos encargados. Todos muy formados: uno era profesor universitario de Filosofía, investigador de Popper en el CONICET; otro, corrector que venía de trabajar en las Naciones Unidas en Ginebra, varios que pasaron por todos los diarios y revistas; el Colegio de Escribanos, la Imprenta del Congreso… Aprendí mucho, pero mucho con ellos.

Hubo un tiempo que fue hermoso

Pero ya se sabía en 1985 que la computadora llegaría y con ello la pérdida de puestos de trabajo, tarde o temprano. Eso lo desmenuzó crudamente Raúl H. Burzaco en una contratapa titulada “Superlumproletariat”. A medida que evolucionarían los programas se aceleraba el achique en distintos rubros.

Esta es una actividad que se adaptará, reciclará, pero no desaparecerá porque la función es escuchar lo que dice cada oración, como indica la CAL (Correctología y asesoramiento lingüístico). El corrector lee con atención, pule y mejora la puntuación, el orden, la extensión y el léxico e inclusive lo no dicho. Todo eso indica cómo circula el sentido. A veces anticipamos problemas, como publicar una nota que viola la veda electoral, en tiempos previos a los comicios.

Por otra parte, “cazamos al vuelo” si aparece una nota ya vista porque nos queda “grabado”. A veces se levanta, en otras viene modificada y con otro título, separada en partes y con cambios, pero sale otra vez. Es lamentable. Eso no sucedía cuando había una primera tirada de edición, en la que la corrección verificaba fotos y textos incorrectos como sucedió en una nota del político Carlos Juárez que estaba siendo publicada con una imagen del pianista Manolo Juárez.

Jacobo Timerman: «Una verdadera hazaña»

Se leía con atendedor el original en una mesa de a dos, luego veíamos las páginas, íbamos a Armado para revisar el papel fotográfico con marcadores Pelikan colores turquesa y rojo, y a Fotomecánica para ver los astralones. Un ritmo muy intenso; tanto que uno de los compañeros decía: “¿Y cuándo nos pegan?”

Había guardias y se cambiaba la tapa y alguna página, las fotos… Eran los “alcances”. Eso se hacía al lado del tipeador y del redactor.

Cuando apareció el empresario secuestrado Enrique Pescarmona, esa madrugada se demoró mucho la salida. También con la interpelación a Bernardo Grinspun en el Congreso, o por la fallida ley “Mucci”; la vigilia por la salud de Tancredo Neves, el terremoto de México, el Tratado de Paz y Amistad con Chile, el debate entre Vicente Saadi y Dante Caputo, las elecciones cuando ganó Julio María Sanguinetti en Uruguay, la presentación de la CONADEP, el Premio Oscar a La Historia Oficial, el Juicio a las Juntas, el Grupo Contadora, la ley de Divorcio y la de Patria Potestad…

Tenemos muchos recuerdos.

Tiempos en Tiempo Argentino

-En la época de los viajes presidenciales de Alfonsín, en uno a EE.UU. se dañó un álabe del avión en Brasil. En la comitiva estaba el ingeniero Carlos Lacerca, secretario de Industria y las comunicaciones no eran como ahora, no existían los celulares. Había que esperar el arreglo para seguir el vuelo. En los jardines de la Casa Blanca Alfonsín defendió la vigencia en el derecho internacional del principio de la no-intervención a los países latinoamericanos, entre otros conceptos en un discurso improvisado frente a Ronald Reagan.

-Cuando vino el rey Juan Carlos de España lo agasajaron en el Concejo Deliberante –hoy es la Legislatura– y el fotógrafo para poder trabajar lo seguía en una moto sentado de espaldas, algo que lo irritó porque dijo: ¡¡¡Mira que sois molesto!!! Esa foto es magnífica.

-Cuando vino Isabelita Martínez de Perón con Milo de Bogetich cortaron los francos de la sección política.

-Una noche fue Ginamaría Hidalgo y cantó en el hueco de la escalera buscando la mejor acústica. Espectacular.

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– Si nacía un bebé ponían carteles enormes como pasacalles de bienvenida, por caso: Candela Dulce, María Florencia Montefusco y Malena Baizán.

-Los fines de semana iban muchos chicos: Orietta, Paola, dibujaban, jugaban: María es bailarina de tango, otra María es una cantante y compositora de jazz, y Grisel, estilista y directora de arte.

-Santiago Feliú se quedó a cenar y dio un show; luego fuimos en un grupo grande por Callao y Corrientes.

-En los días cercanos al cierre vino la mejor maga del mundo y ofreció un show en el comedor.

-No era raro que volaran panes o un cubierto –como en una cantina–, pero si había visitas nos pedían seriedad.

-Hablando de cantina, una noche a la salida del trabajo fuimos en varios autos: Taunus, Fiat 600 y un Peugeot 504 a comer mariscos a “La Cancha” en La Boca. Al rato de llegar se acercó un hombre canoso y dijo: “Me sacan los coches. Porque estaciono en la puerta”. Todos enmudecimos. Salieron a buscar otro lugar; el auto de él era grande, parecía un barco.

-El Día de la Primavera o en el de la Mujer nos daban en la entrada flores con una tarjetita.

-Las sobremesas a veces duraban hasta el amanecer… con mucho Navarro Correas siempre por allí y clericó en el verano. El viejo Ardizzone –corriendo las horas- cantaba como los Pimpinela o unos tangos, recitaba poesías y aparecían los recuerdos del Marabú o Chantecler, las coberturas y viajes para la revista Goles, el casamiento de Emma Silvia Illia en la Quinta de Olivos… Dormía un rato, pero al día siguiente seguía en pie. Cuando lo efectivizaron hubo una cena muy concurrida en el Casal de Catalunya.

– La combi regresaba hasta Congreso, pero no era raro que nos dejara en la puerta de La Academia, o en el Bauen, La Ópera o La Paz, otros sitios para seguir trasnochando y charlando.

-En la concesión del comedor estaban Gonzalo y Pepe (Sol de noche), tenían un bodegón por la Av. Vélez Sarsfield, el Asturias, y dos mozos: Roberto “Menús” y Amado. Cuando venía Reinaldo Martínez, el corresponsal en Corrientes, traía dorados y pacú. Invitaban con una cazuela riquísima.

Juan Carlos “Cacho” Novoa, de la sección policiales fue secretario privado de Joan Manuel Serrat, en España.

-En el campo de deportes del Sagrado Corazón, se hacían los partidos de fútbol y luego había un asado.

Tiempo Argentino fue una escuela maravillosa que me dio amigos de fierro y el pasaporte para seguir trabajando en lo que me encanta.

Algunos de sus colaboradores más frecuentes fueron Ernesto Schóó, Germán Sopeña, J. Nudler, D. Manzini, J. Castro, L. Á. Herrera, J. Lozano, J. V. Alonso, H. Toledo, D. Dulce, A. Walfisch, M. Nazinovich, R. Fernández Gaia, N. Beladrich, el Coya Díaz Castelli, M. Baizán, N. Casas, J.C. Agromayor, M. Moreno, Pablo Sirvén, M. Zapata, C. A. Torrengo, E. Álvarez, R. Perrone, D. del Arco, J.B. Ibarra, J. Lozano, B. Páez, S. Cerón, Juan Carlos de Pablo, R. Plazaola, J. de Thomas, Villita, R. Vera, F. Forciniti, J. Compton Hall, D. Arcucci, R. Díaz Guerra, J. Torres Cabanillas, Cristina Castello, Miguel Briante, Telma Luzzani, Matilde Sánchez, T. de Biase, B. Muicey, E. Perimbelli, Rodolfo Colangelo, C. Comerce, N. Zeppa, P. Cerón, Luis Laugé, D. Lagos, N. Ciollaro, Juan Carlos Novoa, Pepe Triviño, O. Tcherkaski, G. Calisto, O. Ardizzone, C.García, Luis E. Soto, A. Malofiejj, O.A. Sánchez, F. Fedeleff, R. Muñoz, C. Negrete, A. Emaldi, M. Fernández, Diego Fucks., Nerio Tello, Nora Lafón, Hugo Mouján, M. Guerrero, A. Molina, Graciela Rizzo, P. Redal, M. Vallejos, M. Stieben, Silvia Mercado, J. Porta, F. Otero, Matilde Sánchez, F. Cerolini, M. Tracey, Silvia Naishtat, F. Capelletti, T. L. La Rocca, S. Alonso, Roberto Gasparini, E. Mouján, Daniel Fernández Canedo, J. R. Presta, N. Tarzi, S. Nielsen, C. Pandolfo, L. Paracha, M. Warmerdam, M. Á. Montefusco, A. Matturi, H. del Prado, O. Principi, S. Schcolnicov, P. Melgarejo, M. Oliva, F. Galdi, Edi Alt, E. de la Fuente, A. García Rey, N. Marinelli, R. Allende, A. Serna, S. Pien, R. Dorrego, O. Hernández, R. Mauverer, Maitena, N. Veiras, Luis Emilio Soto, G. Casares, Carlos Garaycoechea, J. Szafrán, J. Schwartzman, A. Matzvechuk, G. Arbuco, A. Morelli, S. Triñanes, M. Rombolá, H. Márquez, A. Stilman, M. Pombo, A. Fabbri, J. C. Arbuco, M. Mateos, Ch. Rodríguez Muñoz, Cristina Di Pietro, S. Verheyden, Casandra, C. Tallone, L. Sambrotta, J. Blanch, R. Nieva, Mutto, Peralta, B. Rapán, G. Benzecry, S. Ostrovski, D. Tonnelier, S. Torres, G. Pandolfo, E. Rodríguez, E. Bustos, V. Reinoso, N. Frascarelli, J. Alurralde, B. Sáenz, E. Adelzon, F. Monzón, A. Drago, F. Mendoza , H. Cascione, H. Berra, R. Pereyra, T. Rioboó, J. Oriol, S. Cerdá, R. Cuño, M. Comesaña, J. L. Gagna, J. P. Albertoni, S. Fiorella, L. Bramante, D. Birabén, A. Capelle, M. Maldonado, S. de Lasuen, M. Canosa, G. Quesada, S. Sablich, A. Tettamanti San Martín, L. Gravina, C. Chotro, Rumi, R. Pazos Varela, L. Fernández Moreno, L. Pinillos, A. Bercovich, G. Nakagawa, L. Logarzo, Cristina Dip, Elena, D. J. Wilson, E. González, Olga, Ref., L. Caldera, Iris y Pablo, María Elena, Salgado, Lapido. Todas las notas salían firmadas.

Entre los fotógrafos: Luis Micou, Carlos y Bernardo Acuña, Alfredo Herms, Alejandro Calderone, Víctor Grubicy, Eduardo Farré, el Gordo Fumarola, Alejandro del Bosco, Ramón Puga Lareo, Gabriel Corrales. Además, estaban las secciones de Diagramación, Armado, Archivo, Fotomecánica y Rotativa, más los sectores de Administración, Tesorería, Servicios generales y la Enfermería. Laura, Julio, Graciela y Fanny eran las tipeadoras.

Para recordar viejas épocas y en homenaje a los compañeros que no están nos reuniremos el 21 de noviembre en Callao 361, casi Corrientes, a partir de las 20 hs.

*Correctora en DIARIO PERFIL





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