A casi 30 años del crimen que sacudió al país, Gladys Cabezas habló con emoción sobre la vida y los sueños de su hermano, José Luis Cabezas, asesinado el verano de 1997 en Pinamar. En diálogo con Héctor Maugeri para +CARAS, recordó al hombre detrás del símbolo: un padre amoroso, un hijo agradecido y un artista que soñaba con crecer sin perder la humildad.

“José Luis soñaba con tener una vida con sus hijos, con la familia que tenía”, contó con ternura. “Soñaba con ver felices a mis padres y con poder llevarlos a España”. Aquella idea de viajar todos juntos era un deseo que lo acompañaba desde siempre. Sus padres habían llegado desde Galicia en busca de un futuro mejor, y José Luis soñaba con devolverles esa esperanza. “Quería mostrarles que todo lo que habían hecho valió la pena”.

Gladys Cabezas: “La fotografía le cambió la vida por completo”

Gladys recordó que su hermano no siempre fue fotógrafo. “José Luis trabajaba en una empresa farmacéutica y ganaba bien, estaba muy bien”, relató. “Y sin embargo, un día dijo: ‘Basta’”. Decidido a seguir su vocación, se anotó en un curso de fotografía y comenzó desde abajo, sacando fotos en plazas, en cumpleaños, retratando a niños y familias.

“Ahí empezó todo”, dijo Gladys. “Empezó a crecer porque amaba lo que hacía. ¿Viste cuando vos amás algo y decís: ‘Esto es mío’? Eso le pasaba con la fotografía”. Aquella decisión marcó un antes y un después en su vida. Su talento, su compromiso y su sensibilidad lo llevaron a convertirse en uno de los reporteros gráficos más destacados del país.

Gladys Cabezas: “Soñaba con crecer, con ser feliz”

En otro momento de la charla, Gladys había contado que José Luis “se comprometía con lo que retrataba, escuchaba a las personas y lograba captar su verdad”. Ese modo de mirar, humano y cercano, fue lo que lo distinguió y lo convirtió en un referente para toda una generación. Más allá del trabajo, José Luis soñaba con cosas simples: ver crecer a sus hijos, disfrutar de su casa, y seguir aprendiendo. “Soñaba con crecer profesionalmente porque amaba lo que hacía”, recordó su hermana. “Y soñaba también con ser feliz, con tener una vida tranquila, rodeada de su familia”.

Hoy, ese deseo de felicidad sigue vivo en su legado. Sus tres hijos, Agustina, Juan Ignacio y Candela, sus nietos y su hermana mantienen encendida la memoria del hombre detrás del mito. Con la voz tranquila, Gladys Cabezas concluyó: “José Luis quería vernos bien a todos. Quería una vida simple, con amor y con verdad. Y eso, de algún modo, lo consiguió: porque su nombre sigue siendo sinónimo de dignidad y de libertad”.