Estudiantes y un logro más allá de lo deportivo



A veces el fútbol se parece tanto a la vida que da miedo, supo decir el escritor Eduardo Sacheri. Mirar las celebraciones de Estudiantes de Río Cuarto, con sus historias, nos refleja que esa sentencia tiene muchísimo de real.

En el sur de la provincia de Córdoba, el ‘Imperio del Sur’ despertó con un rugido que llevaba demasiado tiempo guardado, ganó la final del Reducido de la Primera Nacional y ascendió a la élite del fútbol argentino. Desde hace una semana se vive una fiesta.

Pero este ascenso no se explica únicamente desde la táctica o las estadísticas. Es un relato tejido por vidas que aprendieron a resistir antes de aprender a jugar; vidas que debieron volverse fuertes por obligación, mucho antes de que el fútbol les concediera una conquista. Es que en el equipo que condujo Iván Delfino, cada jugador parece cargar una historia al hombro, una cicatriz, un duelo íntimo y eso fue vital para esta conquista histórica.

Entre todas esas historias, cuatro nombres laten con una intensidad singular: Brian Olivera, Alejandro ‘Colo’ Cabrera, Gonzalo Maffini y Javier Ferreira. Ellos no solo ascendieron: sobrevivieron.

Histórico: Estudiantes de Río Cuarto ascendió a Primera división

Arquerazo y tipazo.

A Brian Olivera nada le fue fácil en la vida. Fanático de Instituto, desde pequeño se formó en el predio La Agustina, en la misma categoría de Paulo Dybala y Gustavo Gotti. Brian es un arquero de reflejos felinos, pero sobre todo un tipo que supo mirarse al borde del abismo y no retroceder.

“Hace tres años me dieron un diagnóstico que jamás imaginé… tenés cáncer de testículo”, recordó tiempo atrás: el mundo pareció caerle encima. Le dijeron que no volvería a jugar, que las manos que hoy levantan un ascenso estaban destinadas a despedirse del fútbol. Pero eligió una alternativa: resistir. Pasó por la quimioterapia, por el miedo, por las madrugadas que no perdonan. “La vida te da una nueva oportunidad”, dijo, y esa oportunidad hoy es una postal imborrable: Olivera celebrando con la copa y abrazado a sus compañeros y seres queridos.

Ahora proyecta más. “Mi sueño es jugar en Primera. Si es en Estudiantes, muchísimo mejor. Si no, veremos otras opciones, ahora toca disfrutar este momento”, contó hace unos días en Río Cuarto.

Una figura que jugó con el corazón.

El ‘Colo’ Cabrera es un jugador fuera de serie. Un “cincazo” que parece un híbrido entre los viejos volantes centrales y los modernos mediocampistas. Juega, hace jugar y es un referente. Pero él, a pesar de su talento, no la tuvo fácil.

El oriundo de ‘Los Cóndores’ volvió a nacer dentro de una cancha. Ídolo en 2019, héroe de aquel ascenso a la Primera Nacional, regresó a Estudiantes en un momento en que las sombras eran más densas que la luz. Las lesiones lo arrinconaron. Incluso llegó a pensar en dejar todo. “Hace un año atrás quería dejar de jugar al fútbol. Hoy disfruto haciendo lo que me gusta. La pasé mal con las lesiones, fueron momentos complicados», confesó tiempo atrás.

El volante volvió a jugar, volvió a sonreír, volvió a sentirse importante. Su retorno fue un acto de fe. Un hilo que volvió a unir al equipo con su pasado más luminoso. Y se transformó en leyenda ya que, en unos años, cuando se recuerde este hito, la imagen más repetida será la del ‘Colo’ Cabrera.

Tan cerca y tan lejos: cuando Estudiantes de Río Cuarto compartió torneos con Talleres, Belgrano e Instituto, aunque sin jugar contra ellos

Oh, mi capitán, mi capitán.

El poeta Walt Whitman escribió su célebre verso: “¡Oh capitán! ¡Mi capitán! Nuestro espantoso viaje ha terminado / La nave ha salvado todos los escollos, hemos ganado el anhelado premio / Próximo está el puerto, ya oigo las campanas y el pueblo entero que te aclama…/”

Más allá del juego que se permite este cronista, el inicio puede ser ideal para describir al defensor Gonzalo Maffini, el capitán del ‘León’. Fue una bestia durante el torneo, pero descolló en las finales. Sin embargo, mucho tiene que ver su historia para jugar este tipo de cotejos de esa manera. Es que Maffini carga con otro tipo de herida. Desde General Cabrera, donde debutó con 15 años, su destino parecía trazado en línea recta. Belgrano lo detectó, lo tuvo en inferiores. Pero en 2010 la vida quebró esa línea: la muerte de su hermana Mariana lo obligó a regresar a su pueblo. Tenía que estar con los suyos.

Al tiempo volvió a jugar, lo hizo en la Liga Regional y se destacó. Fue entonces cuando Estudiantes de Río Cuarto le abrió la puerta. Y en el ‘León’ pasó de todo, cargó también con la memoria de las finales perdidas de 2021, pequeñas derrotas que aún ardían. Hoy Maffini mira hacia arriba sin bajar la vista: el ‘León’ lo devolvió al lugar donde siempre estuvo destinado a llegar.

Volver para triunfar.

También aparece Javier ‘Chuky’ Ferreira, el delantero que nació en San Pedro del Ycuamandiyú, Paraguay, y que, paradójicamente, jamás jugó en el fútbol de su país. Un peregrino del gol, un superviviente de rutas y fronteras. Anduvo por todo el ascenso argentino y en el 2023 la vida le pidió una pausa. Estuvo alejado de las canchas por asuntos personales, un año entero de silencio, de preguntas, de dudas que no siempre encuentran respuesta.

Y volvió, lo hizo a puro gol en Acción Juvenil de General Deheza y en Río Cuarto tomaron nota: su pasado glorioso en el club le abrió la chance de volver. “Volví más fuerte y volví a un club que amo”, resaltó. Su regreso fue más que un aporte futbolístico: fue una señal. Una forma de recordar que el ‘León’ siempre guarda un espacio para quienes saben esperar. A veces no es retroceder, es tomar envión.

El rugido del ‘León’ no es solo deportivo: es humano. Brian, ‘Colo’, Gonzalo, ‘Chuky’ son sólo ejemplos de un plantel que, con heridas, resiliencias, sacrificios, levantar la cabeza, lograron consolidar un plantel que hizo historia para el “interior del interior”. La historia de ellos y la de Estudiantes de Río Cuarto es una historia que hoy, por fin, pertenece a Primera.





Source link

Compartir