Estrategia de rating: la «wandarización» de MasterChef
Telefe se rindió bajo el aura magnética y el poder de rating que genera Wanda Nara. En menos de seis meses pasó de estar al borde de la cancelación mediática, a convertirse en la figura absoluta del prime time argentino. En las oficinas del canal de las pelotas entendieron que el público la sigue, las marcas la eligen y que la prensa, incluidos sus haters y el bando China Suárez-Mauro Icardi, no la ignoran. Y en una industria en la que la repercusión digital mueve negocios, Wanda asegura conversación continua.
“MasterChef Celebrity”, un formato que a nivel internacional no contempla conducción, terminó plegado a la lógica de su estrella. Ella impone un guion implícito que se nutre de humor popular, coquetería, ironías, complicidad con cámara y espontaneidad calculada. Aunque el programa está estrictamente pautado, sus remates atraviesan el formato y capturan la escena. Y los participantes le disputan y negocian protagonismo. Una visita de Wanda a la estación donde cocinan, implica un momento que se volverá viral, tendencia en redes y espacio en los programas de archivo del día siguiente.
Irremplazable. “Al comienzo del año había muchas dudas”, admite una productora de la franquicia. Y agrega: “La pelea con Mauro Icardi había pasado los límites de la comedia. El episodio del ascensor en el edificio Chateau Libertador asustó a todos en el canal. Pero no teníamos un reemplazo a su altura, y cajonear su contrato era igual de costoso. Igual Wanda terminó revirtiendo todo. En esta temporada tenemos récord de PNT con su cara, porque cuando proponíamos a alguno de los tres jurados, la respuesta era siempre: “No, queremos a Wanda”.
La gran apuesta narrativa del programa y el hallazgo, fue convertir a Maxi López en personaje estable del show. La ex pareja más mediática del país, que se enfrentó durante años en juicios, acusaciones y batallas públicas por la crianza de sus hijos, ahora juega a la comedia romántica bajo las luces de «MasterChef». Telefe encontró oro televisivo en una dupla que hace una década era impensada. Wanda y Maxi compartiendo chistes, complicidad, insinuaciones y chicanas. “Este plato es para conquistarla”, lanzó él durante una gala de cenas románticas, para rematar, guiñando: “¡A la medalla! ¿A quién va a ser?”. Las cámaras se deleitaron con la mirada pícara de ella, sabiendo que cada gesto alimenta una novela infinita.
Un asistente de producción, que intermedia entre Telefe y Boxfish TV reconoce: “No queríamos convertirlo en un reality de Wanda. Pero funciona. Ella atraviesa toda la historia y los participantes lo entendieron a su favor. El juego pasa por ahí”. La gala dedicada a los gustos personales de la conductora, platos para su desayuno, almuerzo laboral, evento glamoroso y una cita romántica, fue la evidencia más explícita del cambio.
Los satélites del ecosistema mediático hacen el resto. Panelistas como Luis Ventura (quedó eliminado esta semana pero vuelve en el repechaje) y Susana Roccasalvo aportan tensión, especulan con acercamientos y resucitan viejos fantasmas. La producción intentó instalar como antagonista a Valentina Cervantes, esposa del campeón del mundo Enzo Fernández, pero el plan se desinfló cuando, desde Londres, el entorno del futbolista pidió evitar cualquier polémica para no enturbiar la calma de la Selección en la antesala del Mundial. “No quería estar en el medio de conflictos que no buscaba”, aclaró Valentina tras su renuncia. Telefe entendió el mensaje y bajó la cortina de esa historia.
Ensamble. Maxi López, que hace años criticaba a Wanda sin piedad en sus redes sociales, ahora la juega de compinche para la audiencia. Ahora nace su hijo en Italia y la imagen de una familia mega ensamblada para las fiestas, tienta a todos. En una reciente entrevista televisiva, ella misma confesó: “Lloraba todas las noches pidiendo que tenga novia”. Una frase que, en otra época, habría sido tragedia. Aquí funciona como combustible para una fantasía colectiva.
La carta que el canal promete jugar más adelante es Evangelina Anderson, enemistada con Wanda durante largos años y protagonista de una rivalidad histórica entre dos vedettes que supieron conquistar las revistas teatrales porteñas en los inicios del 2000.
Mientras tanto, la cocina queda relegada ante la telenovela permanente que protagoniza la conductora. La relación con los jurados también se resignificó. Si antes la autoridad recaía en los chefs, ahora se reparten el escenario con Wanda, sabiendo que su intervención puede convertir un plato fallido en una escena brillante para redes sociales.
El objetivo ahora es sostener el show de Wanda y que no aburra en el tiempo.

