Entre mármol y arte francés: el refugio urbano de Susana Giménez que marcó una época
En los años 90, Susana Giménez vivía en un penthouse de Belgrano que se convirtió en un ícono de estilo, sofisticación y diseño urbano. La propiedad, que habitó hasta 1998, reflejaba no solo el perfil glamoroso de la diva de la televisión argentina, sino también una etapa de su vida marcada por la actividad profesional intensa y una rutina que combinaba lo mediático con lo íntimo.
Aún hoy, la residencia de Susana Giménez conserva la impronta de quien supo convertir cada rincón en una extensión de su personalidad. El departamento estaba distribuido en dos niveles, lo que permitía una separación funcional entre los espacios sociales y privados. En el primer piso se encontraba el living comedor, amplio y luminoso, con salida a un balcón corrido que ofrecía una vista abierta al río.

Este ambiente era el corazón de la casa, donde Susana recibía visitas, realizaba entrevistas y producciones fotográficas. También en ese nivel estaban ubicadas dos suites, cada una con baño privado, y la cocina principal, equipada con materiales de primera calidad y pensada para el confort cotidiano.
El segundo piso albergaba la master suite, un espacio de lujo con acceso a una terraza privada con parrilla, decorada con flores y con una vista privilegiada al río. Este rincón era uno de los favoritos de Susana, donde podía relajarse lejos del bullicio de la ciudad, sin perder el contacto con el entorno urbano que tanto la inspiraba.

La arquitectura del penthouse combinaba elementos racionalistas con detalles de ornamentación francesa, logrando una estética sobria pero elegante. Los pisos de mármol, la iluminación natural y las obras de arte cuidadosamente seleccionadas contribuían a crear un ambiente refinado, donde cada objeto tenía un propósito estético y funcional.
La disposición en esquina del edificio reforzaba el sentido de amplitud, permitiendo que la luz ingresara desde múltiples ángulos y realzara los detalles arquitectónicos. Además de los ambientes principales, la casa contaba con un escritorio con baño completo, ideal para momentos de trabajo o lectura.
Confort
Las dependencias de servicio, una amplia baulera y un sector especial para cocheras con acceso directo por ascensor al palier privado completaban la propuesta de confort. Estos espacios no solo respondían a las necesidades logísticas de una figura pública como Susana, sino que también mostraban una planificación pensada para la privacidad y la eficiencia.
Aunque durante esos años Susana Giménez también vivía en una residencia en Barrio Parque y mantenía una relación con el empresario Huberto Roviralta, el penthouse de Belgrano funcionaba como uno de sus espacios personales más emblemáticos. Allí se conectaba con su trabajo, realizaba producciones y entrevistas, y encontraba un equilibrio entre lo público y lo privado. La vista al río era un elemento central en esa experiencia: un paisaje que aportaba serenidad y que contrastaba con el ritmo vertiginoso de su carrera.
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