El secreto de los técnicos para limpiar el aire acondicionado y que enfríe al máximo
Con la llegada del calor, muchos encienden el aire acondicionado después de meses sin usarlo y se encuentran con una sorpresa poco agradable: el aire no enfría como antes o empieza a salir con un olor a encierro. Lo primero que suele pensarse es que el equipo se rompió o que será necesario llamar a un técnico, pero no siempre es así.
La mayoría de las veces, el problema tiene una causa sencilla y una solución aún más simple. Existe un truco, muy efectivo y fácil de aplicar, que permite que el aire acondicionado recupere su potencia y que el ambiente vuelva a sentirse fresco y limpio, sin gastar dinero ni depender de ayuda profesional.
Todo comienza con un gesto básico pero esencial: desenchufar el aire acondicionado o cortar la corriente eléctrica. Es el primer paso para trabajar con seguridad.
Una vez hecho esto, se levanta la tapa frontal del equipo. La mayoría de los modelos se abren con un movimiento suave hacia arriba. Detrás de esa tapa están los filtros de malla plástica, los responsables de atrapar el polvo del aire que circula cada día.
Cuando se los retira, suele verse una capa gris que explica buena parte del problema. Es allí donde se acumula la suciedad que impide el paso del aire frío y que genera ese olor húmedo y desagradable.
La limpieza es sencilla: basta con enjuagar los filtros con agua tibia y agregar unas gotas de detergente neutro. Si están muy sucios, se puede usar un cepillo de dientes viejo para remover las partículas más adheridas. Después de un buen lavado, hay que dejarlos secar completamente, preferentemente a la sombra, para que no se deformen con el sol.
Mientras los filtros se secan, llega el momento de limpiar el evaporador, esa superficie metálica visible detrás de ellos. Con un paño seco o un limpiador específico para aire acondicionado, se eliminan los restos de polvo y humedad que se acumulan entre las aletas de metal. Este paso es clave, porque allí se produce el enfriamiento del aire: cuando está limpio, el flujo vuelve a ser más potente y uniforme.
Una vez que todo está seco, los filtros se colocan nuevamente en su lugar y se baja la tapa. El equipo puede encenderse otra vez, y en pocos minutos se nota la diferencia: el aire sale más frío, más puro y sin olor.
El cambio suele ser tan notorio que muchos descubren que no había ningún desperfecto técnico, sino simplemente suciedad acumulada.
Mantener el aire acondicionado limpio no solo mejora su rendimiento, sino que también alarga su vida útil y reduce el consumo eléctrico. Este truco, que puede repetirse cada tres meses o al inicio de cada temporada de calor, evita visitas innecesarias del técnico y ayuda a disfrutar un ambiente más saludable.
A veces, la solución a un problema que parece grande está al alcance de la mano: un poco de tiempo, agua tibia y un gesto de cuidado bastan para que tu aire acondicionado vuelva a funcionar como nuevo y el verano se sienta mucho más fresco.
