El legado de Alejandro Sabella, a cinco años de su partida


El 8 de diciembre de 2020 se apagó la vida de Alejandro Sabella. Su nombre quedó grabado en la historia por devolver a la Selección Argentina a una final mundialista después de casi tres décadas. La efeméride de la partida de Alejandro Sabella a sus 66 años, tras complicaciones de una cardiopatía agravada por una infección intrahospitalaria, no es solo el recuerdo de una pérdida, sino la conmemoración de un legado que trasciende los resultados deportivos.

Conocido por su sobrenombre, Pachorra, su figura se consolidó como la de un hombre humilde, de una inteligencia táctica notable y una profunda vocación pedagógica. Su muerte, ocurrida diez días después de la de Diego Maradona, conmocionó al fútbol internacional, que reconoció en él a un formador de excelencia y un símbolo de la sobriedad en la élite. La Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL) han mantenido vivo su recuerdo, destacando la influencia de su conducta y valores en el deporte continental.

El primer gran capítulo de Sabella como entrenador principal lo escribió en Estudiantes de La Plata, el club que marcó su vida. Asumió en 2009 y rápidamente llevó al equipo a conquistar la Copa Libertadores de América, la cuarta en la historia de la institución. En esa gesta demostró su capacidad para inculcar un sentido de pertenencia y una disciplina estratégica que alcanzó su punto álgido al disputar la final del Mundial de Clubes contra el F.C. Barcelona de Pep Guardiola y Lionel Messi. Aunque cayeron en el tiempo suplementario, la dignísima actuación del Pincha ante uno de los mejores equipos de la historia consolidó su prestigio táctico, cimentando las bases de un proyecto que también lo llevaría a ganar el Torneo Apertura 2010.

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Antes de la pizarra, existió el futbolista Alejandro Sabella, un exquisito enganche zurdo. Su carrera como jugador comenzó en River Plate, donde se destacó a pesar de estar a la sombra del ídolo Norberto Alonso. Sin embargo, su carácter y talento lo llevaron a forjar una importante trayectoria internacional en el fútbol de Inglaterra. En 1978, fue transferido al Sheffield United, de la Tercera División, convirtiéndose en uno de los primeros argentinos en ese país, un precursor que triunfó con habilidad y elegancia. Posteriormente, pasó al Leeds United de Primera. Su impacto en Sheffield fue tan duradero que, en el año 2000, fue elegido como uno de los mejores futbolistas del siglo del club, una prueba de su huella global.

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Sabella en Estudiantes

Pachorra y la revolución silenciosa de la dignidad

Su regreso a la Argentina en la década de 1980 lo encontró en Estudiantes, bajo la tutela de Carlos Salvador Bilardo, de quien se consideraba un ferviente aprendiz. Esta etapa fue crucial para moldear su filosofía de juego, basada en la solidaridad, el esfuerzo y la inteligencia táctica. Al asumir como director técnico de la Selección Argentina en 2011, tras el fracaso en la Copa América en casa, Sabella se propuso reconstruir no solo el equipo, sino también el espíritu. Su foco se centró en la unión de los valores y los símbolos patrios, buscando que los jugadores se sintieran dignos representantes de los 40 millones de argentinos. En una de sus conferencias citó a Manuel Belgrano como un ejemplo de humildad y desinterés, uniendo la épica deportiva con la cívica.

Este enfoque humanista y pedagógico transformó la dinámica del grupo y se tradujo en resultados tangibles. Bajo su mando, la Selección Albiceleste aseguró el primer lugar en las Eliminatorias Sudamericanas y, lo que es más importante, llegó a la final del Mundial de Brasil 2014, un hito que el seleccionado no conseguía desde el Mundial de México 1986. Sabella entendió cómo potenciar a un equipo con talentos individuales, como Lionel Messi, rodeándolos de una estructura táctica sólida y un compromiso colectivo innegociable. Su último partido como DT fue la final en el Maracaná, donde Argentina cayó en tiempo extra ante Alemania.

Aunque el título se escapó por poco, el subcampeonato fue un regreso a la competitividad mundial. Sus exdirigidos, como el defensor Marcos Rojo y el capitán Lionel Messi, han recordado en diversos homenajes la influencia que tuvo en sus carreras, destacando no solo su sabiduría técnica, sino su calidad humana y su don para formar personas. La máxima de Sabella era la búsqueda de ser «mejores personas» para ser «mejores jugadores», una enseñanza que dejó una marca imborrable en el vestuario de la selección y que hoy se evoca en cada aniversario de su partida.

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Mundial 2014

La influencia de Sabella en la sociedad fue notablemente visible más allá del campo de juego. Durante las trágicas inundaciones de La Plata en 2013, el entrenador suspendió sus actividades y abrió las puertas de su hogar en el barrio de Tolosa para acoger a damnificados. Incluso, cuentan sus vecinos, se dedicó a cocinar y repartir viandas para aquellos que lo habían perdido todo. Esta actitud de profunda generosidad y compromiso cívico consolidó su imagen como un ciudadano ejemplar, lo que le valió ser nombrado Ciudadano Ilustre de La Plata en 2012. Esta faceta humanitaria es un componente esencial de su legado, recordando que la figura de un director técnico puede tener un impacto significativo en su comunidad.

A cinco años de su fallecimiento, las conmemoraciones no cesan, especialmente en Estudiantes y en la ciudad de La Plata, donde una calle adyacente al estadio lleva su nombre. Su visión de la dirección técnica, que priorizaba el juego asociado y la dignidad sobre el individualismo, sigue siendo un faro para entrenadores y analistas deportivos. La frase «prefiero ganar antes que jugar bien, pero tengo muchas más posibilidades de ganar si jugamos bien» resume su ideario, el cual se celebra anualmente como el testimonio de un hombre que, más allá de la Copa, dejó como herencia su impecable conducta.





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