El hijo de una modelo podría convertirse en príncipe tras ser reconocido como sobrino del rey de Bélgica



En un anuncio que sorprendió a la monarquía belga, el príncipe Laurent, hermano menor del rey Felipe, reconoció públicamente a Clément Vandenkerckhove, un joven de 25 años, como su hijo biológico.

Nacido de una relación extramatrimonial con la cantante y actriz flamenca Iris Vandenkerckhove, conocida artísticamente como Wendy Van Wanten, Clément podría pronto ostentar el título de Príncipe de Bélgica, junto con el estatus de Su Alteza Real y el apellido de la dinastía belga.

Según informes de la prensa belga, el rey Felipe se prepara para firmar un decreto real que formalice esta distinción, un gesto que, sin embargo, no otorgaría derechos a la sucesión al trono ni una asignación presupuestaria de la Corona.

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Esta revelación, hecha el 9 de septiembre a través de la agencia Belga, llega tras décadas de rumores y un documental emitido por VTM que ha capturado la atención nacional, con audiencias récord que reflejan el interés público en los entresijos de la familia real.

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La secreta existencia de Clément, el “hijo secreto” del príncipe Laurent de Bélgica

La historia de Clément comienza en 2000, cuando Wendy Van Wanten dio a luz en secreto al fruto de su romance con Laurent, una relación que se extendió durante varios años en la década de 1990. El príncipe, entonces en sus treinta, conoció a la modelo y cantante flamenca de 30 años en 1995 durante un desfile de moda en París.

«Fue un flechazo», relató Wendy en el documental, describiendo cómo su conexión se forjó en medio de la presión real y las expectativas de un matrimonio ventajoso. Laurent, que buscaba calidez y ternura en medio de sus luchas personales, encontró en ella un refugio emocional. Se reunían en secreto en la Villa Clémentine, en la mansión del príncipe en Tervuren.

La relación se hizo pública en 1997, tras un incidente en la residencia principesca que filtró fotos comprometedoras, desatando titulares sensacionalistas y críticas de la aristocracia, donde una «freule» flamenca fue acusada de «robar» al príncipe.

A pesar de la intensidad –Wendy “saltaba aros de fuego para él”, según ex guardaespaldas–, Laurent optó por casarse en 2003 con Claire Coombs, una topógrafa británica, con quien tiene tres hijos legítimos: la princesa Luisa, el príncipe Nicolás y el príncipe Aiméric.

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El nacimiento de Clément, sin embargo, permaneció oculto durante 25 años, con el joven criado por su madre en Flandes, ajeno inicialmente a su linaje real.

Clément, hoy representante comercial en la empresa Aalter, conoció a su padre biológico por primera vez a los 13 años, en una reunión cargada de emoción pero también de cautela. «El príncipe Laurent me propuso él mismo una prueba de ADN», contó el joven en una entrevista exclusiva, expresando su deseo simple de «beber una cerveza con mi papá» y disfrutar de la vida juntos.

Su medio hermano Dylan, hijo mayor de Wendy de una relación anterior, rompió el silencio recientemente, admitiendo que el secreto familiar lo llevó a comportamientos erráticos en su juventud: «Laurent era la razón por la que no siempre me comporté como soy».

No hay menciones a pagos por silencio, sino a una conexión genuina que Laurent ha decidido formalizar jurídicamente, allanando el camino para la herencia real, aseguran periodistas belgas. Aunque el patrimonio del príncipe Laurent se estima modesto –unos cientos de miles de euros, sin lujos extravagantes–, Clément podría reclamar una porción una vez oficializada la filiación en el registro civil.

Sin embargo, el nieto del ex rey Alberto II (que abdico al trono en 2013) y sobrino del actual monarca queda excluido de la sucesión a la corona por la Constitución belga, que reserva ese derecho a nacimientos en uniones legítimas.

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Laurent de Bélgica, una vida marcada por escándalos

Nacido en 1963 como el menor de los hijos de Alberto II y Paola, Laurent creció a la sombra de sus hermanos, el rey Felipe y la princesa Astrid, en un palacio donde la disciplina era férrea.

Su infancia fue traumática: enviado a una familia de acogida por problemas de comportamiento, sufrió abusos que, según testimonios, lo marcaron de por vida, contribuyendo a episodios de depresión y problemas mentales que su madre Paola buscó tratar en clínicas suizas.

Apodado «Monseñor Woof» por su afición a los animales, Laurent se convirtió en el miembro más controvertido de la familia real, un rebelde ecológico que fundó la Fundación Príncipe Laurent para la Naturaleza en 1995, pero cuya carrera se vio empañada por escándalos recurrentes.

Entre sus controversias más notorias destaca el «escándalo de los pandas» en 2004: Laurent viajó a China sin autorización gubernamental para negociar la adquisición de dos pandas gigantes para el zoológico de Amberes, un capricho que costó 250.000 euros al erario público y le valió una reducción temporal de su dotación anual.

En 2011, el príncipe Laurent fue citado como testigo en el juicio por fraudes en la Marina belga, donde se le vinculó indirectamente a irregularidades en contratos.

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El «affaire Angola» de 2013 lo vio implicado en proyectos de desarrollo en África sin informar al gobierno, lo que generó acusaciones de nepotismo.

Pero la reputación del príncipe Laurent llegó a un punto crítico en 2017, cuando asistió sin permiso a una recepción por el 90 aniversario del Ejército Popular de Liberación chino en Bruselas, provocando una crisis diplomática y una sanción del 15% en su dotación por un año, que él impugnó ante el Consejo de Estado.

Otro episodio emblemático fue su uso indebido de un uniforme militar en 1999, sin rango correspondiente, que alimentó burlas en la prensa. Laurent defendió su independencia, rechazando recientemente el estatus de autónomo para sus actividades ambientales y negándose a ser retratado como una «persona triste» en documentales críticos.

Tras la abdicación de su padre en 2013, su relación con Felipe ha sido tensa, exacerbada por estas polémicas, aunque el rey mostró discreción en este nuevo capítulo familiar.

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El precedente más directo para Clément es el de la princesa Delphine de Saxe-Coburgo, hija ilegítima del rey Alberto II con la baronesa Sybille de Sélincourt.

Nacida en 1968, Delphine luchó durante años en los tribunales para ser reconocida, culminando en 2020 con una sentencia que obligó a Alberto a admitir la paternidad mediante pruebas de ADN. El rey Felipe la elevó entonces a princesa, otorgándole igualdad de derechos con sus medio hermanos, aunque sin sucesión.

«No lo hice por el dinero», declaró Delphine, enfatizando la búsqueda de equidad familiar. Este caso, allanó el terreno para situaciones similares, demostrando que la monarquía belga –a diferencia de otras europeas más rígidas– no exige explícitamente la legitimidad para títulos nobiliarios en descendientes de hijos varones del soberano.

En el panorama europeo, los hijos ilegítimos de la realeza han sido un tema recurrente, cubierto ampliamente por la prensa belga. Históricamente, la dinastía belga ha conocido casos como los de Leopoldo I, con varios bastardos reconocidos, o en Francia, donde Luis XIV legitimó hasta ocho de sus dieciséis hijos naturales para integrarlos en la corte.

(ds)





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