El desafío peronista en octubre 2025



El triunfo del peronismo en la provincia de Buenos Aires no es solo un resultado electoral: es un mensaje político contundente en un contexto de incertidumbre y sufrimiento social. La sociedad bonaerense, golpeada por la inflación, la caída del empleo y la ausencia de un Estado presente, eligió decirle basta al modelo cruel y deshumanizado que impulsa Javier Milei.

Ahora la pregunta central es: ¿qué debe hacer el peronismo para aprovechar el envión y construir una victoria aún mayor en las elecciones de octubre?

En principio sostener la unidad con responsabilidad política histórica. Este triunfo se explica en gran medida por la capacidad del movimiento de reencontrarse en la diversidad. En momentos donde muchos auguraban divisiones irreparables, la militancia, los intendentes, los sindicatos y las organizaciones políticas y sociales priorizaron la unidad por encima de cualquier diferencia. Como decía Juan Domingo Perón: “Para un peronista no hay nada mejor que otro peronista”. Ese espíritu debe ser la brújula en la etapa que comienza.

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Valorar sin lugar a dudas el rol deCristina Fernández de Kirchner, aún en la situación injusta que atraviesa. Sigue siendo un faro de conducción. Su silencio estratégico y sus intervenciones precisas reordenaron al movimiento peronista.

En momentos donde muchos auguraban divisiones irreparables, la militancia, los intendentes, los sindicatos y las organizaciones políticas y sociales priorizaron la unidad»

No es tiempo de personalismos ni de apuestas mezquinas. La conducción colectiva debe ser el motor para construir un proyecto sólido, que supere la coyuntura electoral y se proyecte hacia el futuro.

Resulta insólita la reacción del oficialismo tras la derrota. En lugar de una autocrítica madura, dirigentes de La Libertad Avanza se dedicaron a agredir y descalificar a los bonaerenses por su voto, tratándolos con un desprecio pocas veces visto en democracia. Una fuerza que ofende a la ciudadanía y, al mismo tiempo, espera ser votada, muestra con claridad su desconexión con la realidad social y política de la provincia.

Hay que valorar la voluntad política de Axel Kicillof, que con austeridad y su capacidad marco su propio estilo de conducción dentro del distrito más poblado de la Argentina. Su desafío es trascender el rol provincial, convertirse enprotagonista de una épica que inspire a las mayorías y ser aceptado por la sociedad como una alternativa electoral en el futuro.

El peronismo debe recordar que este año se cumplen 80 años del 17 de octubre de 1945, cuando los trabajadores coparon la Plaza de Mayo para exigir la liberación de Perón. Desde entonces, “las veinte veces que quisieron matar al peronismo, resucitó veinte veces”. Esa es la historia de resistencia que hay que honrar y actualizar.

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Mientras el presidenteinsiste en profundizar un modelo económico que castiga a jubilados, trabajadores, a la pequeña y mediana empresa, y entrega las riquezas estratégicas del país, el peronismo tiene la oportunidad de volver a ser la voz de quienes no la tienen. Frente al odio y la crueldad, ofrecer solidaridad y justicia social. Frente a la demolición del Estado, proponer un gobierno sensible, eficiente y cercano.

El mayor daño del actual gobierno es el freno a la obra pública. No hay nuevas viviendas, no avanzan los planes de cloacas y cada día se nota más el deterioro de las rutas. Suspender la inversión en infraestructura condena a millones de argentinos a vivir sin servicios básicos y limita las posibilidades de desarrollo de nuestras comunidades. Esa decisión muestra un desprecio por la vida cotidiana de la gente común.

El peronismo también tiene por delante una batalla cultural. No alcanza con ganar elecciones: se trata de reafirmar que el movimiento trasciende a un partido político y que encarna una filosofía de vida basada en la justicia social, la independencia económica y la soberanía política.

En tiempos donde el neoliberalismo intenta imponer el individualismo como valor supremo, el peronismo debe actualizar sus formas, adaptarse a los lenguajes de las nuevas generaciones y conquistar los espacios donde se define el sentido común: las escuelas, las redes sociales, los sindicatos, los clubes de barrio.

“La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo”, decía Perón.

El desafío es construir una mayoría política y social capaz de frenar la ofensiva neoliberal. Eso exige sumar a los sectores desencantados, abrir las puertas al radicalismo popular, al progresismo, a los movimientos sociales y a la clase media que busca certezas. No se trata de repetir consignas vacías.

“Conducir es distinto de mandar: mandar es obligar, conducir es persuadir”. Esa persuasión, basada en la esperanza y en la justicia social, es la que puede abrir las puertas a una victoria definitiva en octubre.

*Dirigente del NEP CABA, Congresal Metropolitano y Nacional del PJ





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