Dulce de leche casero: la receta de la abuela que podés hacer con pocos ingredientes y en minutos
El dulce de leche casero es una de esas preparaciones que nos conectan con la tradición y con los recuerdos más dulces. Su aroma, el burbujeo lento en la olla y el color dorado que va apareciendo de a poco tienen algo de mágico. Lo mejor es que hacerlo en casa no requiere experiencia ni utensilios especiales: solo ganas, tiempo y unos pocos ingredientes.
Ingredientes:
- 1 litro de leche entera
- 300 g de azúcar
- 1 cucharadita de bicarbonato de sodio
- 1 cucharadita de esencia de vainilla (opcional, pero muy recomendada)
En una olla grande —idealmente de fondo grueso— se mezclan la leche y el azúcar, y se lleva al fuego medio, revolviendo constantemente con una cuchara de madera hasta que el azúcar se disuelva por completo. Cuando la mezcla comience a hervir, se incorpora el bicarbonato, que es lo que le dará al dulce su característico tono dorado y ayudará a evitar que el azúcar se cristalice.
A partir de ese momento, todo se trata de paciencia. Hay que bajar el fuego y dejar que la mezcla hierva lentamente, sin apuro, mientras se revuelve cada tanto para que no se pegue ni se queme. Con el paso del tiempo —alrededor de una hora y media, según la intensidad del fuego—, el líquido irá tomando cuerpo, espesándose y oscureciéndose poco a poco.
Cuando el dulce de leche empieza a cubrir la cuchara y cae lentamente al levantarla, es señal de que está listo. En ese punto, se retira del fuego, se agrega la esencia de vainilla y se mezcla bien para que el aroma se integre. Luego se deja enfriar a temperatura ambiente antes de pasarlo a un frasco de vidrio limpio con tapa hermética.
El dulce de leche casero puede conservarse en la heladera por unos diez a quince días, aunque rara vez dura tanto: su sabor artesanal lo vuelve irresistible. Es perfecto para acompañar tostadas, panqueques, galletitas, postres o simplemente para disfrutar a cucharadas.
Más que una receta, hacer dulce de leche en casa es un pequeño ritual: un recordatorio de que los sabores más ricos muchas veces nacen de lo simple, de lo hecho con amor y sin apuro.
