Dictaduras y comunismo: “Cuando alguien gana por goleada, el problema sigue”


De no haberse enamorado de los libros, sería bailarina clásica, dice Julia Navarro. Dice también que no le gusta la melancolía, que jamás hizo piscoanálisis, pero que nunca se rinde, porque allí está el revés de la trama esperándola en todas las cosas.

Dice también que las sociedades se hacen de abajo hacia arriba, “aunque sería absurdo pensar que los de arriba no la moldean”.

La escritora Julia Navarro tiene muchas cosas para decir, sobre todo ahora que están por cumplirse 50 años de la muerte de Francisco Franco, el dictador que llevó a España a una guerra civil y se instaló en el poder durante 36 largos años. Sólo fue posible sacarlo del Palacio de El Pardo con los pies para adelante.

Esto no les gusta a los autoritarios

El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

Guerra Civil Española
La Guerra civil española condujo a la dictadura de Francisco Franco; duró 36 años.

Francisco Franco 20251024
Francisco Franco tuvo estrechos contactos con Adolf Hitler y el nazionalsocialismo alemán.

Nadie que haya sido contemporáneo del sacudón que vivió toda la Península Ibérica a fines de los años 70 puede sentirse lejos de los hechos que relata Julia Navarro en El niño que perdió la guerra, la novela española que Penguin Random House acaba de traer a la Argentina, con autora y todo.

Ella misma, Julia Navarro, una madrileña fogueada en las entrevistas políticas frente a cámara en los estudios de televisión de las Cadenas SER, COPE y la TVE, podría pasar como genuina representante de la “transición española”, pero decirlo sería una vana tentación con dos problemas de base:

  1. A poco de hablar con Julia, queda claro que odia los encasillamientos y le encanta abrir ventanas;
  2. No por desencanto, hace rato que rompió las férreas cadenas del periodismo hacia el nado libre de la ficción.

Sí, hoy lo suyo es escribir novelas. Con 10 títulos en las librerías y el onceavo a punto de salir de imprenta, bien podría pensarse que su tintero es como la valija de Mary Poppins, inagotable y sin fondo.

Y así, desde “Leningrado, 1938” hasta “Madrid, 2007”, en El niño que perdió la guerra median 638 páginas que se inician con un poema antisoviético de Anna Ajmátova y culminan con la voz de gorrión de Ekaterina Tarásova, “la mejor cantante de ópera que ha dado Rusia” –Ucrania, perdón- tal como la presentan en una función estelar en el Teatro Real de Madrid, en una España ya libre.

Día 370: camarada Javier Stalin
Josef Stalin. En El niño que perdió la guerra es «un monstruo» que instaló la era del terror en la URSS.

¿Y qué une ambas historias, tantas vidas ajenas, tantas luchas disímiles en español peninsular y en el ruso unificador de la URSS? Un niño, Pablo. Es el que dio a luz la caricaturista española Clotilde, esposa de Agustín, un revolucionario librando sus últimas batallas inútiles para que Francisco Franco no llegara al poder.

Con previsión de futuro y contra la voluntad de su propia esposa, Agustín entrega a su hijo a Boris, el chofer soviético que habla español, combate en las trincheras de apoyo a los republicanos y es el infiltrado del partido comunista en el país de don Quijote de La Mancha.

Pablo se criará en Moscú, aprenderá ruso, tendrá una familia que lo cuidará como si fuera un hijo pródigo y de a poco y sin remedio irá perdiendo todos los recuerdos que lo ligan a su Madre Tierra, excepto el de su propia madre y el de su propia tierra, claro.

La vida está llena de sorpresas incluso para los que están en un callejón sin salida.

Dictaduras y comunismo

Sin preámbulos, Julia Navarro aparece por el salón Embajador, en el primer piso del Alvear Palace Hotel, y saluda con un beso a la argentina, antes de que llegue a preguntarle si su origen madrileño requería dos, remotamente tres.

Diminuta, ágil y esbelta en su blusa color ciruela, se muestra tan arrolladora como las dos heroínas de su flamante relato. Mira a los ojos con intensidad celeste y hace pensar que es de esas mujeres sin dobleces. Apuesto que si alguna vez duda, jamás lo demostraría.

Julia Navarro escritora española 20251023
Julia Navarro.

-¡Qué madres potentes hay en tu libro!
-Las mujeres siempre hemos sido potentes. La historia la han escrito los hombres y se han olvidado de poner que nosotras también estábamos ahí y sin nosotras tampoco hay historia. Hemos tenido que ser muy fuertes para sobrevivir en un mundo en el que las reglas las marcaban ellos.

Al 38% de los jóvenes menores de 24 años no les importaría vivir en “un régimen poco democrático” si eso les garantizara ‘futuro’ «

Hija de un reconocido periodista (Felipe Navarro García, apodado Yale) y casada en primeras nupcias con un peso pesado de la televisión española (Fermín Bocos), por ahora sin nietos, es la madre de un único hijo, Alex (31) que alguna vez le recomendó que sea menos “peleona” y más “simpática” con los periodistas.

Esa será casi la única indiscreción que se sale de libreto: “Yo nunca hablo de mi familia”, aclara de entrada. A Julia le encantan los misterios, tanto que festeja su cumpleaños dos veces al año, en honor a las dos fechas que circulan por internet y que explícitamente no desea aclarar: “¿Para qué? La gente es muy cariñosa conmigo, me envían flores, saludos, bombones. Así me gusta celebrarlo, ya no tengo eso de que “si tuviera 20 años”… ya te lo he dicho, no me gusta la melancolía. He viajado mucho, yo no necesito tirarme en globo ni subirme en paracaídas para celebrar mi cumpleaños. Tampoco me torturo preguntándome ¿por qué hago esto?’. Los argentinos os psicoanalizáis mucho, estáis todo el día preguntando el porqué”.

“Si la vida es efímera ¿cómo no va a serlo todo lo que está a su alrededor?”, piensa en voz alta.

Ganar por goleada

En esta nueva novela que despierta tantas expectativas como si fuera la primera (debutó en la literatura con La hermandad de la Sábana Santa (2004), que tuvo 42 ediciones en 30 países diferentes y vendió más de un millón de ejemplares), a pesar de lo que anuncia el título, El niño que perdió la guerra, muchos son los que pierden y muchas veces, todo.

Como la de Pablo, hubo miles de historias en la España franquista y esta novela viene a recordarlo, sobre todo a las nuevas generaciones, que no vivieron esa tragedia y se han olvidado que despedazó a sus familias.

En estos días circula por España una encuesta preocupante. Según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), una suerte de INDEC oficial español, al 38% de los jóvenes menores de 24 años no les importaría vivir en “un régimen poco democrático” si eso les garantizara una “mejor calidad de vida” o “un futuro”, como decimos los argentinos. Es decir, 2 de cada 10 jóvenes creen que la palabra “dictadura“ no es tan mala.

La más reciente que sufrieron sus antepasados fue la de Francisco Franco que se terminó sólo porque murió el 20 de noviembre de 1975. Pero además de las heridas quedan los números:

-Dejó 130.199 muertos y desaparecidos
-Persiguió comunistas –o sospechosos de serlo-, inmigrantes, judíos, musulmanes y homosexuales
-Retuvo en prisión a 10.000 criaturas, presas junto a sus madres
-30.000 infantes y bebés fueron robados a sus familias
-Miles de niños fueron sacados de España rumbo a Francia, México, Suiza, Reino Unido y la URSS para salvarles la vida.
-Sólo a Rusia llegaron 2895

Al ganar la Guerra Civil, el régimen franquista creó el Servicio Exterior de Falange para repatriarlos, aunque ya no tuvieran padres: el Estado ejercería su patria potestad. Entre todos esos huérfanos, el mayor golpe de efecto sería recuperar a los que habían crecido en la URSS, el Estado en donde sí había triunfado la revolución de los “sucios comunistas”.

“Es muy arrogante decir que está todo dicho”. Yo creo que la transición y el pacto constitucional fueron el acuerdo para el punto final, pero una generación dice ‘no’ y está en su derecho. Mi generación tomó una decisión, pero hay una generación nueva que toma otra. Una guerra civil es un daño irreparable.

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Las cosas no funcionan mejor en Moscú. Así lo ve desde un principio el personaje de Anya y luego se convence su entorno familiar:

Stalin es un monstruo sin alma” (Anya)

“La economía de la Unión Soviética se basa en los esclavos. Mano de obra gratis y prescindible. Eso son los gulags” (Any)

“Stalin es el principal enemigo del pueblo y los que callamos somos sus cómplices” (Anya)

“Unos callan porque se benefician, otros porque su vida hoy no es peor de lo que era con el zar, y otros callan por miedo” (Igor)

“En la Unión Soviética, escribir se ha convertido en un acto de rebeldía”

“No es incompatible la justicia y la libertad, el tener un Estado que se preocupe y se ocupe de quienes nada poseen pero, al mismo tiempo permita vivir libremente sin castigar a nadie por pensar” (Anya)

Dictaduras y familias rotas

El niño que perdió la guerra fluye y nos lleva de la mano por San Petersburgo, nos mete en los callejones moscovitas, en las trincheras españolas de la guerra civil y el resultado final siempre es la precisión realista.

Julia Navarro escritora española 20251023
Pablo, un joven con dos madres y muchos perdedores en el franquismo español y el comunismo soviético.

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Julia Navarro, autora de El niño que perdió la guerra.

¿Quién le hizo más daño al mundo: la izquierda o la derecha? ¿El socialismo podría ser un justo medio?

Depende qué izquierda y qué derecha. ¿Y de qué socialismo hablamos? La Unión Soviética se arroga ser socialista y después de la Revolución de 1917 se llamaba Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Hay socialismos democráticos y otros que si, son como el de la URSS, que paren que me bajo. Hay gente que piensa que José Luis Zapatero hizo grandes cosas, otros que las hizo medianas y hay quienes creen que hizo poco. Hay que ser tolerantes con la opinión de los demás y los extremos nunca son tolerantes.

-¿El mundo va hacia la derecha?
En la sociedad en general se está produciendo una polarización y un deslizamiento hacia autocracias, regímenes dictatoriales, pero eso no lo digo yo, lo dice la realidad. Lo que hay que preguntarse es porqué. Porque la única manera de hacer frente a los problemas es saber porqué se han originado.

-Sólo a Rusia llegaron 2895 niños españoles, en un intento de asegurarlessus familiares

Aunque dice que el periodismo “fue” una gran pasión, el tema pica. Y hablamos de su libro sobre José Luis Rodríguez Zapatero (El nuevo socialismo), los mandatos, los “chalecos amarillos”, los “indignados”, la pelea por Ucrania…

En el siglo XXI, el mundo sigue pidiendo justicia social como si todavía estuviéramos en el XIX o muchos siglos atrás. Los reclamos quedaron en un saco con doble fondo y la justicia se escurrió por los agujeros.

“No se vuelve una cosa u otra de un día para el otro, siempre hay una causa. La cuestión no es lamentarse sino procurar que no vuelva a pasar.

Y el drama lascerante de Gaza… “Yo defiendo que tiene que haber un Estado Palestino, pero tienen que acordarlo los israelíes y los palestinos. Tienen que negociar y levantarse insatisfechos, porque si alguien se retira muy contento, será un mal acuerdo. Cuando alguien gana por goleada, el problema sigue.

-¿En una sociedad cada vez más distante de la literatura, no teme escribir novelas de cientos de páginas?

-No, porque no soy una escritora de best sellers, soy una escritora que escribe libros. Son los lectores quienes eligen y eligen libros que tienen una gran calidad literaria, pero a veces no, entonces los abandonan. No hay una fórmula mágica para el éxito.

“Escribo pequeñas historias dentro de la historia –desmenuza- pero no escribo novelas sobre la gran historia”. A pesar de los hiatos que podrían dejar los saltos en el almanaque, el relato se desliza como seda, el espacio ordena todo sin dejar cabos sueltos.

Los jóvenes tienen el derecho de hacer el mundo a su manera. Lo que más aborrecería de mí misma es decir que el tiempo pasado fue mejor”

¿Viajaría en el tiempo? “Sí, al futuro, directo al año 4000, porque el pasado ya está ahí y del porvenir no sabemos nada y como periodista, me produce curiosidad. Me encanta la física cuántica, pero no tengo talento para escribir ciencia ficción”, revela sin tapujos.

Julia Navarro es una abeja literaria. “Con cada libro empiezo desde cero y nunca sé qué va a pasar con el libro que estoy escribiendo”, dice. ¿Si la tentó la inteligencia artificial? No es para mí ni la usé nunca, mucho menos para escribir, pero entiendo que a lo mejor el futuro pasará por allí. No quiero ese orden para mí, pero no se puede poner puertas al campo”, sentencia.

“Por eso, insisto, los jóvenes tienen el derecho de hacer el mundo a su manera. Lo que más aborrecería de mí misma es decir que el tiempo pasado fue mejor”, resume.





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