Día de la Madre: 75 % regala flores, pero detrás de cada ramo hay una logística precisa
Regalar flores, chocolates o perfumes parece un gesto sencillo. Pero detrás de cada ramo que llega fresco, de cada bombón que mantiene su brillo o de cada fragancia que conserva su esencia, hay una red logística precisa que depende, literalmente, del frío.
De acuerdo con una encuesta de la firma Trend Lab, el 75% de los argentinos regala flores y el 29% opta por cosméticos o productos de cuidado personal. Todos ellos son productos sensibles que, más allá de su valor simbólico, imponen exigencias técnicas para garantizar su entrega en condiciones óptimas, reforzando la necesidad de vehículos refrigerados y procesos de transporte cuidadosamente planificados.
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En fechas como el Día de la Madre, cuando el comercio se multiplica y los envíos recorren el país, los productos premium imponen nuevos desafíos a los distribuidores. Ya no se trata solo de rapidez: la clave está en el control térmico.
«En fechas de alta demanda, los retos en la distribución y logística de alimentos y otros perecederos se multiplican, pues no se trata solo de mover productos del punto A al punto B. Se trata de garantizar que cada envío llegue en condiciones óptimas, en el tiempo justo y sin comprometer la calidad«, explicó Iván Collazo, director general para Latinoamérica de Thermo King, empresa especializada en soluciones de transporte refrigerado.
Flores, chocolates gourmet y cosméticos de alta gama comparten una vulnerabilidad: son sensibles a la temperatura. Un cambio brusco puede marchitar una flor, derretir un chocolate o alterar la fragancia de un perfume. Por eso, las cajas bonitas no alcanzan, dicen los comerciantes. Lo que verdaderamente asegura que el obsequio llegue perfecto es la tecnología que regula el frío durante todo el trayecto.
Las empresas distribuidoras lo saben: un camión con sistema de refrigeración calibrado puede marcar la diferencia entre un ramo frondoso y otro marchito, o entre un chocolate brillante y uno con vetas blancas producto del calor. Y en un país con climas tan variados como Argentina, ese control se vuelve determinante.
Collazo detalla que los vehículos de reparto deben estar equipados con unidades de refrigeración capaces de mantener el rango térmico exacto según el tipo de producto transportado. Además, recomienda monitorear la temperatura en tiempo real para anticipar cualquier desvío o falla.
Pero no todo depende de la tecnología. El factor humano también cuenta. «Los operadores de transporte deben capacitarse continuamente en el manejo de productos sensibles al calor. No es lo mismo trasladar una caja de herramientas que un lote de cosméticos de alta gama», señaló Collazo. En la misma línea, los responsables de almacén deben coordinar con precisión la carga y descarga para reducir al mínimo el tiempo de exposición al calor.
Así, el éxito de una entrega no se mide solo por la belleza del ramo o el sabor del chocolate, sino por la precisión invisible del proceso que los hizo llegar intactos. Que unas rosas lleguen frescas a Buenos Aires o una caja de bombones conserve su forma en Córdoba no es casualidad: es el resultado de una cadena de frío planificada al detalle.