Día 596, 33,33%, el número áureo de Vetolandia


Hay una versión que cuenta que quien le enseñó a Javier Milei a gobernar a través de los vetos fue el presidente salvadoreño Nayib Bukele, cuando estuvo de visita en Argentina. De hecho, esa versión cuenta que el Bukele estuvo una hora dándole clases a todo el gabinete libertario. En seis años de gobierno, el salvadoreño se sirvió del veto presidencial, que funciona idénticamente a la nuestra, y rechazó más de 30 leyes de manera total, y más de 40 en reformas parciales.

Al igual que en El Salvador, en Argentina el veto es un atributo constitucional del presidente y para bloquear el veto, se necesitan dos tercios de los legisladores en alguna de las dos cámaras. Es decir que con un tercio más un legislador, Bukele o Milei ya pueden gobernar en base a los vetos. Además, en Argentina, los decretos también necesitan esa cantidad de diputados y senadores para no ser rechazados.

Si en nuestro país está la cifra completa de 257 diputados, la cantidad necesaria son 87. Este es el número mágico que puede alcanzar Milei en las próximas elecciones legislativas si saca entre algo en torno al 42% de los votos. No es una cifra exacta, porque depende de la cantidad de votos en cada una de las provincias, que no es necesariamente igual al total de los votos de toda la nación. Los 87 diputados representan el 33,33% de los diputados y es el número áureo, su número pi.

Esto no les gusta a los autoritarios

El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

Pero, antes que eso, Milei tiene que utilizar todo lo que le enseñó Bukele de cara a la próxima gran batalla parlamentaria. Se dará antes de las elecciones, antes de que pudiera obtener los 33,33% diputados del total de la cámara en las próximas elecciones de octubre, que es la del veto al aumento de los jubilados. Esta batalla podrá trastocar todos sus planes electorales. Es decir, tiene que repetir la hazaña de los llamados «87 héroes». “Mientras ellos comen asado, nosotros no comemos nada”, reclamó una jubilada en una movilización fuera de la Quinta de Olivos en medio del asado de Milei con los 87 diputados que sostuvieron el veto al aumento jubilatorio.

Para conseguir estas voluntades en el Congreso, Milei debe romper la alianza de los gobernadores que se conformó la semana pasada, aprovechándose de las debilidades económicas de las provincias para comprar los votos en el Congreso con fondos de las coparticipaciones. Además, debe lograr que el PRO vote en bloque a favor del blindaje del veto presidencial. Para eso tiene que darle al macrismo lo que pide en las elecciones porteñas, algo que continúa en discusión.

Milei tiene una serie de fechas claves en este sentido, la de la batalla parlamentaria, que aún no se sabe. El 7 de agosto que cierran las alianzas de las elecciones nacionales, el 17 de agosto que cierran las candidaturas, el siete de septiembre las elecciones bonaerenses y el 26 de octubre, la fecha final. El Gobierno apura a resolver el tema del veto antes del cierre de alianzas. Sin embargo, la sesión en el Congreso puede hacer saltar todas estas fechas con sus respectivos objetivos por el aire.

Mauricio Macri convocó a una reunión del PRO para definir la alianza con La Libertad Avanza en la Ciudad de Buenos Aires

Si, como dijo el estratega militar prusiano, Carl von Clausewitz, la política es la continuación de la guerra por métodos no violentos, la batalla que se viene en el Congreso contra el veto presidencial al aumento de los jubilados sería una batalla decisiva o “schlacht”. Este término no se trata solo de un combate más, sino del clímax político-militar donde el resultado de la guerra queda sellado. Clausewitz la entiende como el medio supremo por el cual se realiza la voluntad política mediante la guerra. La batalla del Congreso es una “schlacht” porque está atravesada por múltiples variables que hacen a la estabilidad del Gobierno.

Por un lado, los dueños de los bonos argentinos, que mes a mes deciden si renovarán sus pasivos del Tesoro, están mirando si la gestión libertaria sigue controlado al poder legislativo o si la liga de los gobernadores y los partidos de la oposición ya formaron un frente de acción mayoritario. Si esto es así, probablemente la agenda de los perjudicados por la motosierra, como los jubilados, los discapacitados y otros sectores sociales vulnerables, estará por encima de los pagos de los intereses de deuda que deberán salir de más desembolsos del Fondo Monterario Internacional (FMI).

El organismo crediticio internacional, que relajó sus metas hasta las elecciones, verá si está apostando a caballo ganador o como sucedió con Mauricio Macri, Donald Trump los está haciendo girar miles de millones de dólares a una fuerza política que tiene sus días contados y que se metió, justamente al igual que Macri, con la reforma previsional, un tema muy sensible para la sociedad. La condición del Fondo para darle más ayuda al gobierno libertario es que bloquee todas las leyes con impacto fiscal. Es decir, Milei debe blindar su veto y ganar las elecciones para mantener el apoyo del Fondo. Si en la primera batalla es derrotado, puede ser que el FMI no lo ayude con las mismas ganas y sea demasiado tarde para la segunda.

Congreso veto
Milei tiene que repetir la hazaña de los llamados «87 héroes» para sostener los vetos en el Congreso.

De hecho, en el acuerdo que celebró con el fondo en el que le dieron los 2.000 millones le hicieron más laxas las exigencias. Tanto en inflación, que aumentó cuatro puntos la cantidad que tenían prevista, llevando el índice a 22% en el año contra 18% que tenían previsto, como la cantidad de dólares que tenía que llegar a juntar las reservas a fin de año. Tiene un párrafo específico de que debe vetar cualquier ley que ponga en riesgo el superávit fiscal.

Esto evidentemente tiene impacto sobre el dólar, que ya se empezó a mover. Frente a la suba del tipo de cambio, Milei apuntó contra su vicepresidenta, Victoria Villarruel, y la acusó de ser una traidora por habilitar las sesión en el Senado que votó la ley que él terminó vetando. Por eso, este tipo de discusiones también pueden generar la proyección de la figura de Villarruel como una alternativa de extrema derecha institucional de corte nacionalista. Obviamente, el tema del dólar parece estar calmo por ahora porque ya se llega a la banda de $1.400.

Y cruje el sistema de alianzas de Milei. Si el Gobierno no logra romper la liga de gobernadores, será muy difícil aprobar leyes de acá a las elecciones y puede perder el control del Congreso. Todo esto a un mes de las elecciones bonaerenses y a semanas del cierre de listas de las elecciones nacionales. La alianza con el PRO está crujiendo porque hay intendentes bonaerenses, como el de Junín que se alejaron de la alianza y porque los Macri no están de acuerdo con los lugares en las listas porteñas.

Las críticas del peronismo al veto de Javier Milei a las leyes sobre jubilaciones y discapacidad

Además, hay diputados del PRO que votaron en contra de leyes impulsadas por el oficialismo y a favor del aumento a los jubilados. La oposición quiere que la sesión sea este miércoles 6 de agosto. Si es así logrará que sea antes del cierre de alianzas. Es decir, si el oficialismo no acuerda con el PRO, puede ser que caiga el veto y se rompa la alianza en la Ciudad de Buenos Aires para las elecciones nacionales.

El veto se originó en la Antigua Roma en el siglo V a.C., cuando los tribunos de la plebe fueron creados para proteger los derechos de los sectores populares frente al poder patricio. Estos tribunos podían decir “veto” (del latín vetare, “prohibir”) para bloquear decisiones del Senado o de otros magistrados que consideraran perjudiciales. Esta herramienta de defensa popular fue el primer antecedente del veto como poder institucional.

Con el tiempo, la figura del veto fue adaptada por distintas monarquías y repúblicas modernas, convirtiéndose en una atribución del Poder Ejecutivo para rechazar leyes aprobadas por el Parlamento, aunque generalmente con la posibilidad de que el Congreso revierta ese rechazo con mayorías especiales.

Veto
El Gobierno publicó este lunes el veto a las tres normativas a través del Decreto 534/2025.

Luego, esta figura fue cambiando y tras la caída del imperio romano, en la Edad Media, eran los reyes los que podían emitir vetos de manera irrevocable. Esto siguió hasta los inicios de la modernidad. Un ejemplo clave fue el “veto suspensivo” del rey Luis XVI de Francia durante la Revolución Francesa en 1791, que le permitía retrasar leyes votadas por la Asamblea, pero no bloquearlas definitivamente. Ese poder fue una de las razones del conflicto que terminó con su ejecución.

En el nacimiento de las democracias modernas, el veto presidencial se hizo masivo, pero el uso que le hace Milei es incomparable al de otros presidentes en sistemas presidencialistas. Resulta paradójico que el veto, que nació como en la antigua Roma como un instrumento del pueblo frente a los senadores, ahora sea utilizado con los jubilados.

En síntesis, para poder llegar al mágico número de los 87 diputados que podrá utilizar Milei para trasformar este país en Vetolandia, deberá cubrir una carrera de obstáculos que está interrelacionados. Los conseguirá rompiendo la alianza de los gobernadores, seduciendo al PRO con cargos en la Ciudad de Buenos Aires y luego afirmándose en triunfos para obtener cerca del 42% en las elecciones de octubre.

Sebastián Pareja, el gran ganador del cierre de listas de LLA

El número áureo es una proporción matemática que da como resultado 1,618. Se encuentra en la naturaleza, el arte y la arquitectura. Es un número que representa una proporción bella al ojo humano. “La divina proporción» es un libro escrito en 1509 por Luca Pacioli, un matemático y fraile italiano. En ese libro, Pacioli describe y exalta el número áureo como una proporción perfecta, presente en la naturaleza, el arte y la geometría. Llamó a esta proporción “divina” porque creía que reflejaba la armonía del universo creada por Dios. El libro fue ilustrado por Leonardo da Vinci, quien también usó esta proporción en muchas de sus obras.

Para el Gobierno su número áureo, o divina proporción es el 33,33. Porque ese es el porcentaje que representan los 87 diputados necesarios para transformar la democracia argentina y volverla una suerte de Vetolandia. Esto hace que ese número sea el número maldito de quienes defienden esta democracia, que con todos sus errores y límites es la que supimos construir y la que debe perfeccionarse, pero que ha dado muchos de los derechos y avances sociales que hoy disfrutamos y la que puede lograr los que aún faltan.

Producción de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi

TV/ff





Source link

Compartir