Desobediencia o espíritu competitivo, el debate que abrió Colapinto en Alpine

«Yo me la voy a jugar toda por el todo», algo así debió pensar Franco Colapinto cuando, a dos vueltas del final del Gran Premio de Estados Unidos, decidió ir contra la orden del equipo y adelantar a su compañero Pierre Gasly.
La instrucción era clara: “mantener posiciones”. Pero el argentino, con el instinto y la ambición a flor de piel, eligió lo contrario. Fue un segundo de decisión en medio del vértigo de los 300 km/h que lo puso en el centro de la escena del paddock.
El análisis de Cueste lo que cueste sobre la polémica maniobra de Colapinto
En Alpine no cayó bien. El episodio, aparentemente menor —una maniobra por los puestos 17° y 18°—, se convirtió en una cuestión de disciplina interna. El gesto de Colapinto fue leído por algunos como una falta de obediencia; por otros, como una muestra de carácter. En el box hubo incomodidad, y en los medios, polémica.
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Según trascendió desde Inglaterra, la orden de mantener posiciones habría sido impulsada por Flavio Briatore, asesor de Alpine, incluso como una suerte de prueba para medir la reacción del joven piloto. Aunque la versión parece difícil de comprobar, lo cierto es que Colapinto decidió ir a fondo. Y Briatore, según cuentan testigos, sonrió.
El resultado deportivo fue anecdótico: el argentino terminó perdiendo su posición frente a Bortoleto y cerró el fin de semana sin puntos. Pero la maniobra tuvo un impacto mucho mayor en términos simbólicos y mediáticos. “Esto vendió en todos lados”, reconocieron en el ambiente. Los patrocinadores agradecidos, las redes encendidas y los fanáticos argentinos más pendientes que nunca de la Fórmula 1.
La orden de la polémica: motivos por los que Franco Colapinto tuvo razón en desobedecer a Alpine
La comparación con otros episodios históricos no tardó en llegar: desde la célebre obediencia de Barrichello ante Schumacher en 2002 hasta las desafiantes respuestas de Verstappen o Hamilton en los últimos años. Pero la situación de Colapinto es distinta: él no pelea por un campeonato, sino por su continuidad en la categoría. Y tal vez, justamente por eso, eligió no quedarse quieto.
“Si Colapinto ya tuviera su contrato firmado, ¿hubiera acatado la orden?”, se preguntaron varios analistas. La mayoría coincidió en que no. Su decisión, más allá del resultado, fue coherente con un rasgo que lo define: la rebeldía competitiva. No pensó en agradar al equipo ni en cuidar su asiento; pensó en correr, en atacar, en no traicionarse.
En un deporte donde las jerarquías son claras y las decisiones suelen tomarse desde los boxes, Colapinto se animó a desafiar el libreto. Y aunque el precio pueda ser alto, su gesto lo colocó en la conversación grande de la Fórmula 1.
Mientras Alpine debate puertas adentro, el calendario no da respiro: el próximo fin de semana llega México, y el argentino volverá a subirse al auto. Sin tiempo para explicaciones ni defensas, solo para hacer lo que mejor sabe: correr.
