Con chanclas y toallón: las primeras horas de Pequeño J en un penal superpoblado
Con un toallón sobre los hombros, unas chanclas Adilette y la mirada baja, Tony Janzen Valverde Victoriano, alias Pequeño J, ingresó esposado al penal de Cañete, en la región de Lima. Allí cumplirá nueve meses de prisión preventiva mientras avanza el proceso de extradición a la Argentina, donde es señalado como el ideólogo del triple narcofemicidio de Morena Verdi (20), Brenda del Castillo (20) y Lara Gutiérrez (15). El joven de 20 años, hijo y sobrino de antiguos jefes narcos de Trujillo, cayó luego de una huida que lo llevó del sur del Perú hasta la capital.
Mientras se define cuándo será extraditado a Buenos Aires para enfrentar la acusación por el triple narcofemicidio, el Instituto Nacional Penitenciario (INPE) informó que “por disposición judicial, Tony Valverde Victoriano, fue recluido en el penal de Cañete, donde cumplirá nueve meses de prisión preventiva con fines de extradición.
El INPE detalló que “efectuó su registro e ingreso conforme a los protocolos técnicos y médicos establecidos por ley”, precisó que “actualmente permanece en el área de observación a la espera de su clasificación y ubicación”, y apuntó que “se extremaron las medidas de seguridad en el establecimiento penitenciario”.
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Hacinados. El penal de Cañete, ubicado a unos 150 kilómetros de Lima, es un edificio de cemento gris levantado en medio del desierto. Tiene capacidad para poco más de mil internos, pero aloja casi el doble. Según informes locales, su nivel de superpoblación ronda el 200%, lo que lo convierte en uno de los más saturados del sistema penitenciario peruano.
Allí conviven condenados por homicidio, narcotráfico y extorsión con procesados que esperan sentencia, aunque los módulos buscan separar ambos grupos. Pequeño J fue ubicado en un sector preventivo, bajo observación médica y psicológica. La rutina en Cañete se resume en una fórmula simple: encierro, hacinamiento y silencio. Los programas educativos y los talleres laborales solo alcanzan a una fracción mínima de los internos.
Este viernes, Pequeño J enfrentó por primera vez a la Justicia. En la sede policial de Chilca, esposado y rodeado por policías de la División de Investigaciones Especiales, enfrentó al juez Christian Rafael Chumpitaz Pariona. En una pequeña sala escuchó la imputación por triple femicidio agravado y el pedido de prisión preventiva formulado por la Fiscalía.
“Existen fundados elementos para solicitar la detención preventiva con fines de extradición. Estamos frente a un caso emblemático”, dijo el magistrado antes de dictar la medida.
El acusado, asistido por su abogado Marcos Sandoval, se declaró inocente y rechazó someterse a la extradición simplificada. Su defensor pidió la libertad bajo comparecencia alegando arraigo familiar y laboral. “Buscan llevarlo preso sin una investigación clara de lo sucedido. Este proceso necesita tiempo para enfriar las cosas”, dijo en la audiencia.
Pero el juez no dio lugar al pedido y poco después Pequeño J fue trasladado al penal de Cañete, donde se encuentra bajo estricta custodia del INPE.
La caída. Pequeño J fue detenido el 30 de septiembre pasado en un operativo rutero realizado en la ciudad de Pucusana. Su destino final era la ciudad de Trujillo, en el norte del Perú, donde pretendía reecontrarse con su familia. Pero los agentes de la Policía Antidrogas (Divinesp) ya conocían sus movimientos. Supieron que había ingresado al país por el sur y viajaba escondido en la cabina de un camión. Lo interceptaron cuando estaba a media hora de llegar a Lima.
Horas antes, su presunto cómplice argentino, Matías Agustín Ozorio, había sido arrestado en el distrito de Los Olivos. Ambos planeaban juntarse para luego seguir camino a Trujillo.
Tony Valverde nació en el asentamiento humano Nueva Indoamérica, en el distrito de La Esperanza, uno de los más violentos de Trujillo. Su padre, Janhzen Valverde Rodríguez, alias Kike, fue asesinado en 2018 por una banda rival, El Gran Marquez, en un ajuste de cuentas. Pertenecía a la organización Los Injertos de Nueva Jerusalén, dedicada al narcotráfico y la extorsión.
Desde entonces, el apellido Valverde fue sinónimo de sangre y venganza. Varios de sus tíos, Manuel y Luis Valverde Rodríguez, tienen antecedentes por homicidio y extorsión, y viajaron reiteradamente a la Argentina y Bolivia, según informó el diario La República de Perú. Para la policía, esos viajes estaban vinculados con la expansión de las operaciones familiares en el Cono Sur.
A los 15 años, Tony comenzó a viajar a Buenos Aires. No figura en registros migratorios, pero las investigaciones lo ubican en el país desde hace varios años. Allí, según las autoridades argentinas, se convirtió en el eje de una red que combinaba tráfico de drogas y explotación sexual.
Un legado narco familiar
L.N.
Tony Janzen Valverde Victoriano es conocido como Pequeño J, un apodo que obtuvo en homenaje a su padre, Janhzen, y un símbolo en el barrio donde se crio. Desde la adolescencia, Tony cultivó esa herencia con orgullo. Cuando su padre fue asesinado, el presunto ideólogo del triple narcofemicidio juró no quedarse de brazos cruzados: “Te prometo que esto no va a quedar así, papá. Si nadie hace nada, yo mismo lo hago con pana y elegancia”.
Ese legado de violencia lo siguió hasta Buenos Aires. El 20 de septiembre, tres jóvenes –Morena Verdi, Brenda Del Castillo y Lara Gutiérrez– fueron asesinadas en Florencio Varela. Cuatro días después, sus cuerpos aparecieron mutilados y enterrados en bolsas negras. Para la Justicia argentina, Pequeño J fue quien ideó el crimen.
Este viernes, en medio de la audiencia por la extradición, aparecieron por primera vez algunos de sus familiares en público. Si bien no se identificaron ante los medios, una mujer clamó por la inocencia de Pequeño J. “Es totalmente falso todo lo que hablan. Investigan bien, por favor”, pidió negando la veracidad de algunas versiones difundidas.