Campi reveló el día más caótico de su vida junto a Diego Capusotto: “Nos echaron a los…”


Este domingo en Almorzando con Juana, Campi que se quebró en llanto al revelar lo que vivió con su hija Emma de apenas 18 años, se convirtió en el dueño absoluto de la mesa al revelar una anécdota completamente desbordada y digna de su época más salvaje en el under porteño.

Entre risas, incredulidad y caras de espanto, el humorista recordó una presentación que compartió con Diego Capusotto y Fabio Alberti… que terminó de la peor manera: “Nos echaron a botellazos”.

Todo comenzó cuando a Campi lo contrataron para actuar en un lugar que él recordaba como “El pozo voluptuoso”, un icónico reducto de la escena alternativa ubicado cerca del Teatro San Martín. Allí tocaban Fontova y varios artistas emblemáticos de los 80 y 90, y era habitual cruzarse con Capusotto, Alberti y otros nombres que hoy resultan de culto.

Lo que nunca imaginó es que, de ese sótano oscuro lleno de músicos y experimentación, pasaría directamente… a un colegio católico. Según relató, un grupo de estudiantes del colegio Nuestra Señora de la Tagarna lo vio actuar y quiso contratarlo para un evento.

Campi, consciente de que su unipersonal incluía un personaje que “vendía los órganos de su hija”, intentó advertirles. “Les dije: ‘Ustedes saben lo que hago, ¿no?’ Y me respondieron que sí, que estaba todo bien, que era para los chicos nada más”, contó entre risas irónicas.

La sorpresa fue mayor cuando supo que el mago Merpin —famoso por rutinas gore donde simulaba tiros, sangre y autolesiones— también había sido convocado. “¿Cómo vamos a ir con Merpin? ¡Tiraba sangre en la cara! Pero ya nos habían pagado… y la plata no se devuelve”, recordó, remarcando que cobraron 10 mil pesos cada uno, “una fortuna para ese momento”.

Al llegar al colegio, la escena fue surrealista: curas, monjas, chicos corriendo por los pasillos y un sótano improvisado como sala de espectáculos. Pese a la incomodidad, Campi salió a hacer su personaje. Y justo en ese momento aparecieron Capusotto y Alberti, que pidieron probar un monólogo. “Les dije que no daba, que no era el lugar, pero ellos, muy ellos, decidieron hacerlo igual”, relató.

Los humoristas subieron al escenario y comenzaron una performance basada en una poesía hecha solo con vocales. Diez minutos con la A, otros con la E, y cuando llegaron a la I… estalló el caos. “Nos empezaron a tirar botellazos. En la I. No llegamos a la O”, remató Campi, desatando carcajadas en toda la mesa de Juana.

La historia terminó con los cuatro artistas escapando del recinto en medio del desconcierto generalizado. “Era el under, qué sé yo”, cerró Campi, recordando esa época donde todo podía pasar y donde, claramente, no había un filtro entre el absurdo y la tragedia humorística.

 



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