Bastoncitos rebozados con pencas de acelga: el secreto para una picada distinta y sin desperdicio
Muchas veces, al cocinar acelga, usamos solo las hojas verdes y las pencas terminan en la basura. Sin embargo, esas partes blancas y firmes esconden un sabor suave y una textura ideal para preparar algo distinto: unos bastoncitos crocantes que son perfectos para una picada o como acompañamiento. Esta receta demuestra que aprovechar todo lo que la naturaleza nos da no solo es posible, sino también delicioso.
Ingredientes
- Pencas de acelga (las partes blancas y carnosas del tallo)
- 2 huevos
- 1 taza de pan rallado
- ½ taza de harina
- Sal y pimienta a gusto
- Opcional: ajo en polvo, pimentón o queso rallado
- Aceite para freír o un chorrito de aceite de oliva si preferís hacerlos al horno
Primero, lavá bien las pencas y cortalas en bastones parejos, de unos diez centímetros. Para que queden más tiernas, podés pelar ligeramente los bordes. Después, hervilas unos minutos en agua con sal hasta que estén cocidas pero firmes, y dejalas enfriar. Ese paso es clave: ablanda las pencas, pero permite que mantengan su textura.
Una vez listas, llega el momento del rebozado. Pasá cada uno de los bastoncitos por harina, luego por huevo batido con sal y pimienta, y finalmente por pan rallado. Si querés que queden bien crocantes, podés repetir el paso de huevo y pan rallado una vez más. Después, cocinalos en aceite caliente hasta que estén dorados o, si preferís una versión más liviana, al horno con un poco de aceite de oliva.
El resultado sorprende: bastoncitos dorados por fuera, suaves por dentro, con ese sabor casero que recuerda a las comidas de antes. Son ideales para compartir con una cerveza fría o como guarnición de una carne al horno.
Además, esta receta tiene un valor agregado que va más allá del sabor: evita el desperdicio. Las pencas de acelga, que muchas veces se descartan sin pensarlo, pueden transformarse en una entrada sabrosa, económica y sustentable.
Porque a veces, las mejores ideas surgen de lo que íbamos a tirar. Y estos bastoncitos son la prueba perfecta de que, con un poco de creatividad, hasta las sobras pueden convertirse en una joya de la cocina casera.
