Bases para repensar el desarrollo argentino
La Argentina atraviesa un dilema histórico: su estructura productiva continúa atrapada en tensiones que combinan alta concentración, inestabilidad macroeconómica y un marco normativo diseñado más para administrar conflictos que para liberar capacidades.
En ese escenario, las Pymes, Emprendedores y Productores constituyen el núcleo más dinámico, innovador y resiliente de la economía, pero a la vez el más vulnerable frente a regulaciones excesivas, impuestos distorsivos y sistemas de financiamiento inaccesibles.
Mientras el discurso sobre el desarrollo suele estar monopolizado por los grandes actores industriales y financieros, es en la base social y territorial donde se juega la verdadera posibilidad de transformación. La evidencia comparada muestra que los países que lograron saltos cualitativos lo hicieron apoyando sistemáticamente a su entramado pyme: el Mittelstand alemán, reconocido por su capacidad exportadora y su rol en el empleo de calidad (Simon, 2009), o los distritos industriales italianos, estudiados por Becattini (1990), donde redes de pequeñas firmas generaron innovación y competitividad global a partir de la cooperación local.
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Las pymes argentinas en jaque: consumo retraído, crédito ausente y costos insoportables
Con esta convicción, desde la Unión de Emprendedores de la República Argentina y el Comité PEP presentamos un Contrato Emprendedor-Productivo, concebido como una agenda mínima de política pública que debe articularse con cualquier proyecto de desarrollo nacional. Su decálogo sintetiza los ejes estructurales:
Simplificación normativa y regulatoria: reducir la densidad burocrática y consolidar un sistema ágil, digital y único de habilitación productiva.
Reforma laboral pro-empleo emprendedor/pyme: esquemas que incentiven la formalidad, con previsibilidad y sin litigiosidad.
Eliminación total de los derechos de exportación: condición sine qua non para que la inserción internacional sea virtuosa.
Acceso real al financiamiento: mecanismos de crédito de largo plazo, fondos de garantía y estímulos a la inversión privada en etapas tempranas.
Innovación, digitalización y tecnología: políticas fiscales y de articulación universidad-empresa que fortalezcan el salto cualitativo.
Seguridad jurídica para producir e invertir: reglas estables, contratos predecibles y eliminación de discrecionalidad regulatoria.
Reforma ANMAT y SENASA emprendedor/pyme: criterios diferenciados que permitan registrar y comercializar con trazabilidad, sin asfixiar la escala pequeña.
Reducción de costos productivos y logísticos: combate al “costo argentino estructural” mediante reformas impositivas y eficiencia en infraestructura.
Formación y talento emprendedor: educación técnica, oficios, competencias digitales e idiomas como insumos estratégicos de productividad.
Exportar al mundo: una estrategia de internacionalización basada en plataformas digitales, certificaciones ágiles y acompañamiento institucional.
Este marco no busca subsidios ni privilegios sectoriales. Lo que plantea es la necesidad de redefinir la noción misma de contrato productivo en la Argentina, ampliando la mirada más allá de los conglomerados tradicionales. La evidencia comparada muestra que los países que han logrado transitar del subdesarrollo al desarrollo lo han hecho fortaleciendo la base emprendedora: Alemania con su Mittelstand, Italia con sus distritos industriales, Corea del Sur con sus pymes tecnológicas.
En la Argentina, en cambio, las Pymes, Emprendedores y Productores han sido sistemáticamente invisibilizados en los grandes debates, reducidos a “anexos” de las discusiones macroeconómicas. Sin embargo, es aquí donde se encuentra el capital social y cultural más valioso: la capacidad de innovar en condiciones de escasez, de sostener comunidades locales y de generar empleo inclusivo.
La urgencia, entonces, no es diseñar planes de desarrollo abstractos, sino construir un marco de reglas simples, previsibles y equitativas para quienes ya producen, exportan y crean empleo en condiciones adversas. En otras palabras, pasar del diagnóstico repetido a la acción concreta.
El futuro productivo de la Argentina no vendrá de arriba hacia abajo, sino desde abajo hacia arriba. Con todos. Con las Pymes, los Emprendedores y los Productores.