Atlas, el navegador de ChatGPT que anticipa tus búsquedas y desafía el dominio de Google
OpenAI dio un nuevo paso en su estrategia para integrar inteligencia artificial en la vida cotidiana. La compañía detrás de ChatGPT lanzó Atlas, un navegador que elimina la barra de direcciones y permite que el usuario interactúe únicamente mediante conversaciones con la IA. En lugar de escribir una búsqueda, se le pide a la inteligencia artificial que navegue, lea o ejecute acciones dentro de la página.
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La diferencia con la navegación tradicional es sustancial, Atlas no solo muestra resultados, sino que puede actuar. Puede abrir ventanas, resumir textos largos, buscar precios en distintos sitios o completar una tarea sin que el usuario tenga que cambiar de pestaña. En su versión avanzada, incorpora un “modo agente”, que habilita a la IA a ejecutar procesos completos de manera autónoma.
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Gustavo Guaragna, especialista en inteligencia artificial y CEO de Snoop Consulting, explicó en diálogo con PERFIL el alcance del cambio tecnológico. “Los navegadores dejaron de ser una ventana pasiva, ahora pueden actuar por el usuario, hacer clic y ejecutar tareas completas”, señaló. Para Guaragna, la verdadera transformación no está en obtener respuestas, sino en delegar acciones concretas en la IA.
El sistema, además, es multimodal, puede interpretar imágenes, audios o videos en tiempo real. Si el usuario le muestra una foto del interior de una heladera, Atlas puede sugerir recetas. Si se le proyecta un documento, puede sintetizarlo o buscar referencias cruzadas en otros sitios sin abandonar la pantalla.
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El lanzamiento llega en un momento clave para OpenAI. Con más de 800 millones de usuarios activos semanales, la empresa busca posicionarse como un nuevo intermediario de navegación, en un territorio históricamente dominado por Google. Atlas también integra acuerdos con plataformas de comercio y turismo, lo que facilita comprar o reservar sin salir del navegador.
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Pero la comodidad tiene un precio. Para operar con autonomía, Atlas requiere acceder al historial de navegación, ubicación y credenciales personales. Guaragna advierte que esto configura un nuevo tipo de exposición digital: “El navegador lo ve todo, lo que buscás, lo que clickeás y cuánto tiempo lo mirás. Es un estado de vigilancia constante.”
El riesgo no es solo la recopilación de datos, sino la automatización de decisiones sin supervisión humana. Si el usuario delega decisiones completas —como comparar precios o seleccionar un proveedor— la IA termina eligiendo por él. “No hay que darle acceso total desde el primer uso. Lo correcto es probar en tareas simples y siempre validar lo que produce”, sostiene el especialista.
Otro aspecto crítico es el impacto cognitivo. La IA resume textos, analiza contenidos y anticipa búsquedas, lo que puede debilitar habilidades básicas, como la memoria, análisis y capacidad de concentración. “Es como el GPS: cuando lo usás mucho, dejás de orientarte solo”, explica Guaragna. Delegar de manera permanente nos vuelve dependientes del sistema.
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En el periodismo y la generación de contenidos, la llegada de Atlas abre otro debate. Si la IA resume noticias dentro de la página, los usuarios podrían dejar de ingresar a los medios para leer información completa. Este escenario obliga a repensar estrategias de posicionamiento SEO y distribución de contenidos digitales.
En el universo comercial, Atlas podría alterar la lógica del tráfico web, si el usuario ya no busca, sino que pide, la IA elegirá qué sitio mostrar, cambiando el modelo de publicidad y posicionamiento que estructuró Internet en los últimos veinte años.
Aun así, los especialistas coinciden en que la clave no es evitar la tecnología, sino usarla con criterio. “La inteligencia artificial debe ser un asistente, no un sustituto de nuestra capacidad de pensar”, resume Guaragna. La herramienta puede automatizar tareas rutinarias y liberar tiempo, siempre que la decisión final permanezca en manos humanas.
Con Atlas, la experiencia de navegar deja de ser una búsqueda activa y se convierte en una acción acompañada por un sistema capaz de anticiparse. Lo que está en juego no es solo la eficiencia, sino el nivel de control que estamos dispuestos a ceder frente a la comodidad.
